jueves, 2 de mayo de 2013


BOURDELLE, EL ESCULTOR DE LOS DIOSES

 
Herakles Arquero (1909). Versión en bronce del Museo Bourdelle

  "Ved el pergeño del escultor Bourdelle, la frente baja, la mirada clavada a lo lejos, obstinado, rígido, parece querer arrancar, con la sola luz de los ojos, su secreto a la piedra"   (Azorín)

Entrada al Museo Bourdelle
 

Si alguien tiene la oportunidad de viajar a París (aunque eso empieza a ser un lujo inalcanzable para la mayoría) le recomiendo que no deje de visitar un lugar poco conocido, situado en la zona de Montparnasse, que sin duda le sorprenderá. Se trata del Museo del escultor Émile Antoine Bourdelle (1861-1929), un espacio arquitectónico singular, que combina elementos antiguos (como el viejo taller de escultura, con las paredes de ladrillo o las zonas ajardinadas) y modernos (ampliaciones) y donde se conservan más de 500 obras del artista.


Un rincón del taller de Antoine Bourdelle

Fue este uno de los escultores franceses más destacados de la Belle Époque, discípulo aventajado de Rodin, pero que desarrolló un estilo propio, más esquemático y vigoroso, asimilando influencias de la Grecia arcaica y algo también de la estatuaria gótica. Nació en Montauban (departamento de Tarn y Garona) y su temperamento meridional fue lo que le impulsó a rendir tributo a la cultura de la Europa mediterránea (tenía gran simpatía por España, y se casó con una mujer de origen heleno) y al paganismo solar de la Antiguedad, lo que quedó reflejado en sus esculturas más personales, que casi siempre representan personajes mitológicos.


Fotografía y autorretrato juvenil de Bourdelle


Aprendió a tallar la madera con su padre, que era ebanista, y se convirtió en un consumado dibujante siguiendo el ejemplo de Ingres. Estudió en la  escuela de Bellas Artes de Tolouse, y en 1884 marchó a París para matricularse en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes, teniendo como maestros a Falguière y a Dalou. Más tarde aprendería con Rodin, del que heredó cierta tendencia al "expresionismo" de matriz romántica,  a la monumentalidad, y a valorar la interacción entre la escultura y el paisaje. Pero la obra de Bourdelle es, también desde un punto de vista plástico, muy distinta a la de su maestro. Le caracteriza la búsqueda de un orden arquitectónico esencial, y la integración de las líneas planas y los vacíos (se decía de él que "esculpía con las sombras"), ejerciendo gran influencia en otros escultores posteriores, algunos de ellos alumnos suyos, como Maillol o Giacometti. Incluso su influjo se extiende al campo de la pintura, debiéndole mucho el español Vázquez Díaz o la portuguesa Vieira da Silva.
Monumento ecuestre del general Alvear
Detalle del anterior


En cuanto a su obra, cabe clasificarla en dos grandes bloques:
- la "alimentaria", compuesta por monumentos oficiales de encargo, muchos de ellos funerarios (como el dedicado a los caídos de la Guerra franco-prusiana o el monumento-cementerio para los combatientes de Vieil Armand, en la Primera Guerra Mundial). Por lo general, en esta clase trabajos sigue una línea más académica y neoclásica, porque era lo que los comitentes le pedían,  aunque en algunas ocasiones también pudo imprimir su sello personal, como es el caso de los bajorrelieves del Teatro de los Campos Elíseos, en el monumento a Adam Mickiewicz o en el monumento ecuestre del general Alvear, encargado este último por la República Argentina, y del que se sentía particularmente orgulloso.


Bajorrelievesobre tema mitológico

 
Busto de Beethoven, del que hizo unas 20 versiones







Estudio para el Monumento a los combatientes de Tarn-et-Garonne (!898)


Estudio para el Monumento a los caidos en Capoulet y Junac

Gran Guerrero (para el monumento de la Guerra Franco-prusiana). Obras donde se reconoce la impronta de Rodin

-la de carácter más personal y libre, cercana a veces a las vanguardias pero sin inscribirse a ninguna de ellas. A este bloque pertenecen en primer lugar las obras que realizó bajo la influencia de su maestro Rodin, y en las que reconocemos un tratamiento lírico de las superficies y una alteración expresionista de las proporciones del cuerpo humano.
A partir de la "Cabeza de Apolo"(1900), y sobre todo tras abandonar el taller de Rodin y emprender su andadura en solitario, en 1908,  inicia sus representaciones mitológicas, rezumantes de fuerza y de valor simbólico, que conectaban con el clasicismo paganizante de algunos escritores franceses de la época. Bourdelle tenía gran amistad con Anatole France, André Suarès, Maurice Barrès, y con el controvertido Charles Maurras, fundador de la Action Française. Tal vez el haber frecuentado a este último, malquisto por la intelectualidad progresista, explique que haya caído en la actualidad en un relativo ostracismo.
Esta reinterpretación de la tradición clásica respondía  a una actitud intelectual y creativa (no a la simple repetición de los modelos aprendidos del pasado), a una búsqueda de orden y de síntesis.



La Elocuencia



La Victoria


Dos piezas destacan especialmente, el Herakles Arquero y el Centauro Moribundo. La primera representa al legendario héroe griego en un momento de máxima tensión, cuando está a punto de disparar sus flechas (no se sabe a qué, tal vez a las aves del lago Estínfalo o a los centauros). La postura exagerada del personaje transmite concentración y desasosiego a la vez. Conviene recordar que la figura del arquero aparece en los escritos  de Nietzsche y de Ortega y Gasset, como una metáfora del pensamiento arriesgado y del anhelo filosófico ("Seamos con nuestras vidas como arqueros que tienen un blanco", era el lema de Ortega).
Herakles Arquero.


Detalle de la cabeza del Herakles

El Centauro Moribundo, en cambio, posee un dramatismo que lo emparenta con la obra de los pintores simbolistas (Redon, Gustave Moureau). No se trata este centauro de una personificación de los impulsos salvajes, ya que porta la lira de los poetas (aunque la dualidad entre instinto y razón sea la característica principal de estas criaturas híbridas de la Mitología). Es muy probable que represente a Quirón, maestro de Herakles y a quien este hirió por accidente con una flecha emponzoñada, cuando iba en persecución de otros centauros para darles muerte . A resultas de esta acción de Herakles, Quirón (que era inmortal) no quiso seguir viviendo, tal vez por el mucho dolor que le producía la herida o porque se había convertido en uno de los últimos de su raza legendaria y pidió a los dioses que le dejaran morir, traspasando su inmortalidad a Prometeo. Llama la atención la exagerada torsión que imprime al cuello, imposible desde un punto de vista anatómico, y en contraste con la perfección que demuestra el escultor en el tratamiento de la figura en su conjunto.




Centauro Moribundo (Museo de Bellas Artes, Buenos Aires)


Versión del Museo Bourdelle.
Detalle del "Centauro Moribundo"




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