viernes, 24 de mayo de 2013

CONAN O LA INVASIÓN DE LOS COMICS BÁRBAROS

 

Ilustración de Earl Norem para "Conan the Barbarian"

                                        "La barbarie es el estado natural del hombre - dijo el colono sin apartar la mirada sombría del cimmerio - . La civilización es antinatural, es un capricho de las circunstancias. Y, a la postre, la barbarie siempre acabará triunfando."
                                               Más allá del Río Negro, Robert E. Howard (1933)


                                    

Los cómics de Conan fueron un fenómeno generacional en España, comparable a los que supusieron en su momento El Guerrero del Antifaz o El Capitán Trueno. Nos vinieron de América, aunque el suelo patrio estaba suficientemente abonado para las gestas bárbaras, la aventura y, en definitiva, la nostalgia por la Edad Media. El género de "Espada y Brujería" no es más que una rebelión contra la rutina cotidiana en las sociedades reglamentadas, por lo que no debe extrañarnos su éxito, sobre todo entre el público juvenil y masculino. Éxito que no se ha desvanecido del todo, a pesar de que hace tiempo asistimos a la decadencia de los cómics de Conan, el canto del cisne de las historietas de aventuras a la americana, que se iniciaron allá por los años treinta con series como "Tarzán", "Príncipe Valiente" o incluso "Flash Gordon".




El texano Robert E. Howard


Una semblanza del "padre" de Conan

  "Los hombres civilizados son menos amables que los salvajes porque saben  que  pueden ser más descorteses sin correr el riesgo de que les partan la cabeza".  
                                                  La Torre del Elefante, Robert E. Howard (1935)

El autor literario de Conan fue el prolífico y prematuramente desaparecido Robert Ervin Howard (1906-1936), escritor texano que vivió casi toda su corta vida en Cross Plains, pero que con la imaginación supo  crear y explorar todo un universo legendario. Era hijo de uno de los médicos pioneros en la región, y descendiente de una distinguida familia de plantadores sureños de orígen escocés-irlandés (raíces de las que Mr. Howard  se sentía orgulloso), y algunos de sus antepasados se habían destacado como oficiales defendiendo la causa confederada. Vino al mundo en una época de grandes transformaciones en Texas, con el arrollador ascenso de la industria petrolera, aunque todavía no se había borrado del todo el recuerdo de los pioneros que habían colonizado el sudoeste. Howard se sentía identificado con ellos y con el modo de vida más auténtico y primitivo de sus ancestros los celtas, mentalidad que aparece reflejada en sus relatos y que nos permite interpretar su vida y su obra, las cuales forman una y la misma cosa.
Amante del deporte, pero también lector voraz y de amplios intereses (le apasionaban la investigación histórica y las biografías de Harold Lamb), en literatura se decantaba por el género de aventuras, sencillo y directo, de un Jack London o un Talbot Mundy, frente a la hojarasca y las florituras del modernismo. A los 15 años empezó a escribir de forma continuada, y logró publicar a los 18 su primer relato "La lanza y el colmillo" (1925) en la revista "pulp" Weird Tales. Desde entonces comenzó una frenética actividad como escritor profesional, que producirá unas 300 historias (150 de ellas publicadas en vida), 30 ensayos y varias novelas, a parte de muchos borradores de relatos que no tuvo tiempo de completar. Los temas que abordó fueron de lo más variados: historias del oeste, de detectives, deportes, ciencia-ficción, terror... algunas veces se trataba de concesiones a los imperativos comerciales, pero siempre supo dejar su huella personal en todo lo que hacía. Gracias a su trabajo ya en 1929 pudo disfrutar de una posición económica relativamente desahogada, al menos por algún tiempo..
En 1930 inició una correspondencia con H.P.Lovecraft y su círculo, autor este que influyó de forma decisiva sobre él. Se intercambiaban puntos de vista no sólo sobre literatura, sino sobre teorías geológicas y sobre el origen de las razas de lo más diversas, algunas en línea con el evolucionismo y la teosofía (como puede verse en el esquema que hizo Howard sobre la Era Hyboria), otras más cercanas a la filosofía de Nietzsche y Oswald Spengler sobre el conflicto entre barbarie y civilización (mientras que Lovecraft se decantaba por la segunda, Howard prefería la primera).


Dibujo de Barry Smith para la cubierta de "Conan the Barbarian" nº1 (1970)

En  diciembre de 1932 publicó la primera historia del que sería su personaje más emblemático, "El Fénix en la Espada", de Conan el cimmerio. Después le seguirían más de una veintena de relatos, ambientados todos ellos en la Era Hiboria, un período prehistórico entre cataclismos imaginado por Howard, que existiría hace unos 15.000 años, antes de la formación de los actuales continentes. Se trata de un universo exótico y al mismo tiempo familiar, con nombres extraidos de la historia y la leyenda, lo que permitía crear una ambientación precisa y coherente. Este ciclo corresponde a lo que se conoce como fantasía heroica, o también como historias de "espada y brujería", un género que amalgama la acción con lo fantástico, a veces cercano a lo terrorífico, y en el que podemos incluir las historias de otros personajes howardianos como Solomon Kane, el rey Kull de Valusia o el jefe picto Bran Mak Morn.
Sobre el orígen de la idea de Conan escribió el propio Howard: "De repente, Conan pareció crecer en mi mente sin que hiciera falta demasiado trabajo por mi parte, e inmediatamente una riada de historias empezó a fluir de mi pluma -o, más bien, de mi máquina de escribir- sin mediar casi esfuerzo por mi parte. Fue como si en lugar de estar creando, estuviera relatando unos hechos que habían tenido lugar realmente (...) El personaje se apoderó por completo de mi mente y expulsó de allí todo lo relacionado con la literatura a excepción de sí mismo."
El estilo de Howard, acusado a veces de impetuoso e irregular (hay que tener en cuenta que el autor estaba acuciado por la necesidad de publicar mensualmente) posee no obstante el genuino espíritu de la balada y de la épica.  Vitalista a menudo, sombrío en ocasiones, siempre original y al servicio de las historias que cuenta, directo y lleno de acción, pero también de poesía e imágenes poderosas.
Algunos relatos de Conan escritos por él, es cierto, resultan algo convencionales (aún cuando siempre tienen "algo" que los distingue), pero otros son auténticas joyas de la literatura fantástica y de aventuras como La Torre del Elefante, La Reina de la Costa Negra, Más allá del Río Negro o Clavos Rojos.

Curiosa aparición de Howard en un episodio de Conan dibujado por John Buscema ("Bárbaros en la Frontera")

Sería injusto confundir el Conan de Howard con la visión que se ha hecho popular del personaje: una máquina de picar carne llena de músculos y con escaso cerebro. En parte esta falsificación empezó con las "colaboraciones póstumas" y los pastiches literarios de L.Sprague de Camp, Lin Carter y otros continuadores de la saga que, ajustándose a un patrón rígido, compusieron una "mitología" muy alejada del impulso creador del escritor texano. Más tarde el cine vino a remachar la faena, con detestables adaptaciones (desde la primera de John Millius de 1980 hasta la última de Marcus Nispel) presentando a un Conan que nada tiene que ver con el original, unas veces con aspecto de cretino atiborrado de anabolizantes y otras como una especie de rock star de pacotilla.
El auténtico Conan es capaz de luchar y matar, sí, pero no es un salvaje. También es un ente reflexivo y con matices, que ama, pierde, titubea, actúa de forma altruista y es, sobre todo, carismático.
Siendo Conan su obra más recordada, la gran ambición de Howard hubiera sido convertirse en un gran novelista de ficción histórica, al estilo del Flaubert de "Salambó", y prueba de ello son  dos sensacionales narraciones: "La Sombra del Buitre" (ambientada durante el asedio a Viena por los otomanos en el siglo XVI) y "Las Puertas del Imperio" (un episodio de las Cruzadas en la época de Saladino). Sin duda Howard era un escritor con un gran potencial, del que no podemos predecir hasta dónde hubiera llegado de no haberse torcido el rumbo de su vida tan trágicamente.
Siendo de pequeño un muchacho débil, llegó con su fuerza de voluntad a convertirse en un atleta de 1,83 metros de altura, practicando toda clase de deportes, especialmente el boxeo. Sin embargo, una afección cardiaca que ya tenía se agravó a resultas de un accidente de tráfico que sufrió en 1933, y en el que un fragmento del parabrisas se le incrustó en el cuello. A partir de entonces todo empezó a irle mal : llegó la Gran Depresión, las revistas para las que trabajaba le debían dinero y su situación económica se hizo cada vez más precaria. Su anciana madre contrajo una enfermedad incurable, y hubo de endeudarse para pagar los costes de los médicos. No quiso sobrevivirla (sobre ese particular se han precipitado muchos buitres, algunos de los cuales se hicieron ricos gracias a las ideas de Howard, con la pretensión de psicoanalizarle) y en 1936 ya había premeditado quitarse del medio, dejando sus manuscritos en manos de sus agentes. Poco antes de suicidarse dejó escritas estas líneas:

"Todo voló, todo acabó.
Por lo tanto levantadme sobre la pira
El festín ha terminado
Y la lámpara ha expirado".



El asalto del cimmerio a las viñetas

"Y allí llegó Conan, el cimmerio, cabello negro, adustos ojos, espada en mano, ladrón, asaltante, asesino, presa de grandes tristezas y grandes alegrías, dispuesto a pisotear con sus pies calzados con sandalias los enjoyados tronos de la Tierra."
                                                      (Las Crónicas Nemedias) 

Thongor, la primera opción de Roy Thomas, tendría años después su propia serie


 Ya hemos visto que el Conan brotado de los escritos de Robert E. Howard sufrió una serie de metamorfosis en posteriores adaptaciones "literarias" y cinematográficas que lo hicieron irreconocible. La excepción a esta regla la constituye sin duda las versiones para el comic, sobre todo las realizadas en la década de los 70, debidas al talento de un guionista (Roy Thomas) y de dos grandes del dibujo (Barry Smith y John Buscema).  Representando dos maneras muy distintas de enfocar al cimmerio y su mundo en imágenes, hay división entre los aficionados partidarios de Smith y los de Buscema. Desde mi punto de vista creo que ambos ofrecieron interpretaciones válidas del personaje, y que hasta cierto punto se complementan, porque el Conan de Howard era un personaje más bien poliédrico.
Parece que los mitos literarios de Tarzán y Conan discurren de forma paralela en la cultura audiovisual del siglo XX. El trato que les ha dispensado el cine ha sido más bien desafortunado, manifestándose en las caricaturescas interpretaciones de un Weissmüller o un Schwarzenegger  , incapaces de captar ni remotamente el sentido de lo heroico y primigenio que caracteriza a estos arquetipos. En cambio, el cómic los ha favorecido con las aportaciones de grandes artistas: Hal Foster, cuyo equivalente en Conan sería Barry Smith, o Burne Hogarth que tiene su correspondiente en John Buscema.
Antes de pasar al cómic, se deben mencionar las soberbias cubiertas que Frank Frazetta ilustró para las reediciones de bolsillo de los libros de Conan de la editorial Lancer Books, a mediados de los 60.
El promotor de los cómics de Conan fue su guionista, Roy Thomas, ex-profesor de instituto de Missouri, que empezó a colaborar en 1965 con Marvel, "la Casa de las Ideas". Cuando Stan Lee lo nombra su Director editorial asociado, acuerda con este ampliar los límites del comic-book, publicando historias no protagonizadas por superhéroes. Los propios lectores habían sugerido versionar los relatos de Burroughs, Tölkien o Robert E. Howard. Al principio se pensó en adaptar Thongor de Lemuria, un personaje de Lin Carter inspirado en parte por el cimmerio, pero tras contactar con el albacea literario de Howard, Thomas se convenció de que adquirir los derechos de Conan no resultaría demasiado oneroso para el corto presupuesto de que disponían. Por aquel entonces, Thomas no era un gran aficionado al género del Sword and Sorcey, y el primer guión que escribió para Conan se resiente de su escaso conocimiento de la obra de Howard, algo que fue corrigiendo en sucesivas entregas. 

 

Página de Barry Smith para "Las Garras de Thak" (1971)
Página de Barry Smith para "El Jardín del Miedo" (1971)




El puesto de dibujante recayó en un autor joven y hasta entonces casi desconocido, el británico Barry Smith, alguien que no exigía un caché demasiado elevado  para un proyecto experimental como era entoces el de Conan. Ese primer ensayo de cómic se materializó en una revista en color "Conan the Barbarian" cuyo primer número salió publicado en octubre de 1970, con el episodio titulado "La Llegada de Conan". Aquí podemos ver la primera plasmación del bárbaro  a la manera de Smith: estilizado (casi un autorretrato idealizado del dibujante) tocado con un yelmo astado. El estilo de Smith estaba en aquella época demasiado lastrado por la influencia de Jack Kirby, uno de los autores estelares de superhéroes Marvel, caracterizado por sus figuras algo toscas y desproporcionadas. Pero el joven dibujante inglés había puesto el suficiente empeño para que la cosa siguiera adelante y poco a poco fue dotando a sus ilustraciones de un mayor refinamiento y gusto por el detalle barroco, a la vez que iba proyectando su personalidad sobre Conan, hasta convertirlo en algo suyo. Al mismo tiempo Roy Thomas se va involucrando cada vez más en el proceso creador y va mejorando el nivel de sus guiones.
Este proceso empieza a hacerse patente a partir de la cuarta historia "La Torre del Elefante", donde Smith abandona  las volumétricas figuras a lo Kirby por las líneas curvas, la serenidad compositiva y la delicadeza ornamental. Es fascinante asistir a  esa asombrosa evolución de un artista que va afirmándose y encontrando su propio camino página a página , si bien es verdad que su Conan resulta más apolineo y elegante, menos truculento, que el howardiano. Está más en conformidad con una tradición de fantasía heroica "a la europea" (y sobre todo a la británica), que bebe en las fuentes del romanticismo tardío, el prerrafaelismo y el Art Nouveau. No obstante, Smith supo captar como nadie el orientalismo, decadente y exótico, de las "ciudades resplandecientes" y otros escenarios donde transcurren algunos de los relatos de Howard.


"La Torre del Elefante" por Barry Smith (1971)
"La Torre del Elefante" por John Buscema y Alfredo Alcalá







Como era habitual en Marvel el trabajo se repartía entre un equipo, formado por el encargado del guión (Roy Thomas), los lápices (Barry Smith) y el "embellecedor" o el que pasaba a tinta los dibujos (Dan Adkins y Sal Buscema en los primeros tiempos). Hay que decir que al menos durante los primeros trece años que duró la serie este trabajo se hizo con gran calidad, debido al gran nivel de los artistas implicados, y no derivó en una "cadena de montaje" pura y dura al servicio de las prisas y la cantidad, como en otras producciones de la casa.
Barry Smith realizó hasta 24 entregas de la saga, cada vez con más acierto, siendo las mejores las últimas que llegó a dibujar: "El Monstruo de los Monolitos", "La Sombra del Buitre" y "La Canción de Red Sonja" (historias en las que Roy Thomas empieza a incorporar referencias de otros personajes howardianos ajenos a los relatos de Conan, como es el caso de la heroina Sonya de Bragantino). Poco después ilustrará "Clavos Rojos", una obra maestra que representa su despedida como dibujante de la serie en 1973, para fundar una compañía independiente de cómics, y más tarde dedicarse a la ilustración de libros y la pintura (con el nombre de Barry Windsor-Smith), con algunas vueltas esporádicas al mundo del cómic y al universo de Conan, el personaje que le hizo célebre.

Primera página de Barry Smith para "Clavos Rojos"(1973)

Barry Smith mantuvo el listón muy alto, obligando a sus sucesores a poner toda la carne en el asador. Es entonces cuando recae la responsabilidad de los lápices en el artista neoyorkino John Buscema, una de las estrellas del firmamento Marvel (muy popular por haber dado vida entre otros superhéroes a Silver Surfer y a los 4 Fantásticos, el buque insignia de la editorial), entonces en plena madurez creativa y que sabrá ofrecer una visión renovada y vigorosa del personaje, apoyándose en un equipo de colaboradores conocido como "la tribu". Buscema, que creció admirando a los clásicos del comic americano como Hogarth, Raymond o Foster, era el artista más dotado para crear un Conan más verosímil y cercano al que había imaginado Robert E. Howard, para nada un "buen salvaje" idealizado, sino un musculoso bárbaro de negra cabellera al viento, cuya aptitud para la supervivencia se corresponde con la fortaleza de sus instintos naturales, sin corromper por la civilización. Buscema es un virtuoso del dibujo anatómico ( puede que en esto tenga que ver su ascendencia italiana, tal vez esté emparentado con Miguel Angel). Su estilo contundente, ideal para las escenas de acción, tal vez descuide algo los fondos, pero es capaz de sugerir con economía de medios la ambientación adecuada para sus historias.



Viñeta de John Buscema y Alfredo Alcalá para "El Tesoro del Hechicero" (1975)

A partir de este momento los guiones de Thomas se adaptan al nuevo estilo de Buscema para versionar las principales historias del escritor texano, y además ofrecer aventuras frescas y novedosas (inspiradas más o menos libremente en los relatos de Howard y continuadores, pero también en ideas del propio Thomas). Así consiguen mantener alto el pabellón durante al menos diez años. En agosto de 1974 surge una nueva revista "The Savage Sword of Conan", donde se publicarán las historias en blanco y negro, y destinadas a un público más adulto, que se cuentan entre las más interesantes  creadas por el tándem Thomas & Buscema: "Nacerá una bruja", "El estanque del negro", "La ciudadela escarlata"; "Más Allá del Río Negro", "La espada de Skelos", "Conan y el dios araña", "Conan el Bucanero". Además de dibujos de Buscema, encontramos en estas páginas en blanco y negro historias ilustradas por Neal Adams, Gil Kane, Alfredo Alcalá,etc Mención aparte merecen algunas hermosas portadas que se hicieron para esta publicación debidas al propio Buscema y a Boris Vallejo entre otros.


Típica viñeta del Conan de John Buscema
Página de John Buscema, con influencias tarzanescas




Al mismo tiempo se seguía editando el comic-book en color "Conan the Barbarian", con nuevas historias, entre las que destacan la saga de Conan (o Amra) y Bêlit (su compañera, la ardiente Reina de la Costa Negra, capitana de la nave pirata "La Tigresa") realizadas entre 1975- 1978, uno de las más afortunadas creaciones de la historia del cómic. En este ciclo participaron otros dibujantes como Frank Thorne, y sobre todo el controvertido Howard Chaykin, que aportó algunas de sus páginas más soberbias. Años más tarde Mike Docherty intercalaría en esta saga una historia, con guiones de Roy Thomas, titulada "El que acecha en las nieves" e inspirada en "Las Montañas de la Locura" de Lovecraft.

Una página de Conan, ilustrada por Howard Chaykin para "El Ojo de la Serpiente"(1977)

El fenómeno de Conan fue creciendo, y ante la demanda de los aficionados la Marvel fue inventando nuevas publicaciones y ofreciendo más cantidad de material, no siempre a la altura de los niveles de calidad hasta entonces alcanzados. Interesante es, sin embargo, la primera etapa de "King Conan" en la que Thomas y Buscema nos narran las andanzas de un cimmerio maduro, padre de familia y rey de Aquilonia. Hacia 1982 primero Thomas y luego Buscema abandonan la serie, y sus continuadores no supieron tomar el relevo. Es la época de  los dibujantes filipinos como Ernie Chan, Alfredo Alcalá o Rafael Kayanan, a los que no quiero restar méritos, pero que demostraron menos talento que sus predecesores. Cuando tras su retiro temporal regresa Buscema se nota su dependencia del entintador Ernie Chan, responsable de un cierto achaparramiento del personaje. De todas formas, los forjadores del mito para los cómics, Roy Thomas y John Buscema volverán a finales de los 80 para componer la aventura que serviría de definitivo canto del cisne del personaje: "Conan de las Islas".


Portada de una aventura de Conan y Bêlit
Portada de una aventura de Conan y Bêlit


Tras años de éxitos continuados la fórmula narrativa de Thomas sufrió un desgaste y se fue agotando. Por su parte, la Marvel sometió al personaje a una explotación editorial que trabajó a favor de la cantidad, sacrificando la calidad. Se sacaron de la manga muchas series de "bárbaros" que no eran más que un plagio del cimmerio, sin aportar ideas frescas ni originales. De modo que el público hasta entonces fiel se fue distanciando cada vez más. Se hicieron "experimentos" para atraer a un público más joven, pero fracasaron estrepitosamente.Aún siguen intentándolo, en una época en la que lo artesanal va dejando paso en las historietas al uso de las técnicas infográficas.Ya veremos qué sucede.
La influencia de Conan en otras series de comic en todo el mundo ha sido enorme. Todos podemos citar miles de títulos, pero ninguno puede competir con el genuino, el auténtico bárbaro del Norte. ¡Un saludo a todos los que lo recuerdan y no han traicionado su espíritu , por Crom!

Conan se enfrenta con su archienemigo el brujo Toth-Amón en "Sombras en la Calavera", por John Buscema. Duelo de antagonistas al estilo de los superhéroes de Marvel.


Las ilustraciones gráficas son de exclusiva propiedad de sus autores y/o sus herederos legales. Son reproducidas aquí sin ánimo de lucro,  con fines meramente ilustrativos, didácticos y de estudio para los visitantes ocasionales.





3 comentarios:

  1. Excelente artículo, pero la ilustración que usas para abrirlo no es de Frazeta, sino de Earl Norem. Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Si amplias la imagen verás la firma de Norem junto a la calavera.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es de justicia reconocer que me equivoqué al atribuir a Frazetta la autoría de esa ilustración, que en efecto corresponde a Earl Norem. Muchas gracias por ayudar a mejorar este blog.

      Eliminar