domingo, 13 de septiembre de 2020

EL PENSAMIENTO CREATIVO FRENTE A LA IGLESIA COVIDIANA


Lo más probable es que a medida que la gente se vaya volviendo cada día más gilipollas si cabe, al no llegarles el suficiente oxígeno y riego al cerebro, la masa de adeptos de la superstición covidiana subirá y subirá como la espuma. Después de la Iglesia de la Calientología,  la Iglesia LGBT y  la de los Adoradores del Smartphone, ha llegado la secta definitiva, la Iglesia del Bozal, capaz al fin de aglutinar a segmentos muy diversos de la población, unidos todos ellos por el  canguelo común y las ganas de amargar su propia existencia y la del prójimo, al tiempo que intentan revestir su cobardía con un manto de superioridad moral. 
Esta Iglesia tiene su propio clero, compuesto por el colegio de médicos (los nuevos curas) y sobre todo por los periodistas apesebrados y los medios de defecación masiva. Estos nos sermonean a diario desde sus púlpitos televisivos, predicando contra el demonio en persona (que a menudo se identifica con  Donald Trump, pero que también puede encarnarse en Putin o en Bolsonaro) y despotricando contra sus supuestos adeptos (los insolidarios, negacionistas, conspiranoicos...) mientras ellos se dedican a difundir con profusión los bulos de sus generosos patrocinadores, a saber: el gobierno, la gran banca y las multinacionales farmacéuticas. 
También tiene ya montado su propio  Tribunal de la Santa Inquisición, cuyos comisarios componen esa misteriosa "comunidad" de ofendiditos de Internet, que te puede banear una cuenta o cerrar un canal de YouTube cuando les salga de la punta del cipote, los trolls profesionales al servicio del poder y los llamados "verificadores", que están logrando que en este país el derecho a la libertad  de expresión haya pasado a convertirse en una reliquia exótica de tiempos remotos.
Todo esto ha conseguido que en Ex-paña impere un ambiente enrarecido, irrespirable, de pensamiento único, donde sólo se puede callar, obedecer y asentir ante lo que proclaman los medios que es la Verdad Suprema. Un pensamiento único que para imponerse ha encontrado el medio más idóneo posible: la angustia y el terror. Y para este fin cuentan con un instrumento de sumisión que ha probado su eficacia en los países islámicos, esos tan admirados por el progrerío posmoderno: el bozal. Basta cruzar nuestras fronteras desde cualquier país de lo que  antes se llamaba la Cristiandad para percibir el contraste que ofrecen las calles: aquí parecemos todos concubinas y concubinos de un harén, a punto de bailar la danza de los siete velos para deleitar a algún tocinesco sultán a lo Mohamed VI. Ahora me explico qué hacían  aquellos sanitarios y espontáneos de los balcones a los que durante el confinamiento les entró la fiebre bailona: ensayar un numerito para el serrallo.
Con coronavirus o sin coronavirus, el nuevo modo de pensar, sentir o "vivir" (si es que a esa existencia larvaria que llevan muchos de nuestros paisanos se le puede llamar vida) que nos ha traído la "nueva normalidad" es algo absolutamente macabro. Un status quo hecho a base de mascarillas, distanciamiento social y restricciones que ha venido para quedarse, y que los ex-pañoles del 2020 aceptan resignaditos y sumisos, no sólo para ellos mismos sino  también para sus hijos, incluso los de más corta edad. Antaño se tenía a los ibéricos por gente brava, y un servidor mismo creía que los de las generaciones del franquismo eran algo más bragados que lo son sus hijos o sus nietos, pero me estoy llevando una terrible decepción. Ahora me parece que tenía bastante razón el viejo comunista-jonsista Santiago Montero Díaz cuando afirmaba que el franquismo había conseguido desvirilizar a los españoles, porque pasada la etapa heroica y espartana de la  guerra civil de y la posguerra, la prosperidad que trajo el desarrollismo de los años 60 y 70 sólo ha producido un rebaño de blandengues que tiemblan como flanes ante un enemigo invisible (y puede que inexistente) y han renunciado a vivir como seres humanos para sobrevivir malamente como lémures o espectros. Por no hablar de los que crecieron en los años de la transición, con la "movida"o con la Logse, o de los actuales millennials, el non plus ultra de la degeneración todos ellos.
¿Alguien se acuerda de cuando la zurdería patria despotricaba contra la "ley mordaza"? Pues son los mismos que ahora acatan sumisos el bozal y los castigos que el gobierno de la coalición egogibosa tenga a bien imponer a los españolitos, por  sus pecados, tal vez contra la Segunda República. Y es que la actual casta política de nuestro país, todos ellos desde los señoritos de Podemos hasta los de Vox, son una panda de psicópatas consentidos que aplican la Doctrina del Shock y disfrutan viendo sufrir a nuestro pueblo, mientras ellos gozan con fruición de sus privilegios y se saltan todas las restricciones a la tolera, viviendo en su particular burbuja alejada de la cruda realidad, como lo ejemplifican a la perfección los titulares del marquesado de Galakagar. Esta casta de sanguijuelas empoderadas son el equivalente actual de los aristócratas empelucados que pasaron por la guillotina en la Francia revolucionaria de 1789 o de los patricios de la Roma decadente, que fueron empalados por las hordas de Atila... "Dueños de sus destinos son los hombres. La culpa, querido Bruto, no está en las estrellas, sino en sus vicios". 
El futuro que tienen reservado para los ex-pañoles el globalismo y nuestros partidos políticos  (todos ellos servidores del NOM) no puede ser más negro, no nos llamemos a engaño. La población nativa no interesa y por eso está siendo laminada, mediante el aborto, el gerontocidio (cuyo adelanto ya vimos la  pasada primavera)  el infanticidio o el adolescentecidio (proximamente lo vamos a ver en las aulas). Las nuevas tecnologías permitirán al NOM prescindir de gran parte de la mano de obra actual, y el trabajo que quede será  desempeñado mucho mejor por esclavos africanos (en las minas de coltán o en las plantaciones de transgénicos, por ejemplo) o por asiáticos (en productos más sofisticados, de alta tecnología o software). Así pues ¿para qué seguir manteniendo a una población que se considera inútil, y que resulta incluso onerosa, como en el caso de los pensionistas, de los que ahora se dice que "viven por encima de sus posibilidades"? La consigna que han recibido nuestros políticos es la del exterminio total y acelerado, y ya lo creo que la están cumpliendo, a rajatabla.
Los ex-pañoles estamos siendo objeto, a ver si nos enteramos de una vez, de un colosal experimento como el del Proyecto Milgram de programación mental, para lograr nuestra obediencia ciega ante la autoridad, que nos está llevando a todo gas al matadero, y por más despótica y arbitraria que esta sea.
Si en los últimos tiempos había que andar con suma cautela, como si se atravesara un campo de minas, cada vez que se emitía una opinión divergente  para no ofender a los colectivos sensibles y a los vigilantes de la corrección política progre (esa neoinquisición de la que habla Axel Kaiser en su libro) ahora ya resulta una hazaña del todo imposible discrepar del mensaje redentor de los mass-mierda terroristas.
Así pues y ante este ambiente de censura y autocensura, la cosa pinta muy mal para los espíritus creativos, porque estos se nutren del pensamiento divergente, que es lo opuesto del pensamiento único que nos tratan de imponer. Decía Nietzsche (y aquí la cita es ineludible) que es necesario tener un poco de caos para alumbrar una estrella danzarina. Es decir que el temperamento artístico e innovador exige que se le permita respirar con libertad, y que cierta dosis de anarquía es cosa sana para el cultivo de la creatividad. También es cierto que si el déspota no logra aniquilar del todo al hombre de talento, este se vuelve más fuerte y peligroso. No cabe duda que bajo ciertos regímenes autoritarios y censores se ha avivado mucho el ingenio de los artistas y los poetas, aunque algunas  modernas dictaduras llegan a pesar tanto como una losa asfixiante o una lápida mortuoria sobre sus súbditos hasta el punto de acabar por aplastarlos como a moscas (verbi gratia, la China comunista, el gran modelo a seguir por algunos gobiernos del mundo para afrontar esta plandemia).
 Con el estabulamiento de la población, el encierro voluntario, las mascarillas intoxicantes y obligatorias y la distancia social están consiguiendo que la actividad humana se reduzca al mínimo indispensable, para trabajar y  consumir. El ganado no piensa, apenas interactúa con el vecino y mucho menos genera ideas innovadoras o revolucionarias.  Ahora mismo, además de los drones para vigilarnos y las técnicas de reconocimiento facial como la de AI Mars, adquirida recientemente por nuestro gobierno, algunas empresas como Neuralink ya están desarrollando dispositivos neurológicos para implantarnos chips en el cerebro y así poder acceder a nuestros pensamientos y controlarnos más a su antojo. Pero mientras llega el día en que por fin se cumplan los sueños trashumanistas de la élite y nos conviertan (a los que sobrevivamos) en robots a su servicio, todavía los auténticos humanos podemos y debemos dar mucha guerra.
Conviene recordar que si algo temen por encima de todo esos ingenieros del pensamiento único y esa casta de parásitos empoderados es precisamente que haya sujetos inconformistas e impredecibles, que se puedan servir del pensamiento divergente para dar al traste con sus proyectos de control social. "El mundo sabrá que unos pocos hombres libres se enfrentaron a un tirano, que unos pocos se enfrentaron a muchos. Y sabrán, antes que acabe esta batalla, que incluso un gran tirano puede sangrar."

No hay comentarios:

Publicar un comentario