jueves, 7 de mayo de 2020

EL ESTADO DE ALARMA DEL 36 Y LA PROPAGANDA DEL FRENTE POPULAR

Cartel de la guerra civil, a partir de una litografía de Ramón Puyol

Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. Y los españoles actuales, dígase lo que se quiera, ignoramos ampliamente nuestra propia historia, y por lo tanto no solemos reparar en curiosos e inquietantes paralelismos. No quisiera ser agorero de infortunios, aunque para guerracivilistas se bastan y sobran los socios del actual gobierno y los partidos que los apoyan, como el del jefe de prensa de la Generalitat.  Existe un precedente histórico del estado de alarma que ahora soportamos,  con la excusa sanitaria de  la pandemia del coronavirus, y que obedece en gran parte a motivaciones políticas. Y fue precisamente el decretado el 17 de febrero de 1936, otro año bisiesto, justo al día siguiente de la supuesta victoria del Frente Popular en las elecciones de la Segunda República. Estado de alarma que hacía el número 23 de los  que se decretaron durante el período republicano y que se prolongó hasta el 18 de julio, en el que fue sustituido por el estado de guerra. Sobre aquellas elecciones, como  sobre las del 10 N  del año pasado que dieron el triunfo al llamado 
"nuevo Frente Popular" formado por Sánchez y Unidas Podemos, recayeron las sospechas de fraude electoral. Al menos nunca se publicaron los resultados de la primera vuelta de aquellas elecciones, que según algunos arrojaban un empate con leve ventaja de la izquierda, y el recuento de votos de la segunda vuelta y la atribución de actas se hizo en un ambiente tal de presión y  amenaza por parte de los piquetes de la izquierda, que se puede hablar sin temor a equivocarse de un auténtico pucherazo (como el "ciberpucherazo"  que se sospecha amañaron los amigos de Sánchez, en concreto INDRA, la empresa de George Soros).

Aquel estado de alarma sería proclamado por el jefe de Gobierno Portela Valladares, en quien confiaba el presidente Alcalá-Zamora para que creara un partido de centro que cerrara el paso a la conquista del poder por parte de las izquierdas, proyecto que fracasó estrepitosamente. A resultas de lo cual, el gallego cobardón de Portela, al igual que ha hecho en  tiempos más recientes su paisano Mariano Rajoy, arrojó la toalla y entregó el poder a Azaña, el izquierdista "moderado" que acabaría devorado por la izquierda caníbal  del PSOE bolchevique  y del Partido Comunista de Stalin. Sería el propio Azaña el encargado de prorrogar el estado de alarma, que le atribuía amplios poderes reforzando su autoritarismo y que ponían en suspensión varios derechos, en particular el de la libertad de tránsito y la libertad de expresión . La censura también se aplicó entonces por doquier, aunque no evitó que el gobierno se viera desbordado al final por la violencia callejera. A partir de aquella otra "primavera trágica"  España se llenaría también de ataúdes y de muertos sin velatorio, aunque en aquella ocasión por otros motivos y por otra clase de virus, el de las balas cargadas por la política (y los ajustes de cuentas que la tomaron como excusa). Al igual que ahora, por parte de las autoridades se quiso arrojar un manto de silencio sobre lo que estaba pasando, mientras se masticaba la tragedia.

¨La desescalada progresiva y asimétrica dará paso a la nueva normalidad"


Lo cierto es que lo que estamos viviendo ahora es un estado de excepción encubierto e interminable, y es lo más parecido al clima enrarecido que sufrieron los españoles a partir de 1936, y que se extendió durante toda la guerra civil y toda la posguerra. Algunos indicadores que nos permiten afirmarlo son los siguientes: los llamamientos al "mando único" y a la "disciplina social", la escasez de ciertos productos básicos como los equipos de protección, el estraperlo y  las empresas fantasma proveedoras del gobierno, las colas kilométricas para comprar en el supermercado (como en los peores tiempos de la cartilla de racionamiento), toque de queda e imposición de la franja horaria a la población,  uniformados patrullando las calles y actuando a veces de forma arbitraria, estado de miedo y angustia ante el futuro de ruina económica que nos espera, el jolgorio orquestado desde el poder para tapar el desastre que se nos viene encima, los discursos interminables y con poca sustancia del líder supremo en los medios,  la repetición machacona de rituales estereotipados al estilo totalitario como los aplausos a las ocho de la tarde, los vecinos que denuncian a otros vecinos a los que vigilan desde los balcones, etc. etc.

Portada de Chumy Chumez para "Hermano Lobo", de 1975 y hoy de gran actualidad

Al igual que por aquel entonces, hay que mantener bien alta la moral de las masas, convencerlas de que están en las mejores manos posibles y "combatir los bulos" que contradigan la versión oficial sobre lo que está aconteciendo, y que hoy nos es servida  por esas televisiones tan generosamente regadas con dinero público. Al servicio de esta causa, solidaria con la censura en las redes sociales y su monitorización para detectar las críticas al poder, como ha reconocido un mando de la Guardia Civil,  trabajan a destajo los Maldita.es, Newtra y otros compañeros de viaje de la Secta, empeñados en una cruzada contra todas las fake news, salvo las del gobierno de Sánchez y Atresmedia, claro está.


Los rojeras de Maldita.es al rescate del FMI 

Es penoso comprobar como se está siguiendo un guión que parece calcado del representado hace ochenta años, desde que se produjo la intentona golpista y secesionista de la Generalitat catalana (que fue un remedo de la del 34). Qué previsibles y qué poco originales somos, qué poco aprendemos de las lecciones de la historia. Y cuánto nos merecemos lo que nos está pasando y lo que nos queda por pasar...

Curiosidades de la propaganda del Frente Popular
La propaganda jugó un importante papel en la estrategia del Frente Popular para hacerse con el poder y marchar hacia la guerra civil. Estando las principales ciudades y los principales estudios de publicidad en la zona roja, no es de extrañar  que los mejores ilustradores y cartelistas estuvieran al servicio del frente Popular. Algunos de ellos sufrieron depuración o se exiliaron tras la guerra; como les ocurrió a Monleón, a Castelao o a Bardasano pero hubo otros que pudieron desarrollar sin muchos problemas su trayectoria profesional durante el franquismo, ya que vivieron la guerra civil  siendo muy jóvenes, como les sucedió a Lorenzo Goñi, Ramón Calsina o a  Hernández Palacios.
El gran referente estético de los carteles y publicaciones de las izquierdas durante la República y la guerra civil fue sin duda la  asombrosa propaganda desplegada por los bolcheviques durante la Revolución de Octubre. Se imitaba el estilismo rayonista de estos, pero también llegaban influencias del realismo socialista alemán y de los collages al servicio del comunismo de George Grosz y Heartfield

Tampoco faltaban, aunque resulte paradójico, carteles que "plagiaban" la estética nazifascista, sobre todo en Cataluña  donde podemos percibir su influjo en ese del Estat Catalá del Capità Collons, con gladio fascista y todo, y para que estén representadas todas las tendencias, ese otro de las Juventudes Libertarias dominado por un monumental representante de la raza aria. Se comprueba como los tics totalitarios de los políticos catalanes de hogaño, tan esperpénticos como estrafalarios, vienen de mucho antes.




Carteles del Estat Catalá y las Juventudes Libertarias



Como en todas las guerras, en ambos bandos se demonizaba a los enemigos, representándolos a menudo como sabandijas o criaturas de rasgos abominables: sapos, serpientes, homínidos, diablillos o gárgolas escapados de alguna catedral gótica.En este subgénero destacó el  genial dibujante valenciano Manuel Monleón, encargado de realizar la propaganda para el Partido Sindicalista de Ángel Pestaña, una escisión de la CNT que estableció algunos contactos con los jonsistas de Ramiro Ledesma antes de la guerra civil. Resulta delicioso descubrir como toda la rica imaginería medieval y teocrática, poblada de monstruos y endriagos, logró sobrevivir en los tiempos modernos y se puso al servicio de la propaganda de esas religiones ateas y secularizadas que son las ideologías políticas.

Obrero combatiendo la hidra fascista, según un cartel de Monleón

A los enemigos se les presentaba como seres odiosos, pero también se les ridiculizaba. Y resulta sorprende comprobar que esa izquierda frentepopulista, de la que los actuales progres y barbijaputas se reclaman herederos, no siempre respondían a los patrones que ahora se consideran políticamente correctos. Por ejemplo, el PSOE era de aquella un partido obrerista, y hoy diríamos que demasiado machista para el gusto contemporáneo, que en 1933 se opuso al sufragio femenino ("la mujer es histerismo" llegaron a decir algunos de sus dirigentes). Los anarquistas eran en eso de la igualdad de sexos algo más consecuentes,exaltando el papel de las milicianas como una especie de Lara Crofts de la época, heroínas revolucionarias dispuestas a todo en la lucha antifascista. Y los comunistas empezaron planteando la igualdad  en los términos que se ven en el cartel, con mujeres (más bien marimachos) con el martillo en ristre y dispuestas a aplastar a todo machirulo que se les pusiera por delante...

Cartel comunista de los primeros tiempos

 Pero ya avanzada la guerra civil , bajo la tutela de Stalin, y con la creación en 1937 del Ejército Popular y del "mando único" (sí, así como suena) las milicias de partido pasaron a un segundo plano y las antiguas milicianas, comparadas ahora con las putas por los propios socialistas y comunistas,  tuvieron que desempuñar el rifle y conformarse con servir en labores de retaguardia, más propias de su sexo en opinión de sus camaradas varones. Algunas como amas de casa, otras trabajando en los hospitales y las fábricas, y otras obligadas  a dedicarse a la prostitución para sobrevivir en tiempos de guerra. Las fulanas fueron el blanco de  una campaña con carteles como el de Blas, que reproducimos aquí debajo, para la Jefatura de Sanidad del Ejército de Tierra (controlada por los comunistas) que adviertía a los soldados del peligro de contraer enfermedades venéreas. Lo cierto es que antes de la Batalla del Ebro esta clase de epidemias y el alcoholismo estaba haciendo estragos en las filas del bando rojo.
En cualquier caso, las guerras y las epidemias suponen siempre un jarabe de realidad que hace que se disipen las pajas mentales que resultan de una borrachera ideológica. Tan solo han bastado dos meses del estado de alarma para que se atenúe la "emergencia inclusiva" en los medios, y nadie nos habla en los telediarios de los muertos y las muertas para referirse a las víctimas del coronavirus, por ejemplo.

Cartel de Blas para la Jefatura de Sanidad del Ejército de Tierra

Viendo como se las gastaba la izquierda aquella no nos puede sorprender que eso que ahora se llama homofobia estuviera bastante presente en las caricaturas y la propaganda política de la época. En ambos bandos la homosexualidad era vista como algo vergonzoso, que se podía utilizar para denigrar y ridiculizar al enemigo político, pero sólo en la propaganda roja (quizás por ser más desinhibida) aparece esto de una forma más gráfica y manifiesta. Las caricaturas de Franco-maricón (el "general invertido" llegaban a decir) constituyeron una especie de subgénero en sí mismas, cultivado por varios caricaturistas como Bagaría, Cañavate (autor de un cartel muy elogiado por Picasso) y sobre todo y con mayores dosis de mala leche por los habituales de "La Traca", una revista satírica valenciana que era el equivalente de lo que hoy es "El Jueves" o programas de TV como "El Intermedio".


Cartel de Cañavate con caricatura de Franco

Entre los nacionales corrían chistes similares sobre las preferencias sexuales de Manuel Azaña y de otros líderes de la izquierda, pero no solía aludirse tan directamente a ese tema en las caricaturas,  que se conformaban con ensañarse con el aspecto físico poco agraciado del personaje. Para los frentepopulistas la supuesta homosexualidad de Francisco Franco era extensible a sus seguidores, como puede verse en algunos retratos de falangistas representados con un aire equívoco. Terminada la contienda algunos de estos propagandistas pagaron muy caro su sarcasmo y, por ejemplo, el editor de "La Traca" y el dibujante Bluff fueron pasados por las armas entre otras cosas por haberse burlado de los curas y del Caudillo. En 1940 nadie estaba para bromas, y en circunstancias así el ejercicio de la libertad de insultar al enemigo político se suele volver contra los que lo han practicado con asiduidad.

La España Nacional según una viñeta de"Esquella de la Torratxa"

También causa sorpresa en la actualidad comprobar como el racismo tampoco era un desconocido para los propagandistas del Frente Popular, en especial cuando se trataba de representar a los musulmanes que servían como regulares en las tropas del general Franco. Estos eran vistos como unos salvajes renegridos, que perpetraban toda suerte de fechorías, mutilaciones y matanzas, y que se amancebaban con las blancas cuando no las violaban directamente. Otros servían de acompañantes de cama del Invicto Caudillo, porque de todo había. Así aparecían en abundantes caricaturas, como "El auca del moro feixista". un panfleto editado en catalán por la Generalitat de Luis Companys, y que ahora avergonzaría a los secesionistas tan amigos de todo lo islámico. En ese cómic, además de comparar al moro de turno con un jumento, lo vemos robando, maltratando a ancianitas y faltando a algunos preceptos del Corán acerca del consumo de bebidas alcohólicas.

Cartel para la defensa de Madrid
En otros carteles y dibujos de prensa se  muestra al moro invasor como un símbolo atávico de la barbarie más absoluta, enemigo de la civilización y hasta de la cristiandad, lo que no deja de ser chistoso si tenemos en cuenta el trato que dispensó el Frente Popular a sacerdotes y creyentes. Hay una viñeta en que un moro con fez es comparado con un cura con sotana y sable, tal vez vistos como representantes ambos del oscurantismo que los revolucionarios pretendían combatir.

Viñeta de Mario para "Fragua Social"

Si bien es cierto que la ferocidad de los tabores marroquíes era utilizada por los propios generales sublevados como arma de guerra psicológica y su fama de sanguinarios era aprovechada para infundir pavor en el enemigo, despertando recuerdos ancestrales de la época de la Reconquista, y no tan ancestrales como los del Barranco del Lobo. Revistas como "Fragua Social" de la CNT publicó gran  material xenófobo a cuenta del invasor moro, que hacían ahora víctimas entre la población  civil como antes las habían hecho entre los soldados españoles en una guerra como la de Marruecos, a la que el anarcosindicalismo se había opuesto siempre. Y es que es justo reconocer que el comportamiento de las tropas moras, mal pagadas y acostumbradas a la brutalidad de los enfrentamientos anticoloniales contra los franceses y los españoles, ofrecía motivos suficientes para este tipo de propaganda.

Viñeta de Muro para "Fragua Social"

Hay testimonios estremecedores acerca de las "hazañas" de los regulares de Yagüe en la conquista de Badajoz, así como de los moros del general Varela en la toma de Toledo y del Hospital de la Santa Cruz. Sin llegar a los extremos de los goumiers franceses en la campaña de Italia de la Segunda Guerra Mundial, sí que se cometieron bastantes tropelías, con el agravante de que se emplearon tropas coloniales contra otros compatriotas...Pero esas cosas traen las guerras civiles y la torpeza de no querer evitarlas.

Imagen de "El auca del moro feixista"


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