martes, 5 de mayo de 2020

CÓMICS FRANCESES CON BUENA MEMORIA


El tándem formado por el guionista Fabien Nury y el dibujante  Sylvain Vallée son de lo mejor de la bande dessinée francesa, que a pesar de todo, sigue dando mucha guerra todavía. El que tuvo, retuvo, y un país como Francia que ha sido tierra de grandes dibujantes y de series tan importantes como las aventuras de Alix el intrépido o del teniente Blueberry, o incluso de Thorgal, sigue siendo un referente para aquellos que creen en la posibilidad de una tercera vía entre el cómic estadounidense y el manga japonés. Una vía más realista, mejor documentada y que aborda con rigor los temas históricos, sin los sectarismos y las memorias hemipléjicas que son tan habituales por estos pagos. Dos ejemplo de ello son dos series de estos autores: "Katanga" y "Érase una vez en Francia".
La primera es una historia imaginaria ambientada en pleno proceso de descolonización del Congo belga en los años sesenta, en el momento en que los empresarios mineros de la antigua metrópoli alientan la secesión de la provincia de Katanga,  para continuar con la explotación de los recursos del país.Un grupo de mercenarios de origen europeo son contratados para velar por estos intereses, pero la codicia por los diamantes dará al traste con todos ellos.  El salvajismo, la hipocresía y la corrupción de unos y  de otros se muestra en cada viñeta de esta historia, rebosante en toda su crudeza.


Viñetas de "Katanga"
La otra serie, aunque se permite también sus licencias, está más anclada en el pasado histórico. Esta vez se cuenta  la vida de Joseph Joanovici, un empresario rumano de origen judío que hizo fortuna en Francia durante la Segunda Guerra Mundial dedicándose al negocio de la chatarra. El título del cómic remite a la película de Sergio Leone "´Érase una vez en América" y como aquella nos cuenta los inicios, ascenso y caída de un capo de la mafia, que supo mantenerse a flote practicando un doble juego, colaborando con los nazis a la vez que con la resistencia. El personaje, a pesar de que a veces  nos muestra su aspecto más humano y no del todo carente de escrúpulos, no duda en traicionar a los que le consideran su camarada para salvar el pellejo. Da chivatazos a la Gestapo, cuyo jefe en París Henri Lafont confía en él hasta el extremo de facilitarle un carnet de esta organización, sobre las reuniones clandestinas de los insurgentes. Unos informes  suyos conducirán a la masacre de los monjes del convento de Brosse-Montceaux a manos de los alemanes, acusados de esconder un arsenal para el enemigo. Para desviar las sospechas contra él de la resistencia, ejecutará a tiros a un joven miembro del grupo al que acusará de delator.




Al mismo tiempo, se hará cada vez más imprescindible para los pocos que en aquel tiempo luchaban contra la Ocupación nazi, en particular la red "Honor y policía", y de tal forma que una vez terminada la guerra será condecorado con el certificado de Gran Resistente. Años después, su papel como colaboracionista y sus crímenes del pasado le pasarán factura, dando al traste con su reputación de gran patriota. Intentará rehacer su vida en Israel, pero no le saldrán bien las  cosas.
En definitiva, la historia de uno de  tantos personajes parecidos, Lansky,  Soros, Noé Trauman,
Moguilévich, Epstein y tantos otros que han nadado y nadan en la ciénaga de la corrupción. Algunos se han ido y se irán de rositas, otros fueron y serán evacuados por el sumidero de la historia, como los tristes excrementos que son, pero habiendo dejado mucha sangre y mucho sufrimiento a su paso...


Viñetas de "Érase una vez en Francia"


No hay comentarios:

Publicar un comentario