jueves, 29 de septiembre de 2016

EL CÓDIGO DE BOÍ

Pantocrátor de san Clemente de Tahull  (MNAC)
 
Vengo comprobando que desde que se publicó el famoso mamotreto de El Código da Vinci de Dan Brown, no han cesado de surgir imitadores por todas partes que han seguido su estela y que, ya sea desde la ficción o con pretensiones ensayísticas, se han obsesionado con las obras de arte sacro para intentar convencernos de que encierran un mensaje herético o anticatólico. Empezaron con la Última Cena de Leonardo, y luego siguieron con la Capilla Sixtina y la Pietá de Miguel Ángel, como ya hemos comentado en este blog http://morenoruizignacio.blogspot.com.es/2016/01/ahora-nos-quieren-colar-tambien-el.html#more
Ahora le toca el turno a la obra maestra del románico catalán, el Pantocrátor de San Clemente de Tahull que en "El llegat de la vall " o "El Legado del Valle" de Jordi Badia y Luisjo Gómez, dos autores que escriben en dialecto barceloní, se nos presenta como un criptograma cátaro. Es decir, que estamos ante un refrito más del Código de las leches, pero está vez con sabor más rústico y con butifarra.
¿Qué dirían Gaudí o Dalí si pudieran comprobar la pobreza de imaginación, la absoluta falta de creatividad de sus actuales paisanos? Ya caímos en la cuenta de que hasta la "cadena humana catalana" se la habían copiado a los letones, que la estelada independentista es casi un calco de la bandera cubana castrista, etc, etc. Pero que sus modernos escritores tengan como modelo a alguien tan infumable como Dan Brown es ya lo último. Lo que pasa es que es un éxito de ventas (no me explico como la gente tiene tiempo para leer volúmenes de más de 400 ó 500 páginas, sin haber leído jamás a los clásicos, como "El Quijote" por ejemplo; lástima de tiempo perdido y de desgaste ocular). Y ya se sabe lo que dicen en Catalunya, "la pela es la pela".
Y es que con centrarlo todo en el microcosmos catalán, ya está todo resuelto. En este folletín también hay una conspiración puesta en marcha por una sociedad de católicos integristas (que esta vez no son los del opus, ni los de El Yunque, sino una supuesta orden de la Divina Sepultura, heredera de la Santa Inquisición) para impedir que se descubra el mensaje que hay encriptado en otra famosa obra de arte. El Pantocrátor, como todo el mundo sabe, se conserva en el MNAC (Museo Nacional de Arte de Cataluña) una magnífica colección de obras del románico de toda España que, por cierto, si los catalanes se llegaran a independizar algún día, tal vez tendrían que devolver en su mayor parte, al tratarse de patrimonio del estado español.  En el papel de los "buenos" del Priorato de Sión, tenemos en esta novela a los iniciados cátaros y sus descendientes, que custodian un misterioso pergamino con la clave del fresco de Tahull. En la imagen que reproducimos del mural se puede observar que no se pudo conservar la parte de abajo, y de ahí se deduce que la que parece ser la Virgen María llevaría una mandorla mística en su vientre, indicando que estaría embarazada. Y que no podía ser otra figura que la de María Magdalena, el perejil que no  falta nunca en todas las salsas, que como esposa de Jesús y madre de su descendencia no me explico qué rayos tiene que ver con los albigenses, que despreciaban lo material, el sexo y la procreación, y consideraban a Jesús como un ser nada más que espiritual... Los autores también se empeñan en mezclar a los cátaros con los templarios, cosa del todo absurda porque, como guardianes de la ortodoxia, los templarios secundaron al papa en su cruzada contra los albigenses.  En definitiva, el mismo rollete que Dan Brown, pero incluso en este caso todavía peor, aderezado con todos los topicazos y lugares comunes de los progres de aquí que  se puedan imaginar. Por ejemplo, se afirma que el leridano valle del Boí en plena Edad Media era un espacio intercultural, donde convivían cristianos, ateos, gnósticos, agnósticos y musulmanes (como la California o la Catalonia de ahora, vamos). Hasta aparece un falangista salido de no se sabe dónde que asegura que Franco tuvo la culpa de que fusilaran a Jose Antonio Primo de Rivera... El libelo ha tenido tanto éxito que los autores ya han sacado una segunda parte, titulada "La cruz de Saraís", y si la cosa sigue funcionando es posible que haya más partes y hasta una serie de la TV3 al estilo de "Juego de Tronos" y todo.
Alguien podría pensar que la intención de los autores está en consonancia con el anticlericalismo catalán de los últimos tiempos. Curiosa evolución la de los catalanes, que hasta comienzos del siglo XX eran una sociedad muy católica e incluso beata (ahí tenemos la devoción por la Virgen de Montserrat, el virolai, mosén Jacinto Verdaguer o la Sagrada Familia de Gaudí para atestiguarlo). Incluso el nacionalismo catalán, igual que el vasco, hunde sus raíces en el tradicionalismo integrista católico del carlismo; pero desde principios del siglo XX en que los carbonarios italianos se infiltraron en el movimiento obrero (anarquistas de la Semana Trágica) y los masones en los partidos liberales y de izquierdas, la progresía catalana se fue haciendo cada vez más atea y afrancesada. Pero no, los autores se declaran creyentes católicos, sin duda en la onda de sor Lucía Caram, y quieren contribuir con su granito de arena a las grandes reformas que se están poniendo en marcha en  la Iglesia.
No creo que tanta novela, ensayo, etc con idéntica temática o parecida sean algo casual. Es como si alguien se empeñara en subvertir las señas de identidad religiosa y las obras de arte que han servido de soporte a la fe de los europeos durante siglos, cambiándolas de significado para adaptarlas mejor a estos tiempos modernos interculturales y feministas que nos toca vivir. No es que personalmente me sienta a día de hoy muy identificado con la Iglesia católica, pero tanta insistencia con María Magdalena, los cátaros y demás ralea huele ya a puchero enfermo. Tal vez el actual pontificado de Jorge Bergoglio no esté tan en contra de estas interpretaciones e incluso las aliente, pero en mi humilde opinión suponen una falta de respeto hacia las creencias de muchos católicos, y no digamos hacia las obras de arte que se utilizan para cocinar este desaguisado. Al final y como todo se imita, no nos sorprendería ver a algún autor gallego afín al soberanismo que escriba su propio "código", interpretando el Pórtico de la Gloria del Maestro Mateo en clave priscilianista (mejor no demos ideas...).



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