martes, 10 de septiembre de 2013


AGARRAR AL TORO POR LOS CUERNOS

"Luchador" de Egon Schiele (1913)
 

Aunque la figura del Guerrero goza de mala reputación en la actualidad entre los ñoños biempensantes, lo cierto es que es más necesaria que nunca en estos tiempos que vivimos. Hace falta tener “alma de guerrero”, como decía Conrad en uno de sus célebres relatos, y un temple de acero, para encajar adecuadamente las catástrofes del presente, y las que están por venir. No será con una actitud timorata y plañidera o con la indiferencia del borrego como podremos hacer frente al nuevo panorama que están diseñando para nosotros los Amos del Dinero, y sus fieles lacayos de la casta política chupasangre.Hay, desde luego, otras opciones, si se tiene madera de gangster a lo John Dillinger o a lo Pablo Escobar. En cualquier caso, es cuestión de no tener muchos escrúpulos y echarle a la cosa redaños.
        



Templario combatiendo a Saitán
Hay quien afirma que nuestro hombre es una especie de místico, y que la Vía del Guerrero ha sido  desde la más remota antigüedad  una forma  de conocimiento y de perfección espiritual, avalada por las tradiciones sapienciales. Cabe recordar a los chatrías de la India y el Bhagavad Gita, el Bushido de los samurais japoneses, la caballería sufí o los monjes-soldados de la Edad Media europea, por poner algunos ejemplos. Hasta las culturas amerindias contemplan esa dimensión espiritual del que sabe enfrentarse a los enemigos de fuera y a los que anidan en el corazón de cada uno (la cobardía, la ignorancia, la corrupción... el miedo, la "claridad", el "poder" en la terminología de Carlos Castaneda). Otros opinan, sin embargo, que el Guerrero no pierde el tiempo con metafísicas, y es demasiado cínico como para creer en Guerras Santas. Que las motivaciones de estas últimas, ya sean ideológicas, económicas o de cualquier otra índole le traen sin cuidado. Que es como es porque nació así, con ganas de zambra y, como dijo aquél "la buena guerra es la que santifica toda causa".


En cualquier caso, el Guerrero ha sido siempre un espécimen solitario y taciturno, que no suele dar muchas explicaciones de sus actos, y al que se teme y reverencia por igual, transformándolo según convenga en Héroe o en Villano. La épica ha sido desde siempre una de las principales fuentes de inspiración para los escritores y los artistas. Pensemos en la Guerra de Troya y la Ilíada de Homero, en Camelot, el rey Arturo y la "materia de Bretaña", en las sagas escandinavas, en los cantares de gesta castellanos, etc. En los cómics todavía alienta la épica en las historias de Tarzán, Conan el bárbaro o el Príncipe Valiente. En el cine no faltará quien recuerde a John Ford y a tantos otros.


 Probablemente ahora la "policía del pensamiento" pretende, si no prohibir, sí al menos ir "desprogramando" la épica de su carga de testosterona, por considerarla retrógrada y fachosa. Y ahí tenemos el resultado en tantas y tantas películas de supuesto "cine histórico" de las que es mejor no hablar, porque son auténticos bodrios, con ¿actores? que interpretan a personajes del pasado con todas las neuras y tics del presente, pretendiendo que comulguemos a estas alturas con ruedas de molino.


"Tarzán" por Burne Hogarth

Lo cierto es que el concepto moderno de la guerra ha hecho que las viejas tradiciones guerreras que hemos mencionado antes hayan ido desapareciendo, siendo desplazadas por la técnica, que  adquiere un protagonismo casi absoluto. Y la figura del Guerrero de antaño ya no encuentra su lugar, porque son ahora las máquinas y los artefactos que matan  a control remoto los que hacen todo el trabajo sucio.Al enemigo ya no hace falta mirarlo a la cara, de hecho ya no tiene rostro, es una masa anónima, la población de una ciudad que ha de ser arrasada o bombardeada. Y las guerras responden más que nunca a motivos sórdidos y mezquinos (industria armamentística, negocio de la reconstrucción de ciudades destruidas, el petróleo), y nunca han sido tan justificadas como lo son ahora en nombre del humanitarismo y de otras "moralinas".


"Conan" por Gil Kane
Cuando estos argumentos fallan se echa mano del miedo al "terrorismo internacional" o al yihadismo, espantapájaros necesario que la propia CIA amamantó con sus pechos y que ahora se mima y se protege. El gran Gendarme americano, que se ha especializado últimamente en las llamadas "guerras preventivas" (Kosovo, Afganistán, Irak) vuelve de nuevo a la carga para derrocar a un gobierno que  molesta a sus intereses. Si las guerrillas rebeldes financiadas por ellos no consiguen resultados (como ocurrió en otros lugares donde triunfó la llamada "primavera árabe") ya se encargan ellos de poner las cosas en su sitio. Ahora le toca el turno al insigne mulato Barack Obama, al títere de los lobbies saudita-israelita, al que tanto celebraron en su momento los “progres”, en los días de vino y rosas, como Príncipe de la Paz interplanetario. Caída su máscara de superhéroe “bueno”, lo vemos transformado en nuevo aspirante a Señor de la Guerra, dispuesto a dar caña a los enemigos del mundo libre y del Libre Mercado, aunque ello pueda traer aparejado el inicio de una tercera guerra mundial. Argumentos hipócritas, y ya muy manidos, no le están faltando para emprenderla contra Siria, y aliados y "socios" por desgracia tampoco le van a faltar.
Los buenistas y los ñoños nos están llevando a todos al borde del precipicio. ¡Que se vayan de una vez los biempensantes al Infierno, y que regrese de nuevo el Guerrero!

Non nobis Domine, non nobis, sed Nomine Tuo da Gloriam




Rudolf Schlichter, "Poder Ciego" (1937)




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