AGARRAR AL TORO POR LOS CUERNOS
"Luchador" de Egon Schiele (1913) |
Aunque la figura del Guerrero goza de mala reputación en la
actualidad entre los ñoños biempensantes, lo cierto es que es más necesaria que
nunca en estos tiempos que vivimos. Hace falta tener “alma de guerrero”, como
decía Conrad en uno de sus célebres
relatos, y un temple de acero, para encajar adecuadamente las catástrofes del
presente, y las que están por venir. No será con una actitud timorata y
plañidera o con la indiferencia del borrego como podremos hacer frente al nuevo
panorama que están diseñando para nosotros los Amos del Dinero, y sus fieles
lacayos de la casta política chupasangre.Hay, desde luego, otras opciones, si se tiene madera de gangster a lo John Dillinger o a lo Pablo Escobar. En cualquier caso, es cuestión de no tener muchos escrúpulos y echarle a la cosa redaños.
Templario combatiendo a Saitán |
Probablemente ahora la "policía del pensamiento" pretende, si no prohibir, sí al menos ir "desprogramando" la épica de su carga de testosterona, por considerarla retrógrada y fachosa. Y ahí tenemos el resultado en tantas y tantas películas de supuesto "cine histórico" de las que es mejor no hablar, porque son auténticos bodrios, con ¿actores? que interpretan a personajes del pasado con todas las neuras y tics del presente, pretendiendo que comulguemos a estas alturas con ruedas de molino.
Lo cierto es que el concepto moderno de la guerra ha hecho que las viejas tradiciones guerreras que hemos mencionado antes hayan ido desapareciendo, siendo
desplazadas por la técnica, que adquiere
un protagonismo casi absoluto. Y la figura del Guerrero de antaño ya no encuentra su
lugar, porque son ahora las máquinas y los artefactos que matan a control remoto los que hacen todo
el trabajo sucio.Al enemigo ya no hace falta mirarlo a la cara, de hecho ya no tiene rostro, es una masa anónima, la población de una ciudad que ha de ser arrasada o bombardeada. Y las guerras responden más que nunca a motivos sórdidos y mezquinos (industria armamentística, negocio de la reconstrucción de ciudades destruidas, el petróleo), y nunca han sido tan justificadas como lo son ahora en nombre del humanitarismo y de otras "moralinas".
Cuando estos argumentos fallan se echa mano del miedo al "terrorismo internacional" o al yihadismo, espantapájaros necesario que la propia CIA amamantó con sus pechos y que ahora se mima y se protege. El gran Gendarme americano, que se ha especializado últimamente en las llamadas "guerras preventivas" (Kosovo, Afganistán, Irak) vuelve de nuevo a la carga para derrocar a un gobierno que molesta a sus intereses. Si las guerrillas rebeldes financiadas por ellos no consiguen resultados (como ocurrió en otros lugares donde triunfó la llamada "primavera árabe") ya se encargan ellos de poner las cosas en su sitio. Ahora le toca el turno al insigne mulato
Barack Obama, al títere de los lobbies saudita-israelita, al que tanto celebraron en
su momento los “progres”, en los días de vino y rosas, como Príncipe de la Paz interplanetario. Caída su
máscara de superhéroe “bueno”, lo vemos transformado en nuevo aspirante a Señor
de la Guerra,
dispuesto a dar caña a los enemigos del mundo libre y del Libre Mercado, aunque
ello pueda traer aparejado el inicio de una tercera guerra mundial. Argumentos
hipócritas, y ya muy manidos, no le están faltando para emprenderla contra
Siria, y aliados y "socios" por desgracia tampoco le van a faltar.
Los buenistas y los ñoños nos están llevando a todos al
borde del precipicio. ¡Que se vayan de una vez los biempensantes al Infierno, y
que regrese de nuevo el Guerrero!
Non nobis Domine, non nobis, sed Nomine Tuo da Gloriam
Rudolf Schlichter, "Poder Ciego" (1937) |
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