LO MÍTICO
"Sólo se entiende el tiempo mítico cuando se tiene claro que aquí el individuo aislado no ha aparecido aún. En la convicción no viven pensamientos individuales y voluntades individuales, sino el cumplimiento de órdenes nacionales. Su naturaleza no sólo está colmada de dioses, sino también de las almas de los muertos. Rodeados por los espíritus de ancestros, que se esfuerzan en revivir en sus nietos, marchan los germanos al combate. Cada uno, acompañado por los númenes y por las valquirias, se sabe, ya con cuerpo vivo, ser inmortal, miembro de una columna sobrenatural conducida por los dioses, que anda rugiendo en los sucesos de la atmósfera. Todavía posee la facultad de ver a los héroes muertos en las cercanías de la colina sepulcral como visión luminosa. Toda la vida es un drama de espíritus dentro de la cual están unidos lo vivo y lo muerto.
"Tras "mítico" y "mito" debemos ver revelaciones de un pasado lejano, en que el hombre fue directamente entregado a la superioridad de un mundo divino. Querámoslo o no, hoy permanecemos alejados de todo lo mítico. El campo del hombre moderno son las ciencias naturales, lo técnico y el modo de considerar la historia que mira los acontecimientos superficiales y a los "dioses" como superstición. La cristiandad clerical fue, desde este punto de vista, no menos intelectualista que las modernas ciencias naturales. La mística es inseparable de la revelación de los poderes divinos. Éstos nos son hoy secretos. El hombre moderno no vive en inspiración cósmica, sino que piensa y actúa fuera de sí mismo dentro de un mundo de cosas.
"El mito tampoco tiene que ver con la "creencia" ni con la "profesión de fe". Toda creencia será mucho más necesaria sólo cuando la existencia de los dioses se eclipse y el hombre deba añorar lo perdido en el alma, la creencia y la confianza. Si nosotros reconociéramos el mítico mundo de los dioses y en él las raíces de las nacionalidades como lo que son, entonces estaría de más toda consideración externa. El mítico mundo de los dioses de ninguna manera es un producto poético de los hombres; el hombre, mucho más, es un producto de los dioses actuales..."
Otto Rahn, "La Corte de Lucifer"
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