lunes, 5 de junio de 2023


¡A LA CAZA DEL DISIDENTE!

Cuadro de caza pintado por S.E.E.G.

Queridos amigos de la Fauna Ibérica: la bestia negra del sotobosque, cuando está malherida y se siente moribunda, se agita asaz rabiosa, con los ojos lanzando llamaradas y con sus viscosas fauces goteando espumarajos de baba , y lanza a diestro y siniestro dentelladas asesinas, embistiendo con furia contra todo lo que se encuentra a su alrededor. En suma, esta bestia que habita en los montes de nuestro Solar Hispano se transforma en lo que coloquialmente se entiende por un mal bicho de mucho cuidado. 
Y, sin que cambiemos de tema aunque parezca lo contrario, hay indicios que apuntan a que la distopía orwelliana y transhumanista que los  amos de Bilderberg y Davos nos tenían reservada, y que exhibían tan ufanos en los papeles de la Agenda 2030, no va a tener, por ahora,  más remedio que posponerse. 


La ola progre reaccionaria en Expaña
Y no será porque los corruptos gobernantes y sus abnegados súbditos del hemisferio occidental no estén maduros para someterse voluntaria o involuntariamente a la nueva esclavitud progre y ecoestalinista que nos quieren imponer, a base de Indigencia Artificial, certificados digitales de buena conducta, neo-gulags de 15 minutos, inoculaciones masivas, calentología a tutiplén,  tapabocas obligatorio, cochecitos-lerés eléctricos y dieta rica-rica a base de escarabajos y gusanos. 
No miniño no. Por suerte los planes de los megapoderosos no siempre salen tan fetén como ellos quisieran, por muy bien diseñados que estén en los laboratorios  esos donde se fabrican ese tipo de cosas. Al contrario, casi siempre surgen imponderables que los acaban torciendo y dando al traste con ellos. La aparición de nuevos actores en el tablero mundial que desafían al Nuevo Orden Globalista (ese último avatar del Imperialismo angloamericano y sionista de toda la vida), la nueva y puede que definitiva crisis del sistema económico y financiero que se avecina de modo inexorable y , por qué no, el aumento de una masa crítica, cada día más disconforme entre la población, que se informa a través de medios alternativos y no está dispuesta al exterminio ni a someterse por más tiempo a los caprichos del despótico títere de turno con la chapita de colorines en la solapa.

Ilustración de Mike Ratera


Uno de estos últimos chapistas, un tal Doctor Sánchez, se ha puesto nerviosillo últimamente porque los resultados en los últimos comicios de la satrapía mundialista que le han encomendado, aún estando amañados y todo, le han sido adversos. Y al verse contra las cuerdas, lo más probable es que cargue contra todos aquellos a los que considera sus enemigos, los enemigos del "progreso", la "democracia" y  la Agenda 2030. En su lista negra siguen estando los villanos habituales de siempre, la ultraderecha, la extrema-extrema derecha y  los "fascistas" (de hecho, ya está lanzando una nueva "alerta antifascista", como en su día hiciera su ex-socio el Chepas, ese asalariado a sueldo de la CIA). 
Junto a esos malandrines y facinerosos, el régimen incluye ahora en la lista a los malvados "negacionistas" de toda clase y condición: los negacionistas de los productos Pfizer, los del calentamiento global, los del transgenerismo pederástico y malthusiano, los de la UE y la Agenda 2030, los de Bergoglio I, Charles III  o Felpudo VI, los de Joe-Hunter Biden y los del régimen corrupto de Kiev, los del veganismo insectívoro y antropófago, los de los parques eólicos y los autos explosivos de Elon Musk, los de las estelas de vapor de condensación, los de las elecciones fraudulentas de Indra, del voto por correo y de la estafa democrática en general, los del abrazo lascivo del sultán Mohamed VI, etc, etc. 
Somos muchos ya los montaraces que tienen en contra para que sigan colando esos llamamientos al linchamiento y a la caza de brujas de última hora, que a mí particularmente me traen al fresco. Supongo que con las oscilaciones del mercado, y con los precios que no dejan de subir, la cabellera arrancada de "fascista", de "rojipardo" o de "negacionista" se pagará ahora el doble que antes, y el ejército de trolls, sicarios woke y demás tropa mercenaria, dispuesta a cobrar sus 30 denarios de plata o a recibir una simple palmadita en la chepa y un terrón de azúcar a cambio de los servicios prestados, andarán muy ansiosos estos días.
Es posible que intenten apelar a alguna supuesta conspiración de nostálgicos de Cuelgamuros, de los agentes de Vladimir Putin o a algo parecido para arrastrar a sus hordas de fieles descerebrados  a arrasar con todo lo que se mueva a nivel de calle o de redes sociales, como acostumbran a  hacer los lacayos de estos tiranos cuando sus amos se sienten amenazados y les ordenan morder. Recuérdese otros acontecimientos de nuestra historia reciente que precedieron a gobiernos del PSOE, como el 23 F, el 11 M, etc. Pero todo dependerá en definitiva de los vaivenes electorales, que en nuestro país están del todo amañados y diseñados para declarar como vencedor a uno u otro de los servidores de la Agenda 2030 y del globalismo. Da igual quién gane las elecciones, izquierdas o derechas, todo está atado y muy bien atado, al menos mientras dure el tinglado mundialista al servicio del cual están todos los políticos en Expaña, sin excepción.




La ola progre reaccionaria en el mundo
Más preocupante es el clima de persecución a nivel global, esa especie de santa cruzada puritana y cancelatoria desatada desde las universidades y medios de desinformación norteamericanos por los wokes, a sueldo  de los carrocísimos éforos de la élite globalista: los Biden, Gates, Schwarz y Soros, y el bisabuelo de todos ellos, el siempre vigilante entre bambalinas Henry Kissinger. Todos ellos, a Dios gracias, con un pie ya en la tumba, pero con prisas por ver hechas realidad cuanto antes sus pesadillas distópicas. 
Con la excusa de combatir a las fake news, los bulos del Kremlin y al trumpismo terraplanista, la censura en Facebook, Google y demás es a día de hoy un hecho tan cotidiano que ya nos parece que forma parte del paisaje natural. Cualquier cosa que se diga y que no les guste a los amos del cotarro, es ipso facto puesto bajo la lente de los fact-cheking o verificadores, y tachado de "bulo" o de "delito de odio".  Y para muestra, un boton; ahí pueden ver, estimados lectores, como Google os protege de los efectos dañinos que pudiera acarrearos la lectura de una de mis entradas de hace un par de años, dedicada al artista gráfico estadounidense David Dees. A lo largo de una década, he ido  publicando muchas cosas sobre artistas y autores incómodos para este sistema putrefacto, tanto del pasado como del presente, pero este caso en particular ha parecido escocerles muy especialmente  a los algorítmícos censores de las redes sociales, vayan ustedes  a saber por qué. Tal vez por algo que se relaciona con  los "antimesitas"o cosa parecida, un pretexto que podría entenderse si estuviéramos hablando del "happy merchant" de Wyatt Mann o de caricaturas similares.  Pero el inteligente lector podrá darse cuenta  por sí mismo  https://drive.google.com/file/d/19ciE8Ksqz41qj2aI_v9Rp0_1ShVzOOeT/view?usp=drive_link que en ese artículo no había nada de eso, y que incluso en el  propio texto se aclara de forma harto evidente que no se deben de confundir los términos, como se suele hacer de forma maliciosa y torticera, para presentar como racista cualquier crítica a una determinada ideología política, que es además de imperialista, profundamente xenófoba y supremacista. Las aceradas críticas de Dees siguen estando de plena actualidad, salvo que en los últimos años han ido adquiriendo unmayor protagonismo otros personajes de la infamia, como Klaus Schwab, Yuval Noah Harari, etc.





La generación más borrega de la historia

En estos tiempos tan revueltos que nos toca vivir, en los que predomina en todas partes esa "Generación Idiota" y posmoderna  identificada con gran acierto por Agustín Laje, la publicación de un libro o de una novela gráfica puede suponer que te pongan en la diana, que empieces a ser señalado con las etiquetas habituales por los ansiosos pijoprogres de la izquierda y derecha sistémica, que desean hasta el delirio ver a un crápula más, a otro monstruo contrarrevolucionario encadenado en la picota para el escarnio público.
A mí lo de las etiquetas esas me hacen mucha gracia. No asumo ninguna de ellas como propia, me resbalan e incluso, como se dice coloquialmente en nuestra distinguida y elegante sociedad contemporánea, "me la sudan" bastante. El recurso a ellas esconde un triste sometimiento a una ideología dominante por parte de aquellos que se las encasquetan a los demás o incluso a sí mismos, porque con esa miserable mentalidad de escarabajo kafkiano y patatero creen que todo quisque es de su gusanesca condición.

No ven más allá de las negras anteojeras que les han empotrado sus líderes de opinión, sus influencers favoritos o sus canales de desinformación de confianza. Replican y regurgitan consignas y soflamas que les han implantado en el cerebro, y que brotan de sus labios cual saliva de perro de Paulov. Son como las jaculatorias de unos enfermos mentales, creyentes en una religión secularizada, mucho más falsa de lo que pudieran llegar a ser las ideologías, sectas y religiones precedentes. Resulta paradójico que partiendo del relativismo posmoderno hayan pergeñado, a base de un discurso único y de una especie de nueva inquisición, una ideología mucho más castrante, totalitaria y sectaria, casi un nuevo culto religioso que quieren imponer a todo el mundo. Y que además es especialmente repulsivo, fanático, hortera y siniestro. Porque al menos en las ideologías del pasado se cuidaban el estilo, la estética, la simbología y todo eso, cosa que no se puede decir de estos estrafalarios jenízaros del poder mundial de ahora, que disfrazan sus turbios propósitos malthusianos de exterminio de la especie humana con muchas  ruedas de colorines y muchos emblemas con el arcoiris.




La elección de la pastilla azul, el conformismo con los objetivos del sistema, con los planes de las élites supranacionales, que en modo alguno son atacados o cuestionados, sigue siendo el objetivo principal. Pero para lograrlo con más efectividad, se recurre a fabricar una pseudocontestación, una pseudorebeldía dirigida a los más jóvenes, a esas nuevas generaciones de idiotas  a los que se adoctrina desde la infancia para que aborrezcan a la especie humana, a esa plaga que está destruyendo el planeta, y para que vayan aceptando voluntariamente la necesidad de transicionar (a nivel de género o incluso de especie) hacia otra cosa. Preparando este terreno, asistimos al espectáculo de una presunta "politización" o "demogresca" creciente, con la aparición de un sinnúmero de  ideologías disgregadoras de nuevo cuño: wokismo lgtbplús, terrorismo verde, empoderamiento hembrista y trans a tope, indigenismo de acá y de acullá, victimismo de los/las/les ofendiditos/as/es por los motivos más variados: raciales, identidad de género, sobrepeso, etc., animalismo antiespecista y vegano, multiculturalismo antieuropeo y antiblanco, transhumanismo , etc. Aquí, en Expaña, disfrutamos de una modalidad particular, ese wokismo de charanga y pandereta, que a los fastos del Pride Day californiano les añade su toque cañí entre almodovariano y de programación de Tele Cinco, y que ha dado como resultado es@s pintoresc@s líder@s podemita@s, hoy tan de capa caída. No resulta difícil avizorar que detrás de todo este revoltijo de ismos y de personajes se esconde siempre agazapado el globalismo y la ingeniería social de la Fundación Rockefeller, la Open Society y otras organizaciones similares.
Esos fanáticos dispuestos a linchar al disidente por el mero hecho de serlo, pero que es improbable que sacrificaran su propia vida por ninguna de sus absurdas ideas, son los esclavos voluntarios de una de las ideologías más destructivas, degeneradas y criminales que se han dado en la historia de la humanidad. La última excrecencia de un occidente enfermo y decadente. Estamos hoy en esta parte del mundo mucho peor que en las postrimerías del Imperio romano. Y menos mal que, como indicábamos al principio de este artículo, hay síntomas de que se les está acabando el futuro a los progres, porque de seguir adelante con sus planes de exterminio como hasta ahora, no quedaría nadie vivo para contarlo.
No se enteran de que sólo unos pocos podrán disfrutar de las supuestas mieles del transhumanismo, que esos neo-entes profetizados por Noah Harari, mejorados por las tecnologías convergentes y a los que se promete la inmortalidad, serán en todo caso los escogidos de la élite globalista. Los demás, los pobres, las clases medias, los desheredados de la tierra, somos para los que marcan la Agenda 2030 la masa de los  "inútiles" y sacrificables. Por eso promueven la ageda lgtb y el aborto a destajo, por eso insisten ellos mismos y sus voceros como Attenborough y compañía en que es urgentísimo reducir la población mundial para preservar el planeta, los osos polares y las foquitas. Por eso nos están siempre culpabilizando a todos, en general, desde los medios de desinformación, del "cambio climático", y no se dice nada de las grandes empresas contaminantes ni de la responsabilidad de los gobiernos.
"La mayoría de la gente es innecesaria". Lo han dicho ellos mismos, el sapo pomposo y teutón de Klaus Schwab, y su profeta, el inatacable (por su doble condición de homosexual y judío) Noah Harari.
Si los "wokes" esos estuvieran realmente tan "despiertos" como dicen, en lugar de emprenderla contra los disidentes deberían de atacar a estos delincuentes que no tienen reparos en afirmar cuales son sus pretensiones. Deberían ya de estar colgando de las farolas, y ser pasto de los gusanos, para que sirvan de escarmiento público.



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