domingo, 25 de septiembre de 2022

 EL OTRO "CAMBIO CLIMÁTICO"


De un tiempo a esta parte, todo se explica merced al "cambio climático": los incendios forestales, la excesiva mortalidad, el alza de los precios de los alimentos, etc. Es el nuevo mantra progre y la excusa perfecta para desresponsabilizar a los malos gobernantes, como ya sucedió con el Cobi. 
Porque además, si algo huele a podrido en el medio ambiente, la culpa no es ya de las grandes empresas contaminantes, ni de los que vierten basura a los océanos ni de los fabricantes de plásticos. Ahora en las democracias globalistas como la Unión Europea, las culpas se reparten democráticamente por igual entre las partes interesadas, y recaen sobre los "consumidores", que no se responsabilizan en depositar sus residuos en esos bonitos contenedores de colorines para el reciclaje (aunque luego, como ya se sabe, acaben todos en el revoltijo en el mismo camión de la basura) o no acaban de acostumbrarse a la dieta vegana, o mejor aún, la dieta Ransfield (el criado de Drácula) a base de cucarachas y arañas.
El clima cambia, y aunque esto ha sucedido siempre desde que el mundo es mundo, ahora debe de preocuparnos especialmente, porque no cesan de decirlo en los telediarios. Ya no se habla tanto del "calentamiento global" ese que acabaría por derretir el hielo bajo las patas de los pobres osos polares, porque ya no cuela, aunque buenos réditos les dejó en su día a Al Gore y al flamante rey Charles III (el heredero de la tía Lilibeth). Este último monarca, como máximo representante de la WWF  (esa organización ecologista que se dedica a exterminar a tribus enteras de cazadores indígenas para preservar amplios espacios "protegidos") es además, como buen filántropo,  un firme defensor del malthusianismo y de la reducción de la población mundial (salvo la de los magnates y las casas reales, of course) por todos los medios que sean: aborto, eutanasia, eugenesia, kakunas, fumigaciones varias...
Ya que desde su punto de vista, los humanos (a no ser que pertenezcan a la "élite" financiera) somos los principales culpables del llamado "cambio climático".
Si es que existe algo parecido a un cambio climático antropogénico, aunque no global sino mucho más limitado y a nivel local, tal vez habría que fijarse en esas estelas que aparecen de un modo continuo y "misterioso" formando enrejados en nuestros antaño cielos azules. El uso del yoduro de plata  (un material altamente tóxico) por parte de avionetas del ejército para fumigar el aire con el propósito de evitar las precipitaciones, es algo que aparece recogido en el BOE desde hace años. Se sabe que existen programas gubernamentales, como el norteamericano HAARP o su contrapartida soviética/ rusa SURA, que desde hace tiempo estudian la posibilidad de actuar sobre la ionosfera para alterar la climatología y, llegado el caso, fabricar armas meteorológicas. Últimamente el régimen chino no cesa de presumir de que es capaz de sembrar nubes y de generar lluvia artificial. 
Ya en un cómic de 1958 titulado "S.O.S. Meteoros", el  prestigioso dibujante belga Edgar P. Jacobs (principal colaborador de Hergé) se hacía eco de esos avances científicos y barajaba la posibilidad del mal uso que se podría hacer de ellos por parte de poderes en la sombra o no tan en la sombra.
Este otoño empieza con una "pertinaz sequía", en gran parte ocasionada por los intereses de las eléctricas que se han dedicado a vaciar los embalses con la complicidad de los políticos ecologistas. Si además es cierto que se fumiga para evitar las precipitaciones, habría que preguntarse a quien beneficia todo esto. Ahora bien, si no queremos participar de las "teorías conspiranoicas" (como dirían la CIA o los fact-checking, tanto monta) cabría al menos preguntarse cómo es que permitimos que el gobierno nos rocíe con una sustancia tan perjudicial y cancerígena como la H410, contenida en el yoduro de plata. ¿Será que el gobierno del doctor Antonio no nos cuida tanto como dice?

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