viernes, 6 de mayo de 2022

 LAS CIUDADES TENTACULARES

"Metrópolis". Adaptación gráfica de la película de Fritz Lang por Christian Montenegro



"Alguna vez hemos pedido el elogio de las ciudades que se dice que duermen, aun cuando esto no sea cierto de un modo absoluto. Pero yo quisiera darlo por válido y lo hago así, en esta época en que las ciudades y los hombres parece que no saben dormir.

Las viejas ciudades que sueñan sabemos lo que nos han traído: un estilo, una norma, una cultura. Algo, en fin, que constituye la trama y la urdimbre de esa cosa tremenda que aún llamamos Historia. En cambio, no sabemos, y si algo intuimos, más valiera que no lo supiéramos, lo que las ciudades tentaculares que crecen hacia arriba, las ciudades que no duermen, pueden aportar a esa misma Historia.

Una legión de hombres desangelados, sin cuido ni reposo, las habita, como fantasmas de sí mismos, jugando a las cuatro esquinas de la prisa y el miedo. Incapaces del recreo en la obra hecha y cada vez más lejanos al antiguo sentido del otium cum dignitate, deambulan sin cesar, comen de pie, engullendo a ritmo acelerado monótonos platos insípidos, y no conocen el sosiego que ha huido del trepidar incesante de la urbe monstruosa que lentamente los devora como Saturno a sus hijos. De ellas saldrá -ya ha salido- la idea de la destrucción total y apocalíptica, cuyo solo nombre hace enrojecer a los ángeles. La cultura, hecha civilización "mala", se hace el harakiri, y quedan tan sólo las entrañas metálicas y deshumanizadas de la gran ciudad, riendo trágicamente a través de la osatura sin gracia de sus buildings, mirando pasmada al mundo que le revienta entre las manos, por los ojos de sus puentes, que no saben llorar.

Nos quedan, todavía como un remanso, las ciudades que duermen, es decir, que tienen un clásico sentido de la proporción y del reposo. ¡Qué felicidad en estos tiempos el poder dormir con ellas! ¡Qué gusto el sentirse arropado en el amparo de sus piedras en las altas noches bajo el parpadeo de las estrellas, el beso de la llovizna o el largo lamento del viento, lejos de los ruidos tremendos de las ciudades tentaculares que no duermen...!"

             José María Castroviejo ("Galicia, guía espiritual de una tierra", Espasa-Calpe, 1960)




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