miércoles, 15 de mayo de 2019

Capricho de Goya:"Tú que no puedes"

LOS POLÍTICOS Y LA KULTURA

Este año los buenos ciudadanos, responsables y con sentido cívico están de enhorabuena. Si queríais caldo, hay van tres o cuatro tazas bien colmadas. La fiestuca de la democracia, el show de la partitocracia, el gran carnaval de las siglas y los políticos caraduras que aspiran a vivir de nuestros impuestos y de la mamandurria pública, el circo de los programas repletos de promesas que casi nunca se cumplen... en suma la matraca electoralista de siempre ya está otra vez en marcha, y la que te rondaré, moreno.

Resulta bochornoso ver la ínfima importancia que  tiene la cultura para todos los partidos que concurren a estos comicios y, en consecuencia, el escasísimo espacio que le dedican en sus programas electorales. Ya nuestros politicastros (la casta, que decía otrora el Hacendado de Galapagar) se están quitando las máscaras y ya ni siquiera se molestan en ocultar que esta clase de cosas les importan una higa. Como el nivel intelectual del español medio ya está por los suelos, resulta evidente que la cultura no es rentable a la hora de conseguir votos.
Incluso la izquierda, antaño tan militante en pro de imponer a la sociedad su visión de una "política cultural" (freudiano-marxista o progresista, como es obvio) está manifiestando un notorio abandono de estos asuntos, sin duda porque saben que su agenda, el llamado "marxismo cultural", resulta a estas alturas hegemónico en España y es ampliamente aceptado también por los políticos de centro-derecha. Por cierto, que todavía no tengo muy claro qué demonios tiene que ver la justicia social de la que hablaba Marx con el multiculturalismo, el empoderamiento, el cambio climático, la mafia lavanda del Vaticano, los derechos de los LGBT, el welcome refugees y toda esa cantinela que hoy se relaciona con el "marxismo cultural". En el siglo XIX los proletarios tenían ya bastantes complicaciones  organizándose para sobrevivir  y luchando contra la explotación capitalista, como para preocuparse por reivindicar, como nuestros contemporáneos que el culo es el centro del universo, pero en fin, nos estamos alejando de la cuestión de fondo. Lo que está muy claro es que para la izquierda la cultura sólo importa en la medida en que pueda ser instrumentalizada y servir a sus intereses. Una vez alcanzados los objetivos, consistentes en formatear a la sociedad según el molde progre y degenerar lo más que se pueda a la especie, se la desecha y se la tira al contenedor más próximo. Incluso cualquier cosa puede llegar a ser "cultura" o "arte", siendo este último un concepto tan vaporoso y fungiforme como lo es el de "género" para la progredumbre de izquierdas.
Desde el campo supuestamente contrario del espectro político, el centro-derecha, la cultura es también algo puramente testimonial, y en sus programas se  vincula sin más con el patrimonio y la gastronomía, es decir con la industria del turismo. La "cultura" sólo interesa en términos economicistas, si aporta divisas, si sirve para vender la marca España al mercado exterior. El contenido de lo que se considera cultura da exactamente lo mismo, es algo secundario, ya sean las películas de Almodóvar, el Ecce Homo de Borja o los capítulos de  Cuéntame. Así les luce el pelo a los políticos de centro-derecha, porque durante lustros han dejado que la izquierda les coma todo el terreno en materia cultural, cediéndoles cada vez más y más espacios públicos. Televisivos, por ejemplo. Y  ya se sabe,  hoy en día la "cultura" por excelencia es la cultura de masas, la que se sirve de forma prioritaria a través de la TV. Pues así nos va.
Para la izquierda los "trabajadores de la cultura" deben estar convenientemente subvencionados al estilo cubano, hagan lo que hagan (siempre que no sean disidentes con las líneas marcadas por los mandarines de la progresía, y rindan su consiguiente tributo a esta) y tienen derecho a una paguita, al igual que los okupas o todos los inmigrantes (legales o ilegales) por ejemplo. De ahí que el ejecutivo de Sánchez, en uno de sus "viernes sociales" haya alumbrado eso del "Estatuto del Artista" que a más de uno le habrá sonado a música celestial. No digo que esté mal del todo eso de compatibilizar la pensión de jubilación con los derechos de propiedad intelectual, pero viendo la cantidad de "genios" que se consideran a sí mismos "artistas" en nuestro país,  y sabiendo el estado calamitoso en que se halla en estos momentos la economía española, con una deuda pública astronómica y con la hucha de las pensiones al borde del colapso, y ante la amenaza creciente de una nueva recesión y una crisis aún más galopante que la que soportamos con ZP, todas estas promesas electoralistas lo más probable es que no se puedan mantener ni a corto plazo y se conviertan en otro brindis al sol.
Otro lugar común desde hace tiempo y que encuentra su espacio entre los programas políticos de izquierdas o derechas es la famosa Ley de Mecenazgo y la rebaja del IVA cultural; algo que ya prometió en su día Rajoy y que ahora vuelve a prometer el gobierno del PSOE. Pero claro, si  vamos a la ruina todo esto será agua de borrajas, y se prevé que el impuesto al diesel no será suficiente para saciar el apetito recaudatorio de nuestros políticos. Resulta curioso que en el programa del PSOE la Ley de Mecenazgo incluya las "distintas modalidades de crowfunding", lo que en cristiano equivale a decir que el que quiera grabar un disco o editar un libro que le pida dinero a sus colegas.
Yo, en particular, me conformaría con que las administraciones dejarán de subvencionar la basura del arte contemporáneo, pero mientras se disponga de pasta para fomentar el clientelismo eso no llegará a suceder...
Tanto los de Unidas-Podemos como los de Ciudadanos consideran como una de sus prioridades "fortalecer la producción de videojuegos", lo que resulta algo curioso a la vez que hilarante. Que consideren "cultura" con mayúsculas la promoción de estilos de vida como los de los hikikomoris en su casa matando zombis en la pantalla del smartphone todo el santo día nos da la medida del nivel de estas gentes, las jóvenes promesas de la política nacional. También ambas fuerzas emergentes coinciden en potenciar el "hub internacional de rodajes" (sin comentarios).
Sin embargo, a ningún partido de los que participaron en el 28A se le ha escuchado, por ejemplo, ni una sola palabra  acerca de la educación musical. Será que la música carece de importancia para los políticos, si la comparamos con los videojuegos o con series como "Juego de Tronos".

En el caso de Vox, los últimos recién llegados a la mamandurria parlamentaria, se dice que van a defender la "cultura nacional" y lo identitario, pero, como en todo lo demás, sus propuestas son muy pobres en este terreno  y se limitan por ahora a proteger la tauromaquia, la caza, las procesiones de semana santa y la jota de sus mortales enemigos. Esta actitud puramente defensiva no es que despierte especial entusiasmo entre los que pensamos que se debe dar un golpe de timón decisivo a la cultura de nuestro país.
Pero son las podemitas unidas las que se llevan la palma en cuanto a memeces relacionadas con lo cultural. Todas sus propuestas consisten en fomentar (subvencionar) los "centros culturales, cívicos y de juventud" (de su propia cuerda, claro) y la "cultura del hazlo tú mismo" (¿? ¿talleres de masturbación, por ejemplo?). Qué se puede esperar de un partido que tiene  entre sus máximas aspiraciones destruir la Real Academia de la Lengua, y así se refleja en todo su programa, escrito en ese odioso e ininteligible lenguajo/lenguaja/lenguaje inclusivo/inclusiva/inclusive...
Y mientras, ya está el gobierno del Doctor Sánchez (como los anteriores gobiernos) fomentando la basura y gastando 400.000 euros en el escenario español de la Bienal de Venecia, que este año presenta como principal estrella"artística" a una nekane de Donosti (y probablemente de Bildu) que orina de pie en espacios públicos y privados para, por lo visto, combatir la "discriminación sexual en la arquitectura". Como esa otra ilustre meona de la nueva política, Águeda Bañón, la amigota y consejera de comunicación de Ada Colau; así son las nuevas promesas del panorama político y artístico feminista español, unas dignas de las otras...



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