viernes, 13 de mayo de 2016

LA FOTOGRAFÍA COMO PROFESIÓN

Una aproximación al trabajo de Juan Pablo Moreiras (1994)

"Elvis" (Isla Dominica, 1994)

Han pasado ya 22 años, pero me parece oportuno rescatar aquí una entrevista que en su día realicé al fotoperiodista gallego Juan Pablo Moreiras, cuando estaba en sus comienzos como profesional,  y de cuyo  trabajo más reciente podéis haceros una idea contemplándolo através del enlace: http://www.juanmoreiras.es/

 Esta entrevista me sirvió aquella vez para preparar un trabajo universitario, y a pesar del tiempo transcurrido, y que algunas cosas en el trabajo actual de Juan Pablo han cambiado inevitablemente, creo que contiene muchas reflexiones interesantes sobre el mundo de la fotografía y de las artes en general que, en gran medida, siguen estando vigentes hoy en día.
Con el nuevo milenio muchas cosas han cambiado en el mundo de la imagen. La tecnología digital se ha desarrollado extraordinariamente dominando nuestro entorno y, en la actualidad, cualquiera puede creerse un gran fotógrafo y un gran artista si hace uso de esa amplia gama de trucos y posibilidades que la tecnología pone al alcance de todo el mundo... Eso ha podido servir para ampliar las posibilidades expresivas de algunos, pero también entraña un riesgo, y  es que parece que cada vez dependemos más de los artilugios electrónicos. Y casi nos hemos olvidado de los grandes pioneros de la pintura y la fotografía que, en una época en que la tecnología era más "rudimentaria", fueron capaces de establecer las bases de un lenguaje visual que hoy todo el mundo domina o cree dominar.

Por otra parte, en esta entrevista también se aludía a una tendencia que entonces empezaba a irradiar desde las facultades de Bellas Artes, y que hoy por hoy se ha impuesto de una forma aplastante entre los artistas llamados "emergentes": la utilización masiva de la fotografía (o el vídeo) como parte de intervenciones "plásticas" o"artísticas". Por lo general, los responsables de estas intervenciones no son profesionales de la fotografía (ni del vídeo) y sus "trabajos" no suelen poseer ni los mínimos requisitos de calidad que se exigen, por ejemplo, a los fotoperiodistas. Se objetará que las motivaciones filosóficas o los intereses de estos fabricantes de instalaciones son de otra índole muy diferente de las de los fotógrafos profesionales... El caso es que sus "obras" pasan a considerarse en la actualidad como Arte Contemporáneo con mayúsculas, y así son presentadas en los museos, ante la estupefacción del gran público. Sin embargo, este último suele recibir mucho mejor, y con toda la  razón, las exposiciones de los grandes fotógrafos profesionales, donde es posible rastrear la herencia de la mejor pintura del pasado (Velázquez, Vermeer, los impresionistas) de un modo bastante más patente que en las obras del llamado "arte contemporáneo". He aquí una de las paradojas de nuestra época.


Escena nocturna de Lisboa (1994)

...Hubo un tiempo en que causaba sensación cierta clase de "experimentos artísticos", en los que se tomaba a la fotografía como víctima propiciatoria, sometiéndola a toda suerte de retorcimientos y manipulaciones, bajo el pretexto de la creatividad.
El resultado de aquellos desaguisados podía ser contemplado no sólo en galerías y salas de exposiciones, sino también en los semanarios y revistas de moda, en la publicidad y, en resumen, por todas partes hasta llegar al aburrimiento.

Después de padecer la avalancha de estos productos neovanguardistas, lo que resulta grato y estéticamente necesario es volver a contemplar buenas fotos, realizadas por aquellos que tienen la capacidad y los conocimientos artísticos y técnicos adecuados, Y no sólo esto, sino además el coraje y las agallas suficientes para estar en el momento y en el lugar decisivos, y mantener siempre la independencia.
Dudar entre si la fotografía debe ser cosa de aficionados o de profesionales, creo que no tiene razón de ser. A veces puede llegar a sonar la flauta por casualidad; pero únicamente aquél que se consagra por completo a una tarea, sea la fotografía o cualquier otra actividad artística, tiene la posibilidad de llegar a dominarla algún día.

Lo demás consiste en seguirle el juego a las modas de turno, llaménse "apropiacionismo", "conceptualismo" o como se quiera; que no van más allá de servir de ilustración para determinadas teorías estéticas, y que pueden conducir a más de uno a un auténtico callejón sin salida.
Por esta razón he preferido enfocar mi trabajo en la dirección de los fotógrafos profesionales, entre los que históricamente no han faltado, ni faltan, los artistas de categoría como un William Klein, un Eugene Smith o un Natchwey.

Sin embargo, analizar la obra de cualquiera de estos autores poco podría aportar de innovador, habida cuenta de la escasa bibliografía que sobre ellos disponemos en nuestro país. En cualquier caso, nos faltaría el testimonio vivo del artista, que es casi tan interesante como su propia obra a la hora de conocer, y de formarse una idea, de lo que la fotografía representa para quien se la toma profesionalmente en serio.
A la búsqueda de alguien con estas características en mi entorno, ha sido para mí muy afortunada la circunstancia  que me permitió conocer a Juan Pablo Moreiras, un joven vigués que encarna como nadie el prototipo del "freelance", del fotógrafo independiente que conserva la iniciativa sobre sus temas.
Durante una de nuestras conversaciones me cuenta que en España continúa sin valorarse lo suficiente el trabajo del fotógrafo, y que aquél que no desea convertirse en el típico reportero de bodas y bautizos ha de tropezar con cantidad de problemas. Por otra parte, él considera conveniente el hecho de dedicarse profesionalmente a la fotografía, porque le proporciona los medios económicos que necesita, y le sirve para estimular su constante afán de superación.

Aunque mantiene buenas relaciones con artistas que hacen uso de la imagen fotográfica como recurso estético, prefiere mantenerse alejado del mundo de las exposiciones y fotobienales, a las que denuncia por el escaso rigor de sus métodos de selección.
Considera que dedicarse a la fotografía es, antes que nada, establecer una comunicación con los demás. Por eso no le hacen gracia aquellas corrientes estéticas que se cierran herméticamente a esta comunicación entre el artista y su público através de la obra. Una imagen debe, según él, explicarse clara y limpiamente por ella misma, sin necesidad de manuales de instrucciones que le sirvan de apoyo y justificación.
En el tiempo que lleva haciendo fotografías, ha ido conservando muchísimas de ellas que él califica como una especie de diario personal. No se declara en absoluto un obseso de la fotografía, y está a años luz de considerarla un sustituto de la realidad ni aún de la memoria. Prefiere concebirla como un medio de comunicación, y desde ese punto de vista es como él enfoca su trabajo.

Portada del disco de Xuacu Amieva (1993)

Desde el principio se ha mantenido en un estilo purista, del que están excluidos tanto el abuso de los filtros, como las gomas bicromatadas y otras formas de manipulación que a él no le interesan. Otra cosa diferente son aquellos recursos que ha ido descubriendo por su cuenta, casualmente, a lo largo de los años, y que luego ha intentado controlar y aprovechar.
Se inclina por una fotografía naturalista y directa, que reproduzca aquello que ve y reclama su interés, aunque sus fotos nos dan la impresión de esconder una mirada subjetiva, cargada de lirismo, en la que se percibe un juego de metáforas. No podemos dejar de reconocernos ante un artista cuando contemplamos, y admiramos, imágenes como la del muchacho retratado en la isla Dominica, o aquella tomada en el estuario del Tajo, en Lisboa, o aquella otra que sirve de portada al disco "Lluna Caldia".


En todas ellas nos sentimos envueltos por una atmósfera anaranjada, mágica y crepuscular, que además sabemos obtenida sin necesidad de filtros ni trucajes de ninguna especie, tan sólo con el esfuerzo y la pericia del fotógrafo que ha sabido aprovechar los juegos que la luz natural le ofrecía.
Aquí es donde descubrimos el profundo concepto que de la creatividad tiene Juan Pablo reafirmado cuando, citando a Dennis Stock, menciona la doctrina zen y a los haikus japoneses, y dice que él desearía que sus imágenes encerrasen significados que estuvieran más allá de lo concreto, de los objetos reproducidos.
La fotografía, tal y como él la entiende, debe remitirse a multitud de intereses de la vida en los que encuentra su inspiración, destacando en primer lugar la cultura artística. Conoce y admira la obra de los pintores impresionistas, sobre todo la de Monet, por haber sabido transmitir en sus paisajes un estado de comunión con la naturaleza, captado en el instante fugaz. De ahí la adopción por su parte de recursos estilísticos propiamente impresionistas, como el "barrido visual", el desenfoque, etc.

El gran logro que reconoce al impresionismo es su estudio pormenorizado de la luz y sus modificaciones en el tiempo, cuestión que a su juicio todo buen fotógrafo debería conocer.
Otras corrientes pictóricas que le interesan son las relacionadas con la abstracción, que son capaces de sugerirle composiciones audaces, donde llegamos a olvidarnos del referente concreto para pasar a disfrutar en exclusiva del espectáculo de formas y cromatismos que se nos propone.
En cuanto a los fotógrafos históricos, admira especialmente al ya citado Dennis Stock (representante de la escuela pictorialista), al reportero bélico del "Life" Eugene Smith, a William Klein del que aprendió la técnica del "barrido", a Ernst Haas, etc


Luego está el plantel de la "National Geographic", entre cuyos componentes destaca Frans Lanting. La influencia de estos fotógrafos será para él decisiva, porque el trabajo con que más disfruta Juan Pablo es precisamente con esta clase de reportajes realizados en plena naturaleza.
Otros nombres citados por él son los de James Natchwey, de cuyas fotos se siente deudor y reconoce el impacto que le han causado. En ellas se encierra a menudo una denuncia expresa de las condiciones de vida que padecen los marginados por la sociedad. También menciona a Jim Brandenburg y a Mapplethorpe, habiéndose este último acercado asímismo a la naturaleza con sus fotografías de flores, aunque de una manera muy personal y exquisita, revistiéndolas con un cierto halo artificioso.
Según Juan Pablo, la formación de un fotógrafo no estaría completa si no le preocupasen otras cuestiones, como pueden ser la literatura, el cine, la música o las ciencias naturales (biología, botánica, antropología, etc.). Además considera fundamental el estudio de las ciencias de la comunicación (las teorías de Marshall Mc Luhan, sobre la incidencia del medio y el mensaje, por ejemplo). Todas ellas, a parte de contribuir a formar en él un talante abierto y multidisciplinar, suministran elementos que revierten de una u otra manera en su obra.


Fotografía de amapola (tomada en O Courel)

La iniciación de Juan Pablo a la fotografía se produjo a los ocho años, cuando le regalaron su primera cámara, que más tarde en 1981 sustituiría por su primera reflex.
Comienza a partir de entonces a realizar trabajos de tipo no profesional, pero que llegarían a publicarse en revistas como "Vida Silvestre" u "Hoja del Mar" (1983). Los temas que presiden estas fotos tratan sobre la vida animal (el martín pescador, las tortugas marinas) lo que nos da inmediatamente a conocer otra de las grandes pasiones de Juan Pablo: la naturaleza.
Por cierto que estudió durante algunos años la carrera de biólogo, que un buen día decidió abandonar porque la mentalidad encorsetada que rige en las universidades no iba con su carácter inquieto y autodidacta. Además había descubierto ya por entonces su vocación de fotógrafo.
En 1985 realiza una proyección para las VIII Jornadas Ornitológicas Españolas (Murcia) dedicada a las aves de las Bahamas. A ésta seguirán numerosas charlas y proyecciones en colegios de EGB e institutos de BUP sobre ornitología, ecología y naturaleza gallega.
Otra de sus grandes aficiones, la música, también se deja sentir en el trabajo de estos primeros años, en los que publica diversas fotos de actuaciones musicales en Vigo (1986-88) para el Atlántico Diario. Así mismo se encargó de la portada para el disco sencillo del grupo vigués "Los Cafres", y de diversas fotos de otras bandas para el catálogo editado por el ayuntamiento vigués "Guía de grupos pop-rock de Vigo" (1988).
Es en este momento cuando decide hacerse fotógrafo profesional, buscando siempre aquellas condiciones que respetasen al máximo su obra y le concediesen mayor libertad para trabajar como él quisiera.

Desde un primer momento se convenció de que en Galicia no se reunían estas condiciones favorables, a lo que se añadía el ambiente de la "fotografía creativa" con el que estaba en desacuerdo. Tras una corta experiencia  (1992-93) en el Gabinete de comunicación y diseño de la agencia viguesa Ático, se dirige a Barcelona donde inicia un primer contacto con la Agencia Visión (1993) que pronto abandonará por no compartir sus criterios.

Es entonces cuando tiene la oportunidad de incorporarse a la Agencia Internacional Zardoya, de la que forma parte una reducida plantilla de fotógrafos españoles, dándosele mayor prioridad al material que procede del extranjero. En la actualidad (1994) cuando tiene que viajar por razones profesionales, comparte su residencia entre Galicia y Barcelona.

Las condiciones de trabajo en esta Agencia consisten en una libertad considerable en cuanto a los temas, que se escogen de mutuo acuerdo, y en que él percibe el 50% de la venta de sus reportajes, que la agencia se encarga de distribuir en revistas y publicaciones dentro y fuera de España.

El equipo con el que ahora trabaja, al que Juan Pablo no le otorga mayor importancia de la que tiene, consiste en varias cámaras de 35mm. de la casa Nikon, con tres cuerpos y de los tipos FM2 y F4 (este último más sofisticado). Emplea objetivos que van del 24 al 500. Completan el instrumental dos trípodes y dos flashes Metz.
Trabaja indistintamente en blanco y negro y en color, aunque sus realizaciones en color son las más frecuentes. Para esta última clase de trabajo acostumbra a proceder a partir de diapositivas, que luego pasa y amplia en el papel.


"La otra cara de Lisboa" (1994)



Sus fotografías abarcan, en esta etapa profesional, diversidad de temas. Debemos destacar en primer lugar las de contenido naturalista, que han sido destinadas a revistas como "Altaïr" (reportaje sobre la sierra de O Courel, publicado en Barcelona, 1992) o "Animales y Plantas" (sobre las islas Sisargas, publicado en Sevilla, 1993). Entre todos estos trabajos merece destacarse como el más importante el que acaba de terminar en 1994 para la Sociedad Biológica Audubon, de los EE.UU., sobre las iguanas de la Isla Dominica.
Este viaje al Caribe Oriental lo aprovechó para documentar también el aspecto humano de los habitantes de la isla, lo mismo que en otro reportaje similar realizado en la isla de Handa (Escocia). Otros trabajos de tipo ecológico tuvieron como motivo las aves de las islas Bahamas o A Costa da Morte.

Los deportes que tienen como marco la naturaleza, como el montañismo, también le han servido de inspiración, como cuando registró escenas de la escalada libre en Sisargas.
En este último año (1994) se ha trasladado a Lisboa, porque se le solicitaron fotos que ilustrasen su nombramiento como capital europea de la cultura. Aparte de cumplir este cometido, Juan Pablo no ha podido evitar el dar testimonio de la otra cara de Lisboa, la que corresponde a la situación de pobreza y marginación que afecta a un sector de la población lisboeta. Esta dirección de su trabajo no la tomó premeditadamente, sino que le vino sugerida a partir del trato humano con los mendigos que se iba encontrando en su camino todos los días.
En estas fotos no hay morbosidad ni sensiblería, sino que por el contrario reflejan una gran humanidad, que en muchas ocasiones se esfuerza por adoptar el punto de vista del sujeto marginado. Se deja sentir en estos ejemplos la influencia de su admirado Natchwey.

Parte del material sobre Lisboa se encuentra publicado en El País Semanal (número de febrero de 1994) y parte se publicará en el Anuario de Planeta para 1994.

Otros trabajos son los dedicados a los servicios aéreos de la Xunta (SOS Galicia) y otros de tipo publicitario, como los carteles y la colección de libritos "Pontevedra: Rutas de Ensueño", para la Diputación pontevedresa (1993). En estas fotos descubrimos su idea de que la fotografía publicitaria debes ser algo subjetivo, aunque no siempre se haya respetado fielmente el planteamiento originario de sus imágenes. Volvemos a encontrar otra muestra más de la falta de cultura que hay en nuestro país, y que conduce a casos como estos, en los que se hace un uso y un tratamiento desconsiderados hacia la obra del fotógrafo. En Galicia se dan al mismo tiempo la permanencia de estos criterios puramente funcionales y mercantiles, y la excesiva valoración sin merecerlo de aquellos fotógrafos que enarbolan la bandera del localismo. Esta situación es la que lamenta Juan Pablo, que prefiere respirar en ambientes donde se sienta en libertad, haciendo su trabajo como le gusta, y sin deberle favores a nadie. Por otra parte, dejando a un lado motivos profesionales, siente un gran amor por Galicia cuyos parajes naturales conoce muy bien, y no desearía tener que abandonarla nunca aunque prefiera trabajar para los de fuera.

Siguiendo con los temas de sus fotografías, hay que contar con otra faceta del trabajo de Juan Pablo, centrada en el asunto musical. Sus fotos han servido para ilustrar discos de grupos como "Los Motores" (discos D.R.O., 1991) o "Los Del Tonos" ("Bien, Mejor", 1992). Me comenta lo complicado que a veces resulta conseguir una buena instantánea  en conciertos multitudinarios, como por ejemplo la que le sacó a Ronnie Earl, donde hay que jugarse el tipo entre los enjambres de aficionados y los miembros de seguridad.

Instantánea de la actuación del guitarrista Ronnie Earl (Festival de blues de Cerdanpla, Barcelona, 1992)



Quizás una de las fotos de las que Juan Pablo se siente más orgulloso sea una que reproduce una hermosa escena del crepúsculo, que inmediatamente nos trae a la memoria el universo poético de un Yeats, y que sirvió para la portada del disco "Lluna Caldía" de gaitero asturiano Xuacu Amieva (premiado como el mejor gaitero en el Festival Intercéltico de Lorient, 1993). Esta imagen constituye una muestra de aquellas obras en las que juan Pablo se aproxima más a la abstracción.

Otro tipo diferente de reportajes son los que se relacionan con el mundo del teatro. En este sentido, no podemos olvidarnos del seguimiento fotográfico que hizo de la función "Tordos e Piraguas" del grupo de arte dramático TBO, patrocinada por la Xunta en 1992.

Además de este trabajo como profesional, ha estado realizando simultáneamente diversas proyecciones de su obra para la Agrupación Fotográfica Gallega, en Vigo.

Con todo lo que llevamos visto, creo que he podido ofrecer una idea bastante aproximada de la andadura de este joven profesional de la fotografía, de cuyo entusiasmo y amor por lo que hace creo que no hace falta hablar ni insistir más, porque se descubre por sí mismo.
Tal vez dentro de poco tiempo consiga hacer realidad su proyecto de trabajar en contacto directo con los Estados Unidos porque piensa, no sin razón, que allí se valora mucho más la labor que viene realizando como reportero gráfico. Ojalá algún día, cuando mejoren sus expectativas, alcance el nivel de madurez y la categoría suficientes para parangonarse con los fotógrafos fuera de serie, con aquellos por los que siente respeto y admiración. Desde estas páginas le deseo lo mejor posible en su futura singladura.


Queremos agradecer muy especialmente a Juan Pablo, porque no sólo respondió muy amablemente a nuestra solicitud de publicar esta entrevista, sino que además aportó un par de fotografías (la del muchacho de Isla Dominica y la del guitarrista Ronnie Earl, reproducidas aquí a gran tamaño) para que las diera a conocer en este blog. 
Las otras imágenes que acompañan al texto, consideramos que es oportuno incluirlas para que el lector se haga una idea, ya que se alude a ellas en el artículo. Pedimos disculpas si la calidad de las mismas desmerecen bastante de las fotografías originales realizadas por Juan Pablo, ya que fueron escaneadas a partir de fotocopias en color realizadas en su día.

 

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