martes, 9 de diciembre de 2014

RETRATO  HIPERREALISTA


Por fin, tras esperar veinte largos años, podemos ver terminado el retrato de la familia real pintado por Antonio López. Resulta obvio, sin embargo, que esta pintura de encargo no pasará ni por asomo  al catálogo de las obras señeras del maestro tomellosero, cuyos méritos artísticos no vamos a discutir aquí. Un pintor realista, adiestrado en la confrontación con el modelo del natural, ha tenido en este caso que recurrir a fotografías de casi dos décadas de antigüedad, lo cual se nota demasiado. El resultado es un cuadro algo más que frío, frígido, un cromo de tonalidades desvaidas y polvorientas, una imagen apagada  y pasada de moda. Todo un símbolo del momento que vive el mundo del arte y la cultura oficial de nuestro país, donde el verdadero talento y la imaginación brillan por su ausencia, y donde los artistas nunca estuvieron más domesticados y aburguesados, sin el más mínimo espíritu crítico.
Si pensamos en el descrédito en el que han caído las instituciones en los últimos años, en los escándalos por corrupción que han salpicado a todas ellas, incluida a la casa real, podemos imaginarnos qué cuadro pintaría un Goya, por ejemplo, enfrentado con el mismo asunto, que pústulas y qué supuraciones del alma revelaría con sus implacables pinceles...
50 millones de pelas dicen que le han pagado esta vez a López. 82.600 euros costó de las arcas del erario público el retrato de Pepe Bono... no está mal. Suma y sigue. 

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