MI PARTICULAR "CAMINO SORIA"
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San Bartolomé de Ucero y el Cañón de Río Lobos |
Un servidor tuvo el privilegio de vivir uno de los lustros más decisivos de su vida en tierras sorianas, lugar mágico por excelencia, cargado de energías telúricas y sobrenaturales. Ese auténtico atanor alquímico que representa Soria (y no quisiera ser confundido con Iker Jiménez), rincón perdido en los confines de los antiguos reinos de Castilla, Aragón y Navarra, ha ejercido su influencia transmutadora sobre muchos espíritus creativos cuyo destino les llevó alguna vez a estar en comunión con su paisaje. Uno de los más duros y castigados por la despiadada climatología en las Españas, pero también de los que más profundamente dejan su huella en el alma de la gente.
Viajar al corazón de Soria es una experiencia estética e iniciática inolvidable que tal vez haya de emprenderse sólo una vez en la vida, porque esta clase de vivencias son de las que comprometen el espíritu, y uno corre el riesgo de decepcionarse si regresa a aquel lugar como simple turista y no como viajero.
Quizás uno no vuelva nunca más a conocer lo que una vez vislumbró entre las ruinas de un pueblo fantasmal y abandonado, azotado por el cierzo, en la ribera de un río que el invierno ha transformado en un espejo de hielo o en aquel bosquecillo al que la nieve cubrió de improviso con un blanco sudario.
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Autorretrato como san Lucas (año 2000) |
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Detalle de autorretrato como san Lucas (con ermita de san Saturio y el río Duero al fondo) |
Los naturales del país rara vez son capaces de captar lo extraordinario de estas cosas, a fuerza de convivir con ellas todos los días. Aun así, en Soria no es difícil encontrar personajes fuera de lo común, que recuerdan a veces a los anacoretas, nihilistas y otros personajes de las novelas de Dostoievski, no en vano Soria reproduce de un modo fiel en nuestra tierra los rigores de la estepa siberiana. Si no, que le pregunten al espíritu de David Lean (que en paz descanse) por qué escogió Soria para ambientar su película sobre
El doctor Zhivago.
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Algunas estampas del invierno soriano |
Sin embargo, y paradójicamente, la inhóspita Soria ha sido un tradicional refugio para los escritores y los poetas, todos lo sabemos, y hasta habrá alguno que recuerde los inspirados versos, que no me resisto a reproducir aquí, por más que sean a menudo citados por toda clase de intelectuales a la carta:
"¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, oscuros encinares,
ariscos pedregales, calvas sierras, caminos blancos y álamos del río,
tardes de Soria, mística y guerrera,
hoy siento por vosotros, en el fondo
del corazón, tristeza,
tristeza que es amor! ¡Campos de Soria,
donde parece que las rocas sueñan,
conmigo vais! ¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas!..."
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El célebre olmo machadiano |
También sirvió de plaza fuerte para la "resistencia" celtíbera (Numantina) contra Roma, en un enfrentamiento entre la Urbs y el bosque primordial. Que muchos, influidos sin duda por la lectura de Astérix y Obélix, interpretan como la lucha de la disciplina militar y facha de los romanos contra la libertad, el romanticismo y el derecho a la autodeterminación de los indígenas. Mientras que para otros fue la oposición (y triunfo final) de la civilización, el clasicismo y el orden racional sobre la barbarie y el oscurantismo.
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Calatañazor, donde Almanzor perdió el tambor |
No faltan quienes especulan que Soria sirvió así mismo de santuario a los últimos caballeros de la Orden del los caballeros templarios, que en los años en que se convirtieron en proscritos encontraron asilo en estos recónditos parajes, llevándose allí consigo sus secretos (otra vez se vuelve a colar el pesado de Iker). San Juan del Duero o San Bartolomé de Ucero son enclaves que se vienen asociando con el Temple, aunque sin mucha base histórica (aunque eso, en el fondo, da lo mismo).
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Boceto de la iglesia de santo Domingo |
Edificios religiosos e iglesias las hay en esa tierra en gran cantidad, aunque también se encuentran abundantes ejemplos de heterodoxia, para el que desee buscarlos. Baste mencionar la ermita de san Baudelio de Berlanga, joya del arte mozárabe, con sus fabulosas pinturas de estilo "oriental" y su columna central palmiforme o la ermita rupestre de san Saturio, a orillas del río Duero, no muy lejos de san Juan del Duero (cuyo curioso claustro también ha dado mucho que hablar a los amantes de lo cabalístico y lo esotérico).
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Valonsadero, tierra del toro bravo |
Muchos de los enclaves del paisaje soriano rezuman leyenda y dan alas a la imaginación, como la célebre Laguna Negra, Valonsadero o Medinaceli . Tradiciones antiquísimas como el "toro jubilo" o el paso del fuego de san Pedro Manrique todavía perduran allí. Y cómo olvidar las fiestas de san Juan en las que la capital soriana se transforma en un hervidero, para celebrar el fin del largo invierno y la eclosión del breve estío. Imposible describir con palabras como vive este pueblo sus particulares "sanfermines" (estos, por fortuna más desconocidos y menos estropeados por la turistada) en los que se celebra un descarado culto pagano al caballo y al dios toro, con la comunión incluida del mismo por parte de sus fieles-comensales.
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La capilla de la Virgen del Mirón |
Los campos de Soria fueron el tablero de ajedrez donde se jugó el destino de nuestra historia en más de una ocasión: ya hemos mencionado Numancia, y vale la pena recordar que hasta sus confines llegó también Al-Andalus y se levantó el castillo califal de Gormaz, considerada la fortaleza más grande de la Europa de su tiempo (siglo IX). Y en Calatañazor, según la leyenda, tuvo lugar el descalabro de las tropas del moro Almanzor y de sus sueños de recuperar para el Islam toda la península.
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Imagen de la Dehesa |
La época en que me tocó transitar por esos pagos coincidió justamente
con el cambio de milenio, lo que vino a añadir un ingrediente
apocalíptico a las sensaciones que me iba encontrando a mi paso. Uno venía algo desencantado del satánico mundo moderno y sus pompas y allí, en medio de un paisaje metafísico a lo
Giorgio de Chirico, uno podía situarse en una dimensión fuera del tiempo ordinario. Contemplando los capiteles románicos de san Juan del Duero o de Santo Domingo uno sólo podía sentir auténtico desprecio por las carnavaladas del arte contemporáneo. Ahí estaba la prueba palpable del arte perenne, el que no muere y está por encima de las modas idiotas impuestas por el mercado. Allí supe que los que amamos el arte auténtico, la pintura, la escultura, la literatura, si queremos sobrevivir en este mundo enfermo y caduco, debemos ser como los lobos,
fuertes en la soledad y solidarios con la manada. Ojalá nunca olvidemos esa lección, y que don dinero tiemble de vez en cuando con los aullidos de aquellos a quienes es incapaz de comprar.
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Algunos bocetos inspirados en los capiteles de san Juan del Duero |
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En el claustro de San Juan del Duero, en el invierno de 1998 |
Super bien dibujado, pintado y escrito. Lo pase muy bien. Gracias por compartir
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