sábado, 10 de diciembre de 2022

EL PODRIDO ARTE DE LA ÉLITE PODRIDA (SECONDA PUNTATA)


La firma Balenciaga acaba de protagonizar un nuevo capítulo de perversidades, con su provocativa campaña navideña aparecida en su Tienda de regalos,  en la que el director creativo Demna  mezclaba con dudoso gusto la infancia con bolsos de diseño inspirados en el sadomasoquismo bondage. Este tema ha avivado toda clase de teorías y ha echado más leña al fuego, sacando a la luz otros trapos sucios que vinculan a diseñadores de esa casa con sectas, satanismo, sadismo y abuso de menores. Por mucho que desde los medios  oficiales se intente blanquear a estos popes de la moda, y  se ataque de paso a quienes osen denunciarlos, vinculándolos con los conspiranoicos de QAnon o del Pizzagate, el caso es que el mundo de la moda apesta bastante a excrementos y a azufre. A las aberraciones de Balenciaga habría que añadir las de Benetton, cuya publicidad  impactante y adoctrinadora a un mismo tiempo, siempre al servicio de los  "valores" del actual sistema globalista, acostumbra también a aderezarse con el condimento del escándalo.


Cabe recordar que nuestra flamante Premio Princesa de Asturias de las Artes, Marina Abramovic, fue portada en su día nada menos que del "Vogue", donde aparecía en extraña pose con una menor. lo cual es una obsesión bastante habitual en esta mentora de Lady Gaga y amiga del clan Rothschild, según puede apreciarse en esas fotos en que la "artista" aparece con el entrañable "The Lord", el patriarca/capo de esa dinastía de ilustres financistas y mecenas de las artes negras.

Porque se trata de grandes coleccionistas estos Bauer , ya sea de las obras del artista callejero Cleon Peterson (con sus continuos llamamientos a la guerra racial y al exterminio de la raza blanca) o de calaveras humanas, como las que atesoraba la Baronesa Mathilde en su mansión, en un número de doscientas "piezas".


A la élite  podrida le gusta el arte podrido, qué duda cabe, como el que pusieron en su día de moda los magnates y especuladores durante la República de Weimar, contribuyendo a modelar una sociedad a su  imagen y semejanza, desintegrada y corrompida hasta los tuétanos. Hoy en día desde Nueva York y otras capitales de este occidente enfermo se siguen promoviendo estas iniquidades, desbordando el mundo de la moda, la publicidad, la música, las series de entretenimiento, etcétera. No puede haber mayor sintonía entre el mal gusto y la demencia de las autodenominadas "élites" y la bazofia que consumen sus vasallos.





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