miércoles, 6 de enero de 2021

ARTE Y CENSURA EN INTERNET


 Hemos oído últimamente algunas voces críticas, como las de Alberto Adsuara o la del youtuber Antonio García Villarán, que aún confían en Internet como si fuera un fuerte o parapeto desde el que es posible oponer una resistencia a las instituciones oficiales (académicas, ideológicas) de lo que algunos llaman el Sistema del Arte Contemporáneo. Yo francamente no soy tan optimista al respecto, siento decirlo. Porque ya veremos lo que nos dura la supuesta "benevolencia" del establishment, al menos hay síntomas alarmantes de que ya se está agotando.
 Tras la caída del telón de acero y del muro de Berlín los victoriosos capitalistas nos vendieron la moto de que había triunfado la Libertad, de que el nuevo mundo globalizado y unipolar que estaba llegando iba a ser una especie de  paraíso en la tierra, en el que los poderosos  iban a dejar de tratarnos como a ganado y a  enterrar por fin el hacha  de guerra, y a olvidarse de sus ansias de dinero y de poder para abrazar amorosamente la Nueva Era de Acuario. Y así surgió  Internet, oh maravilla de maravillas (fruto de la inteligencia militar, no lo olvidemos) y surgieron las redes sociales, donde todos podíamos expresarnos con plena libertad, en un mundo sin fronteras, en paz y armonía cósmicas. O al menos esa era la teoría.
La realidad es que el mundo en el siglo XXI sigue siendo tan dialéctico y conflictivo como lo era antes, si no lo es más. Y las nuevas tecnologías representan ahora nuevas oportunidades para que los déspotas ejerzan su dominio absoluto sobre las masas de una forma tan abusiva como no se había  conocido nunca antes en la historia de la humanidad. Basta comprobar lo que está sucediendo en China, que al fin y al cabo es el modelo a seguir por nuestros sátrapas: la
sinización de la sociedad. Esto es lo que se trata de imponer en todas partes, porque a las oligarquías mundialistas el American Way of Life  ya no les parece suficiente. Quieren una libertad sin límites para el capital y sus negocios, mientras se mantiene a la gente en el redil, bajo el control total de los estados que están a su servicio.
Luego, la libertad que haya podido existir en el pasado en Internet (siempre muy relativa) ahora les molesta sobremanera y están intentando laminarla. Quieren hacer de Internet un instrumento más del aborregamiento masivo, como  ya lo es la  televisión, y para pastorearnos a todos no  dudan en aplicar la censura más descarada. 
Siempre han existido temas tabú de los que no se debía hablar so pena de ser excomulgado, por ejemplo no se podía cuestionar el famoso holocausto nazi o denunciar el poder de los magnates judíos, aunque más o menos había quien burlaba esas prohibiciones y anatemas. Pero ahora cada vez son menos los temas de los que se puede opinar con libertad en el Facebook y otras redes sociales o en el You Tube: la inmigración, el supuesto calentamiento global, el multiculturalismo, los derechos de los trans y las trans, las antenas 5G, el Black Lives Matter, etc. 
La cosa va por modas, porque no hace mucho recuerdo que algún algoritmo idiota del Facebook censuraba las fotografías de los cuadros de Modigliani y de otros pintores donde aparecían desnudos (casi siempre femeninos, de mujeres bellas y adultas, y con una clara orientación  heterosexual)  porque las tomaban por pornográficas. Mientras tanto, Internet sigue estando repleto de páginas de pornografía, pederastia y bestialismo sadomasoquista, contenidos que están al alcance de todo el mundo, y aquí no pasa nada. La hipocresía de los progres de Silicon Valley y del political correctness no dejará nunca de sorprendernos.

No obstante, parece ser que desde que empezó esta dichosa plandemia, que no tiene pinta de que vaya a acabar nunca, el listón a la libertad de expresión se ha puesto por las nubes, con la excusa de protegernos a todos de las fake news, cocinadas probablemente en algún siniestro  y oscuro laboratorio del Kremlin.
Han aparecido los "verificadores independientes", que dependen de órganos políticos y periodísticos que en el caso de España se identifican claramente con el actual gobierno sociatapodemonguer, y ha aparecido la figura del "verificador", que no es otra cosa que el antiguo y casposo censor/inquisidor de toda la vida, un pobre pringado al que además le pagan un sueldo de mierda por realizar su triste trabajo.
Está claro que una vez que nos han quitado nuestros derechos y libertades (los pocos que aún teníamos) es muy difícil que nos los vayan a devolver así como así; en eso consiste la "nueva normalidad" esa que tanto le gusta mencionar al títere que tenemos por presidente del gobierno.
Ahora que si  tienes juicio crítico, si cuestionas las mentiras de los medios de comunicación , si desobedeces las normas establecidas por los que mandan es que eres un insolidario, un negacionista, un propagador de bulos, un ácrata, un neoliberal que va contra el bien común y el orden establecido por nuestros protectores y benevolentes gobiernos. Así nos motejan si nos oponemos a la Neoesclavitud del modelo chino. que nos están queriendo imponer los actuales amos del mundo. 
Yo les preguntaría a esos enterados que así nos increpan dónde está hoy la frontera entre lo público y lo privado, porque ya casi no se ve. Por poner el ejemplo de las redes sociales, estas venden una especie de "servicio público", pero en realidad son empresas privadas que  a su vez sirven a intereses de determinados gobiernos, que a su vez son esclavos y obedecen a determinadas multinacionales y grupos de poder privados. Esto es un lío, como  el de las matrioskas. Por no hablar de esos partidos políticos de "izquierdas" y antisistema, que cuando llegan al gobiernos se convierten en los más fieles lacayos del turbocapitalismo financiero y mundial. Es decir, cuando los estados han sido comprados y privatizados por una élite globalista y anteponen los intereses de esa élite al interés público, que debería ser el  bien del pueblo, e incluso no les importa para ello masacrar a la gente que deberían defender ¿por qué razón hay que seguir apoyándoles?
Paloma Pájaro en su último vídeo de Fortunata y Jacinta da en el clavo al identificar en qué consiste la actual corrupción de las artes, en España y en otras muchas partes. Se trata sin duda de una corrupción ética e ideológica. Y no tanto al servicio de unas "izquierdas", que hoy están en plena fase mutante desde que fueron infectadas por el virus del posmodernismo, sino al servicio de ese mismo proyecto mundialista que culminará con la Neoesclavitud, que ya está a la vuelta de la esquina esperándonos a todos. Por eso los artistas de ahora son, en su mayoría,  tan sosainas, pusilánimes y acomodaticios.

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