miércoles, 7 de octubre de 2020

 EL REALISMO DIFERENTE DEL PINTOR  DIEGO DE GIRÁLDEZ

"Cristo Hombre" (1982)


A principios de los 70 una pequeña ciudad gallega como Vigo reunía las condiciones como para tener voz propia en el panorama artístico nacional y ocupar un lugar destacado en la renovación de las Artes Plásticas en España. Había sido el lugar escogido para vivir por los más célebres pintores gallegos del momento (algunos de ellos retornados de la Argentina como "exiliados" postizos, tal fue el caso de Laxeiro). Famosa era la la tertulia de la taberna del "Eligio", donde  solían charlar sobre todo lo divino y lo humano, y acompañados de unas tazas de buen vino, los cofrades del gran Urbano Lugrís quien aún ejercía de capitán de todos ellos, hasta que la Parca se lo llevó en 1973. 
Otro artista outsider, hoy en día injustamente olvidado y que se debería de reivindicar más, Luis Jacobo Álvarez Rodríguez, más conocido por el sobrenombre de San Luis, iniciaba su leyenda como "el pintor de las calles de Vigo", y paseaba su excéntrica figura por la rúa del Príncipe envuelto en una inmaculada capa y fumando en boquilla. Sus críticas al "Sireno" y  hacía otras tropelías cometidas contra la ciudad olívica por los mandamases municipales le pasarían factura con el correr de los años.


"Sueño. Ovejas entorno al líquido vital"


Pero sobre todo existía por aquel entonces  en Vigo una excelente Escuela de Artes y Oficios que por aquellos años ofrecía una enseñanza de buena calidad a los estudiantes, más allá incluso de lo que se había propuesto en su día su masónico fundador, don José García Barbón, con buenos profesores que impartían sólidos conocimientos de dibujo y pintura en sus clases, asequibles para todo el mundo. Eso fue antes de que le cambiasen el nombre por el más rimbombante de "Universidad Popular", que apenas sirvió para disimular la decadencia de este centro de enseñanza, que sobrevino durante la Transición y que se hizo todavía más patente con la reforma educativa del socialista Maravall y con la alcaldía del "compañeiro Soto". Justo entonces fue cuando dio comienzo la famosa "movida" de los ochenta, y la gran mixtificación cultural perpetrada por el poder político para avanzar en su agenda social (la cosa ya venía de entonces).


"La Diosa del Trabajo"


Uno de los alumnos más aventajados de aquella Escuela de Artes y Oficios fue el pintor Manuel Diego Gómez de Giráldez, Diego de Giráldez para abreviar, que nació en el pueblo pontevedrés de La Cañiza en 1956. En ese ambiente rural inició sus primeros pasos como artista, jugando como él dice "con los carbones en la lareira". A los ocho años se trasladó con su familia a vivir a Vigo, en un piso de la vetusta Calle Real. Al año siguiente fallece su padre, un oficial de la marina mercante, y su madre es la que tiene  que hacerse cargo de sacar adelante a la familia. También es ella la que alienta la vocación de su hijo, que por aquellos años siente un gran interés, además de por las artes plásticas, por la medicina y la anatomía. Empieza a conocer en el Museo del Prado la obra de Velázquez, Zurbarán y Goya e intenta dominar la difícil técnica de la pintura al pastel. Gran parte de sus obras posteriores la realizará mezclando los colores al pastel con los óleos en barra.


"Envuelta en el misterio recibe la luz"


Siendo muy joven ingresó en la Escuela de Artes y Oficios y allí recibió una buena base de dibujo académico. Cuando decide dedicarse a la pintura abre un estudio en la Calle Real, y es en la escuela de Artes y Oficios donde realiza su primera exposición individual en 1975, que tuvo un enorme éxito. A partir de entonces realiza muchas exposiciones por el resto de España y viaja por Europa para estudiar la pintura de los museos. También establece contactos y amistades que le servirán para abrirse camino en el difícil mundillo de las Artes. En Galicia conoce a los escritores Álvaro Cunqueiro y José Filgueira Valverde. El poeta y crítico de arte bilbaino Santiago Amón elogiará sus cuadros.  Después en Cataluña se relacionará con el pintor Antonio Pixot y  con Salvador Dalí.  En 1980 es seleccionado para la exposición "Maestros del Realismo Español", lo que contribuye a que sea conocido a nivel internacional. Varios museos nacionales y extranjeros le abrirán sus puertas y empezarán a adquirir obras suyas, entre ellos el Museo Dalí y el del Vaticano.
Y a lo largo de los años su estilo de pintura irá evolucionando, pero sin abandonar nunca un peculiar realismo enraizado en la tradición pictórica española y dotado de una dimensión onírica, que nada tiene que ver con la figuración abstracta (a imitación de la transvanguardia y el neoexpresionismo) practicada por los del Grupo Atlántica en los 80, las esculturas de Leiro o el  estilo del resto de los pintamonas e imagineros a la moda, apadrinados todos ellos por el crítico-gurú Antón Castro. Su pintura es capaz de captar la realidad con verismo y al mismo tiempo transmitir una atmósfera de misterio en la que alienta lo fantástico.


"Artes de la Última Cena. Conexión humana en relación con la Naturaleza" (1985)


El propio Giráldez se refiere a su primer momento artístico como un período "franciscanista", caracterizado por una pintura sencilla que eleva a categoría artística los objetos cotidianos e insignificantes y que se interesa por transmitir la vida de uso de esos objetos. Después vendría una pintura basada en el mundo rural, que remite a los recuerdos de su infancia. Se interesa por la representación de enseres, productos de la tierra y animales domésticos (gallos, corderos) que reproduce con gran minuciosidad. También empezaría su interés por la temática religiosa y por las "figuras atípicas de sufrimiento", en una línea que recuerda a Zurbarán y, entre los artistas gallegos, a Pietro Coussent . Y por último cultivará a partir de los 90 lo que él llamará el Nuevo Realismo NAS, que combina naturalismo, abstracción y surrealismo a la vez. La principal diferencia con su maestro Dalí, al que nunca dejó de admirar, estriba en que en lugar de deformar los objetos, los desgravita, y los coloca en un espacio en el que no tendrían que estar. Otras características que definen su estilo es la tendencia a singularizar los objetos, separándolos de su entorno, a lo que contribuyen en gran medida esos fondos oscuros, que remiten a los murales de Pompeya o a la pintura tenebrista del Barroco; la obsesión por el detalle y por las cualidades táctiles de las superficies, que se pone de manifiesto en esos bodegones fantásticos y antropomorfos que guardan parentesco con las obras de Arcimboldo; y la deliberada desproporción entre los objetos que componen el cuadro.


"El sueño. Composición escultórica" (2005)
"Camino. Pies"

En los últimos años ha venido desarrollando también una importante obra escultórica y ha seguido profundizando en el estudio del cuerpo humano. Como resultado de este interés, que ha mantenido desde su infancia, en  el 2018 publicó el libro "Anatomía artística y visión patológica", un tratado sobre el tema ilustrado con obras suyas. 
Desde 2007 está abierta al público en la Plaza Mayor de La Cañiza la Casa-Museo Diego de Giráldez, un edificio con solera, de 1000 metros cuadrados y cinco plantas, que fue antiguo cuartel de la Benemérita. En la actualidad alberga más de 300 obras del autor, realizadas a lo largo de los últimos cincuenta años.


"El hombre es fruto"



"Retrato"






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