LOS BÁRBAROS CONTRA EL ARTE CONTEMPORÁNEO
La
alarma ha cundido en los medios estos últimos días, y no me estoy
refiriendo al coronavirus made in PRC. El arte contemporáneo, esa
exquisita flor que ha necesitado 5.000 años, nada menos, de
civilización para eclosionar y repartir al fin sus dichas y sus
dones sobre la menesterosa humanidad
¡¡¡ ha sido vilmente atacado por una criatura salvaje, sin
escrúpulos, ni entrañas ni sensibilidad!!!
Si
ya antes Avelina Lésper era señalada como la bestia negra por los
pontífices del
ready made y
la
performance,
del grafiti y de la burbuja artística, ahora la tildan de "payasa",
"enemiga de la cultura" y no se sabe cuántas cosas más.
Sólo falta que la etiqueten de nazifascista,
a ella que siempre ha presumido de sus vínculos con la izquierda y
hasta con Podemos.
Pero
vayamos por partes, ¿qué ha hecho la célebre crítica de arte para
haber atraído así las iras del populacho y ser expuesta en la
picota? La cosa sucedió durante la última edición de ZONAMACO, la
feria más importante de arte contemporáneo que se celebra en Ciudad
de México, un equivalente a lo que es aquí ARCO. Allí se exponía,
entre otras inmundicias, una obra consistente en un vidrio que
sostenía una serie de objetos atravesados (dos pelotas, una piedra y
una pluma) y que la galería valoraba en una cifra entorno a los
20.000 $.
Parece
ser que a Avelina, que ese día pasaba por allí, se le ocurrió la
peregrina idea de colocar la lata vacía de un refresco sobre todo
aquel tinglado, sin otra intención que hacer una demostración sobre
la banalidad de los objetos expuestos, y sin ánimo de ocasionar daño
alguno a la instalación. Sin embargo, resultó que el cristal no
fue capaz de soportar tanta tensión, y como consecuencia estalló en
mil añicos. Toda una metáfora de la inconsistencia del arte
contemporáneo, que tan caro se vende, y de la endeblez de muchas de
las cosas que se exponen en estas ferias, que se desintegran con sólo
estornudar cerca de ellas.
No
han tardado algunos en presentar el suceso como una "catástrofe
irreparable", cuando estamos cansados de ver como esta clase de
piezas se sustituyen con suma facilidad, y cuando la propia Avelina
se ha responsabilizado y se ha ofrecido a correr con los gastos...
Los mismos que se empeñan en traspasar todos los días los límites
y de cambiar las reglas del juego de lo que se debe aceptar como
arte, se han rasgado en esta ocasión las vestiduras ante lo que
consideran un acto vandálico, erostratista e iconoclasta. Y de paso,
para calificar de destructores de la cultura a todos los que tenemos
una opinión parecida a la de Avelina, a saber que lo que se denomina
"arte contemporáneo" es en realidad una impostura, cuando
no una auténtica bazofia.
Tal
vez todo esto no haya sido más que un truco publicitario, una
representación o happening
acordado por todas las partes, para que se hable más de ZONAMACO, el
artista o de la propia Avelina Lésper ¿quién sabe? Vivimos en la
sociedad del espectáculo, y es habitual que la gente venda hasta
sus más firmes convicciones por un plato de habichuelas. En España
lo vemos a diario, con el ejemplo que dan nuestros políticos; así
que a estas alturas no ponemos la mano en el fuego por nadie.
Lo
malo son las consecuencias penales que pueda acarrear en el futuro
criticar a los artistas contemporáneos, que llegue a tipificarse
también, como en otros casos en los que la mera opinión está
siendo criminalizada, como "delito de odio" o de incitación
a la destrucción de la basura expuesta en ferias como ARCO, por
ejemplo. Tal como están las cosas, no me extrañaría que el acto
imprudente
protagonizado por Avelina sirviera de pretexto para un proyecto
de ley en el Congreso contra la contemporaneofobia,
y que fuese aprobado con
el consenso de las fuerzas progresistas. Más pasta que recaudarían
esos caraduras a mayor gloria del videoarte y la instalación.
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