GALERÍA DE ARTISTAS MALDITOS
W. PEINER, EL PINTOR APOCALÍPTICO
Gouaches del ciclo del Apocalipsis (1949) |
Se acaba de anunciar el estreno para finales de octubre en España, en círculos más bien minoritarios, de la película de docuficción "El Apocalipsis de San Juan", del realizador argentino Simón Delacre, que promete armar un gran revuelo y el consiguiente rasgar de vestiduras entre el público progre-woke, como en su día se produjo a consecuencia de "Sonido de Libertad". Aunque Hollywood nos tenga ya más que acostumbrados, con su cine de zombis y de catástrofes a permanecer en constante estado de alerta sobre el fin de los tiempos, "para entretenernos" o más bien para incubar el miedo en la psique colectiva, en esta propuesta se pretende abordar el tema desde una perspectiva bíblica algo más seria y no tan hollywoodiense. Delacre ha acudido a fuentes como las del padre Leonardo Castellani, Bartolomé Holzhauser, el cardenal John Newman y otros exégetas católicos, para llevar a las pantallas un libro de muy difícil interpretación.
No vamos a entrar aquí en si Simón Delacre o Eduardo Verástegui pertenecen en realidad a alguna red ultraderechista internacional como Gladio o El Yunque, de esas que supuestamente controlan a Vox y a otros grupos que se llaman radicales o patriotas, para defender una vuelta al tradicionalismo feudal, la inquisición, el derecho de pernada y el catolicismo medioeval, pero que a su vez estarían al servicio de los planes mesiánicos de los trumposos, como Elon Musk, o Milei, y de la secta sionista Jabad-Lubavitch para dominar el mundo. Todo podría ser, no seré yo quien diga que haya que bajar la guardia, y más cuando se trata de católicos; pero no parece que el mainstreaming en el panorama de la "cultura" dominante actual, tal y como estamos viendo con el estreno del último Almodóvar, vaya por esos derroteros. Aunque tal vez las aviesas mentes de la oligarquía jota están sembrando ahora grandes cantidades de bazofia woke, como por ejemplo esa de Almodóvar, precisamente para provocar el natural hartazgo y el rechazo en las futuras generaciones, y una vuelta a la lectura de la Biblia y a los rezos del rosario. Chi lo sa?
"Los cuatro jinetes del Apocalipsis" (1943) |
En cualquier caso, resulta incuestionable que el Apocalipsis, por encima de cualquier otro libro visionario, ha sido una gran fuente de inspiración para el arte, la literatura, y las obras de género fantástico y ciencia ficción. El poder de imágenes tan sugestivas como las de los Cuatro Jinetes, la Gran Bestia del 666 o el Séptimo Sello han fascinado a artistas como nuestros miniaturistas del Beato de Liébana, el alemán Alberto Durero o el británico William Blake, inspirándoles grandes creaciones artísticas, más allá de las motivaciones, religiosas o políticas que hubieran podido tener en su época.
Gouaches del ciclo del Apocalipsis (1949) |
Entre ellos uno de los más curiosos, y desconocidos para el gran público, fue el prusiano Werner Peiner (1897-1984) uno de los pintores oficiales más destacados del régimen del llamémosle "pintor austriaco", según el eufemismo que va siendo habitual en los canales de YouTube, y que también vamos a adoptar aquí, por si acaso, que la cosa no está para bromas. Nacido en Düsseldorf se alistó como voluntario en un regimiento de ulanos durante la Primera Guerra Mundial, llegando a alcanzar el grado de teniente y a combatir en el frente occidental. Desarrolló su carrera como artista en la posguerra, siendo al igual que Otto Dix o Rudolf Schlichter, muy próximo a lo que se conoció como la Nueva Objetividad o Realismo Mágico. Esa corriente artística representaba una cierta vuelta al orden y al realismo con ciertas componentes fantásticas, para contrarrestar los excesos y estragos causados por las primeras vanguardias. Fundó junto con Fritz Burmann y Richard Gessner el "Grupo Dreimann" y en 1925 abrió un estudio de pintura en Düsseldorf. Su estilo pictórico empezaba ya a estar muy influido por los maestros primitivos, como Pieter Brueghel "el Viejo" o Lucas Cranach, aunque también se apreciaba en él la huella del paisajismo romántico y de los efectos logrados por los impresionistas franceses.
Gouaches del ciclo del Apocalipsis (1949) |
Gracias a su amistad con el arquitecto Emil Fahrenkamp y con el empresario Walter Kruspig, recibió el encargo de diseñar diversos edificios públicos, eclesiásticos e industriales. En 1931 se instaló en Kronenburg, ciudad en la que contribuyó a transformar las casas del centro histórico en estudios (uno de ellos se conserva en la actualidad como un hotel) y a mejorar el sistema de alcantarillado. Todavía hoy pueden verse allí las farolas que Werner Peiner diseñó por aquel entonces. También se encargó de diseñar los mosaicos de la Casa Shell en Hamburgo, y las vidrieras del Ministerio de Finanzas y de la Casa de las Conchas de Berlín.
En 1933 es nombrado profesor de pintura monumental en la Academia de Arte de Düsseldorf, especializándose en la elaboración de grandes tapices, y sus obras empezaron a ser conocidas y apreciadas por el mariscal Hermann Göring y otros dirigentes del NSDAP. En particular un cuadro suyo al óleo (hoy desaparecido) titulado "Tierra alemana", donde se representan las labores agrícolas bajo un cielo tormentoso, pudiéndose identificar al fondo las torres todavía intactas de la catedral de Colonia, sería exhibido en la XIX Bienal de Venecia de 1934 y donado por la localidad de Mechernich al canciller del Reich que lo destinó a su Nueva Cancillería, porque según su parecer ejemplificaba muy bien el concepto de la "Blut und Boden" germánica. De hecho, gran parte de la obra pictórica de Peiner está consagrada a exaltar los valores idealizados del campesinado alemán, representado en su aspecto primitivo, frente a la decadencia que suponían las grandes urbes industrializadas.
"Europa y el toro" (1937) |
Otros lienzos suyos son "Gran paisaje invernal" de 1932, el ciclo paisajístico "Verano, otoño, invierno y primavera" pintado en 1933 para la Casa Mendelsohn de Berlín y "Europa y el Toro" de 1937, comprado por Göring para situarlo en el cabezal de su dormitorio.
En 1935 realizó un viaje de estudios por el África Oriental alemana, gracias al mecenazgo de Walter Kruspig, y allí pudo conocer de primera mano la cultura de los guerreros massai, considerados por las ideas raciales alemanas de la época como un pueblo fuerte, la variante africana del Übermensch, realizando luego varios trabajos inspirados en ese tema, como el tríptico "El Paraíso Negro" (1938). A su regreso a Düsseldorf al año siguiente, y debido a su tensa relación con el director de la Academia de Arte, Peter Grund, abre su propia academia, independizada y renombrada en 1938 como Escuela Superior de Pintura Hermann Göring.
Allí impartió clases a numerosos discípulos, entre ellos a Rolf Dettmann, Heinz Hindford, Hans Lohbeck o Willi Sitte. En esa época, y ya perteneciendo a los círculos oficiales NS, diseñó 19 tapices monumentales para la Nueva Cancillería del Reich, siete de ellos dedicados a las grandes batallas históricas del Destino Alemán, como la de Teutoburgo, Leipzig o Viena, para la galería de mármol del Gran Salón. El octavo tapiz, que nunca se llegó a realizar, se reservaba para la que habría de ser la gran batalla decisiva de la Segunda Guerra Mundial, la que daría la victoria al pintor austriaco. Estos tapices fueron fabricados en París en la famosa "Manufactura de los Gobelinos", que cuenta con más de 350 años de historia.
Peiner debió tener, pese a todo, convicciones cristianas, puesto que se le conocen varias obras de temática religiosa. Se conservan cuatro cartones pintados por Peiner hacia 1943, quizás para decorar con tapices algún que otro salón de la Cancillería del Reich, aunque esto no es seguro, con el tema inspirado en las visiones del Apocalipsis de San Juan de los Cuatro Jinetes míticos. En ellos se aprecia un gran influjo del Expresionismo. Volvería a este tema a finales de los años 40 con un ciclo de 25 gouaches que establecían conexión con el arte alemán antiguo y con los 15 grabados de Durero sobre este tema. Esta producción constituye, sin duda, el aporte más alucinante de toda su obra como pintor. En 1950 se expusieron conjuntamente en el Día del Catolicismo de Altöting, con otra serie compuesta por 25 piezas tituladas "Demonios de la hora", que hacía referencia a las calamidades y destrucciones producidas durante la guerra.
Gouaches del ciclo del Apocalipsis (1949) |
También pintó los cartones de los grandes tapices "El globo terrestre", "El Trono del cielo" y "El Baldaquín" para la biblioteca de la finca de Carinhall, residencia de campo de Hermann Göring, un proyecto colosal de más de 72 metros cuadrados, y en el que se emplearon tres kilos y medio de hilos de oro para cada tapiz. Estos trabajos, inacabados por la guerra, se encuentran actualmente en poder del Museo del Louvre. También son suyos los diseños de otros tapices destinados al Ministerio de Asuntos Exteriores, como el "Carro de los caballos" y el "Carro de los toros", de inspiración bastante clásica.
Un total de 33 obras suyas fueron exhibidas en las Grandes Exposiciones del Arte Alemán, celebradas en la Casa del Arte Alemán de Munich, entre 1937 y 1944. En 1937, año que ingresa en el NSDAP, es nombrado miembro de la Academia Prusiana de las Artes. No obstante, uno de sus cuadros fue confiscado por el partido y figuró en la exposición del "Arte Degenerado". En 1940 llegaría a ser miembro del Estado Prusiano y en 1944 el pintor austriaco le incluyó en la lista de los doce artistas visuales más importantes "otorgados por Dios", considerados indispensables y que estaban exentos de servir en el frente.
Al término de la guerra, fue internado en un campo de prisioneros y sus bienes confiscados; pero años después pudo rehacerse e incluso adquirir el castillo en ruinas de Hau Vorst, en Leichlingen, que restauró para convertirlo en su vivienda y estudio particular hasta el día de su muerte. Siendo un artista marginado por la oficialidad, sobrevivió pintando paisajes y diseñando tapices por encargo para el Grupo Gerling y para el "emperador" Haile Selassie.
"Los expulsados. Adán y Eva" (1922) |
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