martes, 4 de junio de 2024

EL DIOS ERRANTE


 Fabrizio Dori, autor de cómics italiano, empezó su andadura como un artista pictórico durante más de una década, y eso se nota en su obra gráfica.  Su primer trabajo importante, "Gauguin: el otro mundo" (2016) es una inmersión en el mundo del genial artista francés y su escapada del mundo occidental, que ya estaba perdiendo su aura, hacia las islas salvajes de los Mares del Sur, en busca de las deidades polinesias. Pocos años después publicó este volumen, "El dios vagabundo" (2018) sobre las andanzas del sátiro Eleustis (del griego "alguien bueno") que de participar en el tíaso o cortejo errante de Dioniso y de Pan,  ha terminado por extraviarse en este mundo contemporáneo nuestro, desprovisto de magia y de misterio.
Se trata de una obra repleta de referencias, tanto literarias y mitológicas como artísticas. La principal es el poema de Hölderlin "Pan y vino", que reivindica la sacralidad del mundo antiguo de las religiones precristianas, tema que continuaría más tarde Nietzsche con su celebración de lo dionisíaco y Carl Gustav Jung con la exploración de los arquetipos del inconsciente colectivo.
En cuantos a los homenajes artísticos, están bastante patentes a lo largo de la novela gráfica: el estilo de los simbolistas y del Art Nouveau, Van Gogh, Klimt u Otto Dix, etc. 
El autor afirma que en la era moderna se ha producido un desequilibrio al abandonar los europeos las deidades paganas inmortales en favor del dios único, que ha prometido la inmortalidad al hombre. Esos vacíos que ha dejado la desaparición de las religiones antiguas se han pretendido rellenar con intentos fallidos, como los cultos políticos a la personalidad, el consumismo y el afán de lucro. Fabrizio Dori cree que sólo es posible restablecer el equilibrio a través de los sueños, la poesía y los mitos. Una de las razones por las que abandonó la práctica pictórica es porque, a su entender, apenas aportaba significado y le acuciaba la necesidad de contar historias.
Así como el cristianismo marginó a las divinidades del Panteón heleno, los personajes principales de este cómic viven al margen de la sociedad. Eleustis acampa cerca de una carretera en el suburbio, ofreciendo sus dotes de adivinación a los viandantes, no muy lejos de las fulanas que hacen la calle. Recuerda como un día aciago, al perseguir una ninfa por el bosque, recibió la maldición de Artemisa y perdió sus cuernos y sus orejas puntiagudas y el contacto con los dioses. Estos, aunque todavía existen, son para él ahora invisibles. 
Para volver a ser un semidiós deberá realizar el viaje del héroe, superar una serie de pruebas y  obstáculos en compañía de sus camaradas, un anciano lector de Homero que ansía conocer a los dioses y el fantasma de Leandros, un guerrero espartano que por culpa de un dolor de muelas no pudo transformarse en héroe en vida y que quiere recuperar su honra. Juntos deberán descender al Hades para liberar a Pan del inframundo, para que pueda tener un último escarceo amoroso con su adorada Selene.
En el cómic hay varias páginas con un homenaje explícito a Van Gogh, ya que el anciano le pide al sátiro que le preste sus ojos un instante para ver el mundo tal y como lo ve él; y éste le cuenta que una vez le concedió este deseo al pintor holandés, lo que le acarreó la locura y la muerte. He aquí un tema muy semejante al relato de Machen "El Gran Dios Pan", en el que algunos personajes ven la realidad en toda su crudeza salvaje, sin velos de ninguna clase, y sufren un terrible castigo por ello.
Este relato tiene su continuación en "El hijo de Pan" (2023) en el que Eleustis se encarga de cuidar al fruto de aquellos amores con Selene, y emprenderá una aventura inversa, de la oscuridad a la luz, atravesando el mundo de los mortales y la gran ciudad.
Los viejos dioses no han muerto, están entre nosotros.

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