LAS ÁGUILAS DE ROMA
El verano invita a disfrutar con una buena lectura y si uno es aficionado a las buenas novelas gráficas, nada hay como leerse de un tirón una buena serie histórica y de aventuras. "Las águilas de Roma" del dibujante (y esta vez también guionista) Enrico Marini constituye uno de los ejemplos más notables que en la actualidad podemos encontrar en las librerías especializadas. Y no sólo porque el trazo artístico de Marini justificaría por sí sólo esa inversión de nuestro tiempo de ocio, sino porque el autor es capaz de trasladarnos a un pasado que se hace creíble por un empleo magistral de la ambientación histórica y del color. Eso compensa cualquier deficiencia que pueda hallarse en el guion, sobre todo en los primeros compases de la serie, deudora en un principio de producciones estilo peplum, como "Gladiator" o la serie "Roma" de HBO.
En los últimos años no sé qué pasa con España que no se ven creadores de cómic con la suficiente garra. Debe ser un fenómeno parecido a lo que sucede en el cine o las series de TV, que el panorama es desolador si lo comparamos con lo que fue hace veinte o treinta años atrás. Intenté darle una oportunidad al trabajo de Manuel Veiga "Gadiro, el embajador de la Atlántida", porque me parecía de entrada una idea interesante y algo me recordaba a las historias del howardiano Kull de Valusia. Pero no pude seguir porque, como corresponde a toda producción de Sanchilandia que se precie, el argumento se ve estropeado por empalagosas dosis de ideología inclusiva y feminista hasta la naúsea.
Así que decidí no perder más el tiempo y me propuse dar una oportunidad a la última obra de Marini, autor italosuizo al que ya conocía por su serie "El Escorpión", ya comentada anteriormente en este blog.
Sólo he leído los cinco primeros álbumes de los siete publicados hasta la fecha en España por editorial Norma, pero ha sido suficiente para hacerme una idea del gran valor artístico que tiene. El estilo de Marini es capaz de combinar lo mejor del cómic europeo y del manga japonés, logrando un resultado atractivo y dinámico.
En los dos primeros volúmenes se nos presenta a los dos personajes principales de la trama, Marco Falco, hijo de un general romano y una princesa germánica y Ermanamer, vástago de Sigmar, caudillo de la tribu germana de los queriscos. Al ser derrotado este último por los romanos, su hijo será adoptado por el padre de Falco para ser adiestrado en las artes militares y ser digno algún día de la ordo equester. Su nuevo nombre romano será Arminio, y será más adelante el causante de la mayor derrota del ejército imperial de Augusto en la batalla del bosque de Teotoburgo (9 d. C.).
Pero antes Falco y Arminio se convierten en hermanos de sangre, y mientras el germano va ascendiendo en su carrera militar, ganándose la confianza de Tiberio y del resto de sus superiores jerárquicos, Falco se enamora de Priscilla, una dama que ha conocido en un espectáculo de cuadrigas del circo. Esto le acarreará la enemistad con Lépido, el pretendiente de Priscilla, y también de Arminio que no le perdonará que haya renunciado a su carrera militar por perseguir un sueño romántico. Años después cambian las tornas porque Falco es requerido por el propio Augusto para que se dirija a Germania para seguir de cerca las actividades de Arminio, que está sirviendo allí como comandante de un ala milliaria y consejero del cónsul Varo. Debe con discreción confirmar si son ciertos los rumores de que se prepara una revuelta de tribus y si Arminio forma parte de ella.
Como dijimos al principio, hay cierta influencia en estos primeros capítulos de las producciones peplum como la serie televisiva "Roma", caracterizadas por la abundancia de sangre, sexo y violencia. Algunas escenas eróticas que aparecen son de alto voltaje y un tanto gratuitas, lo que pudiera espantar a un público mojigato y poco avisado.
Pero lo mollar de la serie está comprendido entre los tomos tres y cinco, en los que se describe con gran maestría como se va tejiendo la trampa fatal en la que finalmente caerán Varo y sus tres legiones en los selváticos bosques de Germania, logrando unas escenas muy intensas y terroríficas, por el salvajismo de los combates y la ambientación siniestra de las escenas oníricas, como el sueño recurrente en el que Falco se ve perseguido por un lobo blanco. El lobo, ese animal totémico de las tribus germánicas y también de los romanos (la loba de Rómulo y Remo) y las águilas, emblemas del Imperio, están muy presentes todos ellos a lo largo del relato.
A destacar que Marini aplica el color directamente sobre los originales de sus planchas, sin ninguna clase de apoyo infográfico, logrando unos resultados brillantes y espectaculares.
La historia que parecía haber terminado en el tomo cinco, con el exterminio de los romanos en el Gran Pantano donde Arminio ha preparado su celada, y con la captura de los estandartes de las águilas imperiales, va avanzando con al menos dos volúmenes más hasta la fecha. Falco, que ha podido sobrevivir a la matanza de Teotoburgo y llevar una vida de gladiador, intentará rescatar a Tito, el hijo que tuvo con Priscilla, de las manos de Arminio. Veremos si esta segunda parte de la historia logra engancharnos y ponernos los vellos de punta como hizo la primera.
Como reza la solapa: "Un romano nunca teme a la muerte, un romano no sabe lo que es la derrota, un romano se debe siempre a Roma".
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