jueves, 1 de marzo de 2018

 USOS INSOSPECHADOS DEL ARTE MODERNO

"Dazzle-Ships in Drydock at Liverpool" (1919) por Wadsworth

A pesar de los muchos detractores que tuvo desde sus inicios,  hubo quien encontró extrañas y curiosas aplicaciones a los experimentos del arte de vanguardia , más allá de las meramente estéticas o decorativas. Una vertiente del arte moderno que tuvo luego bastante influencia pedagógica fue la que sostenía que, para dejar de ser burgués, el arte debía ser útil,  funcional. El  término mismo de "vanguardia" (del francés  avant garde) remite a lo militar, y se aplicó a aquellos artistas que militaban en la modernidad a comienzos del siglo XX, y que muy a menudo mantenían una relación conflictiva con la academia o, en general, con la sociedad de su tiempo (dadaístas, futuristas, surrealistas, etc). Los "artistas incomprendidos" y bohemios solían tener al mismo tiempo estrechos vínculos con los grupos revolucionarios y subversivos de entonces (nacionaliistas, anarquistas o socialistas) ya desde la época del romanticismo, y al estallar la Revolución Soviética de 1917, muchos se pusieron al servicio de los  ideales proletarios de la Nueva Era, "llevando el  arte moderno al pueblo". Un arte útil para la revolución, lo que implicaba  también crear nuevos y sutiles instrumentos de propaganda y aleccionamiento de las masas. Había nacido el arte como arma psicológica.
Unos años antes, al iniciarse la Primera Guerra Mundial, muchos artistas de vanguardia fueron reclutados por parte de los ejércitos combatientes, a través de organizaciones como la Unité de Camoufleurs del Ejército francés creada en 1915, por ejemplo, que intentaron aprovechar su talento para fines puramente militares...


El buque Mauretania, vestido de arlequín picassiano


Artistas como Guirand de Scevola, Dunayer de Segonzac, André Mare, Louis Marcoussis, Jacques Villon, Roger de la Fresnaye, Camoin, Franz Marc, Edward Alexander Wadswoorth, Grant Wood, Oskar Schlemmer, Roland Perrose, Laszlo Moholy-Nagy, Arshile Gorky, Ellsworth Kelly, etc  se convirtieron en "expertos en camuflaje", prestando servicios a sus respectivos ejércitos durante la Primera y Segunda guerras mundiales. Sobre todo, al comienzo de la Primera alguien pensó que el estilo cubista podía dar óptimos resultados en este campo, al haber desarrollado "una serie de artimañas artísticas como el juego con la visibilidad, con el disimulo, con la múltiple interpretación, con la obstrucción perceptiva". La Gran Guerra obligó a las naciones beligerantes a movilizar todos sus recursos, ya fueran técnicos o humanos, y para ganarla valía ya cualquier cosa: el uso de armas químicas y bacteriológicas, la guerra submarina y desde el aire, o el uso de la técnica del camuflaje, que hasta entonces no había gozado de buena reputación en la tradición militar porque se consideraba una estratagema vil y cobarde. Los uniformes de antaño solían ser muy vistosos (como los de los casacas rojas ingleses o los dragones de Napoleón) lo que constituía un blanco perfecto para el fuego enemigo. Pero la ética iba perdiendo terreno en el arte de la guerra, a medida que la técnica lo iba ganando, y el fin justificaba el uso de cualquier medio.
Al principio el arte del camuflaje militar solía ser más bien mimético, inspirado en la naturaleza en la que no faltan ejemplos de animales como el camaleón o el calamar que se ocultan a la vista para engañar a sus presas o a sus depredadores. Por lo tanto, debería ser más próximo a la pintura naturalista; pero el artista Guirand de Scevola, nombrado jefe de la unidad de camuflaje del ejército francés, desestimó el naturalismo, y se decantó más por el cubismo para engañar al enemigo, y camuflar los cañones y los buques, con el fin de desconcertar al enemigo. En una carta de Picasso a su colega Apollinaire (el inventor del término "vanguardia" aplicado a las artes) ya le había comentado que "para reducir la visibilidad de un objeto bastaba con descomponer su forma en planos o facetas de colores". Este procedimiento era el que el pintor malagueño había seguido en sus paisajes de Horta del Ebro, y es el fundamento del llamado "cubismo analítico": fragmentar la pintura para conseguir que se aplane y se funda con el entorno. Scevola fue el inventor del camuflaje moderno y, entre otras cosas, de los "trajes mimetizados" que aún se emplean a día de hoy, a base de meandros irregulares y colores verdes, castaños, ocres o negros, que rompen la continuidad del objeto aislado y crean la ilusión de una nueva continuidad con las líneas o manchas del terreno, y un engaño sobre el volumen del armamento o los soldados.

Otro barco dazzle de la Primera Guerra Mundial

Una de las aplicaciones más pintorescas del cubismo para estos fines bélicos fueron los llamados "dazzle ships", buques camuflados con la técnica de la Dazzle Painting, y de los que habla Maite Méndez Baiges en su libro "Camuflaje: engaño y ocultación en el arte contemporáneo". Parece ser que la idea se le ocurrió al pintor vorticista inglés Edward Alexander Wadsworth, supervisor del camuflaje de los barcos de Bristol y Liverpool, y que además registró el procedimiento con un estilo cercano al de Léger en uno de sus cuadros de 1919. Se trataba de pintar el buque rompiendo su forma con líneas que se entrecruzaban, también con franjas tipo cebra o con formas trapezoidales, para crear un efecto de confusión caleidoscópica. El objetivo era burlar los torpedos de los submarinos alemanes no buscando la invisibilidad del barco confundiéndolo con el entorno, sino engañando sobre las dimensiones reales del mismo, sobre la posición de la proa y la popa, y por lo tanto sobre el rumbo que llevaba la embarcación. La idea era desestructurar la figura, inventando líneas que rompieran la continuidad del objeto aislado.
Algunos buques famosos como el "Mauretania" (gemelo del Lusitania) el "Gloire" o el "Mahomet" se vistieron con rayas cubistas-futuristas, y con resultados espectaculares, aunque su efectividad fuera discutible. Sobre todo, al inventarse el radar y al usarlo los submarinos enemigos, este sistema quedó del todo obsoleto y dejó de utilizarse. De todas formas, en aviación se siguen empleando sistemas de camuflaje a base de pinturas fractales para despistar al enemigo, con pintura digital o pixelado que recuerdan bastante a los experimentos realizados por los cubistas.
También algunos artistas que fueron movilizados en la Gran Guerra, como Otto Dix o André Mare, descubrieron que la nueva estética se prestaba a representar mejor sus experiencias bélicas. Y así dejaron cuadernos con dibujos fragmentarios de tipo cubista o expresionista, que revelan el alcance destructivo del armamento moderno.
Dalí llegaría a decir que así como la Primera Guerra Mundial había sido cubista, la Segunda sería surrealista, ya que el camuflaje debería basarse en la invisibilidad, una obsesión de los surrealistas. Tuviera o no razón el loco del Ampurdán, lo cierto es que las teorías del subconsciente de Freud que tanto influyeron en el surrealismo serían aprovechadas para el adoctrinamiento y la manipulación de las masas, tanto en la propaganda comercial americana (siguiendo los pasos de Edward Bernays, el sobrino de Sigmund Freud) como en la propaganda política y la guerra psicológica. Y obteniendo resultados mucho más espectaculares que los que habían cosechado con el cubismo...

Cartel bolchevique de El Lissitzky "Golpea a los blancos con la cuña roja" (1919)
Al triunfar la Revolución de Octubre, los artistas de vanguardia afines al bolchevismo crearon toda una estética supuestamente "proletaria", pero que muchas veces por su sofisticación abstracta era de difícil comprensión para el obrero corriente...El famoso cartel de El Lissitzky que mostramos arriba pudo haber sido un portento de diseño gráfico, pero como instrumento de comunicación con las masas obreras no resultaba muy "funcional". La mayoría de estos vanguardistas de la Proletkult, imbuidos de teorías y modas procedentes del occidente capitalista y burgués (recordemos los diseños textiles unisex de Varvara Stepánova, por ejemplo) no lograron conectar con el pueblo ruso, y fueron pronto rechazados como extraños o "decadentes". A la postre, los megaproyectos arquitectónicos del constructivista Tatlin eran irrealizables y muy poco "funcionales", y acabaron en el olvido.
Quedó, eso sí, una cierta pátina estética cubofuturista, constructivista o suprematista que se vincularía a lo "moderno", y que pronto imitarían los fascistas y los nazis. Como también imitarían las grandes escenografías cuasi religiosas, que fueron un invento genuino de los bolcheviques, maestros indiscutibles de la manipulación emocional de las masas mucho antes de Hitler, Goebbles o los congresos  de Nüremberg.
La propaganda monumental del 1º de mayo, a base de grandes lienzos con pasmosos retratos de Marx y de los prohombres de la Revolución; la propaganda impresa, mediante vistosos carteles de color rojo y gran profusión de pasquines, revistas y libros que alimentaban el fanatismo ideológico; y sobre todo el cine, el gran espectáculo de masas, el "trompe l'oeil" del siglo XX, utilizado como instrumento de persuasión y de manipulación de la realidad.
Los bolcheviques contaron con un genio del Séptimo Arte, Serguéi Eisenstein, uno de los primeros directores en aplicar la técnica cubista del "collage" en el cine: el montaje cinematográfico. En sus películas como "El Acorazado Potemkin", "Octubre" y sobre todo "La Huelga" utiliza este truco combinado con nociones de psicología analítica, que ya estaban explorando los surrealistas por aquel tiempo, para suscitar respuestas emocionales en el público. El comunismo pretendía un cambio de consciencia en el pueblo, pero para ello se aprovechaba la psicología, para manipular el subconsciente de los espectadores y  encarrilarlos en un sentido marcadamente ideológico.

Serguéi Eisenstein

La demonización o deshumanización del enemigo (del enemigo de clase en este caso, el "burgués" o el disidente) aparece de forma clarísima en los fotogramas trucados de Eisenstein, como también en los carteles de los comunistas alemanes Heartfield o George Grosz, pioneros del fotomontaje (collage) o de la manipulación de fotografías con intencionalidad política. Otro tipo de manipulación fotográfica, esta vez mucho más engañosa, consistía en suprimir (como si no hubieran existido nunca en la historia real) aquellos personajes del partido que iban cayendo en desgracia a los ojos del gran Stalin... Un antecedente arcaico del actual Photoshop. Luego esto daría mucho juego también  a nazis y fascistas, que harían lo propio satanizando a  los judíos o a los propios bolcheviques, sin embargo hay muchos más estudios sobre la manipulación psicológica en el III Reich que de la misma en los regímenes comunistas.


Fotograma de "La Huelga" (1925)

Como es sabido, los surrealistas franceses estaban todos afiliados al partido comunista y, como es natural, sus experimentos con el subconsciente fueron aprovechados para la propaganda política de izquierdas. Es algo que resulta muy palpable en los carteles de los partidos izquierdosos de la Segunda República española y del Frente Popular, concebidos para impresionar y aleccionar a un público en su mayoría semianalfabeto. Destacaba la llamada escuela valenciana, liderada por el dibujante Josep Renau, introductor en España de la técnica de la pintura con aerógrafo, y  con numerosos artistas que cultivaban diversos géneros. Entre ellos estaba Monleón, artista anarquista de gran penetración psicológica que se especializó en el género "bestiario", que transformaba al enemigo en bichos repugnantes que debían ser aplastados por los milicianos.

Cartel de Monleón para la FAI


Menos conocida es la participación directa de algunos artistas izquierdosos en la represión ejercida por el Frente Popular durante la guerra civil española, gran campo de pruebas al parecer también  en eso que se llamaría más tarde "la guerra psicológica". Sobre las actividades como torturador del poeta Rafael Alberti en la checa del Círculo de Bellas Artes (sólo en Madrid había más de 200 de estas cárceles gestionados por todos los partidos republicanos, incluido el PNV) se ha especulado mucho.Lo que sí parece probado es que formaba parte de la Alianza de Intelectuales Antifascistas que dio lugar, en agosto de 1936, al llamado Comité de Depuración, encargado de "depurar" a todos los hombres de cultura que discreparan de su punto de vista o consideraran peligrosos.


Cartel surrealista de Wolf (1937)


Otro personaje que colaboró activamente en la represión fue el pintor, músico y buscavidas francés de origen austriaco Alfonso Laurencic. Su vida, bastante curiosa, ha sido biografiada recientemente por Susana Frochtmann en su libro "El hombre de las checas". Tras pasar por la Legión Extranjera y probar toda suerte de oficios, recaló en Barcelona donde fundó en 1933 una banda de jazz, "Los 16 Artistas Unidos", que triunfó en los salones de baile de la ciudad condal. Cuando estalló la guerra civil trabajó para la Consejería de Orden Público y para las checas anarquistas, socialistas de la Esquerra republicana y del PSUC de Barcelona, tales como las de la calle Zaragoza o la de la calle Vallmajor (donde "desapareció" el lider trotsko Andreu Nin). Gran admirador del arte moderno y de la Bauhaus (escuela cuyas posibilidades para el horror y la tortura ya habían quedado demostradas con las "viviendas sociales" de Gropius y Mies van der Rohe) fue él quien se encargó de diseñar las checas-agujeros de dos metros de altura y metro y medio de ancho conocidas como "celdas alucinantes" o "celdas psicotécnicas". Estaban alquitranadas por dentro, para que el sol se recalentara en su interior, convirtiéndolas en hornos asfixiantes. Tenían camas inclinadas unos 20 centímetros, donde era imposible descansar. Las paredes eran curvas y los suelos ondulados, inspirados en los diseños de la Bauhaus, estaban llenos de obstáculos que impedían  al preso caminar con seguridad en ellas. Laurencic era un entendido en el manejo de los colores y los efectos de luz cambiante, y proyectaba ilusiones ópticas dentro de las celdas, con motivos geométricos, abstractos y surrealistas, inspirados en Kandinsky o Paul Klee, que creaban desconcierto y desasosiego en el condenado. Incluso llegaba a proyectar secuencias escalofriantes y sádicas de la película de Luis Buñuel "Un Perro Andaluz", en particular la famosa de la navaja que corta el ojo de una chica.

Escena de "El Perro Andaluz" de Luis Buñuel

Como el tal Laurencic, afiliado a la vez a la CNT y a la UGT, espiaba para los dos bandos, y era además un estafador que distraía fondos del SIM (Servicio de Investigación Militar) para el que  también trabajaba, terminó muy mal. Fue detenido por vender pasaportes falsos y encerrado en la checa de Vallmajor que él mismo había diseñado con tanto arte. Juzgado por los nacionales, fue fusilado por sus crímenes en 1939. Celdas parecidas a las suyas fueron empleadas por los bandos que se enfrentaron durante la Segunda Guerra Mundial. y más tarde en la guerra fría. Suponemos que la Gestapo, el KGB y la CIA (con sus proyectos MKUltra con cobayas humanas) deberían rendir un justo  homenaje a este artista  pionero en sofisticados procedimientos de tortura. Tal vez Santiago Sierra y otros conceptuales pueda prestar servicios similares  algún día a la Republiqueta Catalana, cuando esta por fin sea una realitat.


Celda psicotécnica de la checa de Vallmajor diseñada por Laurencic

Otro aprovechamiento del arte como "arma psicológica", este mucho menos cruento pero igualmente manipulador, se llevó a cabo por los yankis durante la guerra fría. La CIA,  mediante lo que se denominaban operaciones de "correa larga", se dedicó a promover los conciertos de jazz y el nuevo arte pictórico de Pollock, Motherwell, o  De Kooning (el expresionismo abstracto) que no contaban con las simpatías de la corriente conservadora de Mc Carthy, ni  precisamente del público americano en general. Se trataba de vender en occidente e Hispanoamérica la imagen de una cultura americana sofisticada y más "moderna" que la soviética, y para esta propaganda se sirvieron de fondos públicos através de la Fundación Farfield, por ejemplo, que se encargó de financiar la exposición itinerante "The New American Painting" , que viajó a Europa en 1958. A través de la Fundación Rockefeller (el MOMA) se  publicitó el expresionismo abstracto y se animó a los millonarios para que invirtieran en esta clase de pintura en lugar de  en el arte figurativo, que a partir de entonces pasó a ser despreciado y tachado de retrógrado.
Los artistas son maestros de la ilusión, de la manipulación y del engaño, por eso los políticos no podrán nunca prescindir de ellos...



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