martes, 16 de septiembre de 2014


¡¡¡TENNO HEIKA BANZAI!!!

Era al mediodía del 25 de noviembre de 1970 cuando Kimitake Hiraoka @ Yukio Mishima, célebre escritor japonés y varias veces nominado para el Premio Nobel, se quitó la vida haciéndose el seppuku  (llamado de forma incorrecta en occidente  hara-kiri) en el cuartel de Ichigaya (Tokyo) del Japan Defense Agency (antes Ministerio Imperial de la guerra).
Llevaba posiblemente más de cuatro años meditando lo que iba a hacer, y a muchos que lo conocían (o que creían que lo conocían) les sorprendió que un japonés tan  aparentemente narcisista y occidentalizado como Mishima, y que era famoso por su histrionismo, de repente escogiera una forma de morir tan poética y enraizada con las profundas tradiciones niponas y la ética samurai.
Mucho se ha especulado sobre los motivos que le llevaron al suicidio ritual. John Nathan, su biógrafo más importante, apunta a la fascinación y atracción masoquista que el escritor sentía hacia la muerte, ya desde su temprana juventud, cuando formó parte con otros poetas de la Escuela romántica japonesa. Pero lo que no cabe duda es que Mishima era consciente de la pérdida de valores y la degradación que estaba sufriendo su país, por culpa de la influencia norteamericana, desde mediados del siglo XX.
 Él estaba convencido de que cada pueblo tiene su alma, y que el alma del Japón en la época que le había tocado vivir estaba profundamente enferma. ¿Qué pensaría Mishima si hubiera podido conocer el Japón del siglo XXI?


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