ROCKEROS CON MALA REPUTACIÓN
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| Brian Jones (de los Rolling Stones) con uniforme SS en 1966 |
"Giovinezza, giovinezza, primavera de belleza", decía el bonito himno de los camisas negras; y también decía (en la versión de 1943) "soy joven y soy fuerte, mi corazón no tiembla en mi pecho: sonriendo ante la muerte ¡antes de ir al deshonor!". No en vano el fenómeno de los arditi, de los legionarios que acompañaron a D'Annunzio a Fiume o del escuadrismo inmediatamente posterior ha sido interpretado como una combinación de patriotismo y de movimiento de revuelta generacional frente a las caducas instituciones liberales y tradicionales de la política italiana. El primer fascismo, haciendo un llamamiento especial a la juventud, aprovechó sin duda esta corriente para la violencia política, pero también para la exaltación estética. El nacionalsocialismo alemán organizó las Hitlerjugend en 1926 con el propósito de disciplinar a la juventud en los valores del nuevo régimen, y vive Odín que lo lograron, puesto que los más firmes defensores de la nación cuando las cosas fueron mal dadas se hallaron entre los jóvenes guerrilleros del Volkssturn, y más tarde entre aquellos resistentes que fueron conocidos como los Werewolves ("hombres lobo"). Incluso en España, aunque con mayor modestia, el movimiento de los camisas azules de primera hora también revistió un aspecto de revuelta juvenil, muy patente entre los componentes del SEU, como dejó testimoniado David Jato en su libro "La revuelta de los estudiantes". También nos queda el "Discurso a las Juventudes de España" de Ramiro Ledesma; todo eso mucho antes del infructuoso Mayo del 68 y de que plastas como Fromm, Marcuse o Strauss-Howe empezasen a teorizar sobre el llamado "conflicto generacional".Tras el crepúsculo de los dioses que supuso la derrota europea del 45, apareció otra juventud que pretendía ser rebelde y transgresora, pero que muchas veces recurría a actitudes provocadoras sin más objeto que epatar, aparentar ser unos chicos malos o llamar la atención del público. A menudo el inconformismo y el descontento con una sociedad que no ofrecía horizontes vitales más allá del consumismo y de la alienación estúpida desembocó en episodios de violencia nihilista como los protagonizados por esas bandas de nómadas motorizados, como los Hells Angels, que sembraban el caos con sus gamberradas en las rutas de asfalto de los Estados Unidos, en las postrimerías de la Guerra de Corea. Era frecuente que sus miembros usaran una "estética nazi", a base de esvásticas y cruces de hierro, para enfatizar su merecida fama de antisociales.
De manera simultánea en la Gran Bretaña de la posguerra aparecieron los Teddy-Boys, pandilleros no menos violentos que formaron una de las primeras "subculturas proletarias" de los jóvenes británicos de los barrios obreros y marginales, que usaban como indumentaria la etiqueta eduardiana, tomándola prestada de los dandis, aristócratas y los ricos burgueses. Algunos de ellos estuvieron vinculados a la pequeña delincuencia y a los disturbios raciales, como los de Notting Hill de 1958. No obstante, consumían un nuevo tipo de música de inspiración en parte afroamericana, que llegaba del otro lado del océano: el rock and roll. Una década más tarde algunos de los skinheads, otra "subcultura" parecida a la anterior, a pesar de inspirarse en los rude boys jamaicanos y de escuchar su música, el ska, harían uso de simbología fascista y serían captados por grupos políticos de ultra derecha para utilizarlos como fuerza de choque. El estilo de vida que caracterizaba a estos cabezas rapadas era casi siempre una vulgar reproducción de los estereotipos del nazismo, presentado como el mal absoluto, inculcados durante años por la industria de Hollywood, algo bastante diferente del modelo original. Lo que sí dejaban bastante patente la trayectoria de estas bandas juveniles era la precariedad , la desesperación y el considerable cacao mental de los jóvenes ingleses de extracción obrera de la segunda mitad del siglo XX.
Mientras la cosa consistiera en el simple exhibicionismo gamberro, la cosa no preocupó demasiado al orden vigente. Más inquietud despertaron las declaraciones de otros artistas que podían tener una connotación más intelectual o incluso ideológica. Eric Clapton sorprendió a todo al mundo con su posición antivacunas durante el COVID, y entonces algunos recordaron sus opiniones de 1976 en Birmingham contra la inmigración en el Reino Unido, que veía en proceso de convertirse en una "colonia negra", y que fueron furibundamente contestadas entre otros precisamente por los punks. No hace muchos años Brian Ferry (el elegante vocalista de Roxy Music) tuvo serios problemas para volver a actuar en público por haber dicho en unas declaraciones que se sentía atraído por la iconografía nazi, y por elogiar las obras de Leni Riefenstahl y de Albert Speer. Más recientemente, se ha puesto en la diana a Roger Waters (ex componente de Pink Floyd) al que las diversas ligas antidifamación han etiquetado de "antisemita" por salir en defensa de los palestinos y haber aparecido alguna vez a los escenarios con atuendos nazis. Concretamente sentaron muy mal unas declaraciones suyas sobre el asesinato de la periodista Shireen Abu Akleh a manos de los israelíes y la policía alemana le ha llegado a investigar por uno de sus conciertos en Berlín. Ahora se afirma que sus actuaciones más recientes están repletas de "mensajes de odio" contra los judíos, y que se exhiben cerdos, estrellas de David y esvásticas, junto con apelativos ofensivos.
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| Hells Angels en Hyde Park (1969) |
A principios de los sesenta en la Costa Oeste de los Estados Unidos se produjo otro fenómeno que agrupaba en comunidad a jóvenes amantes del deporte al aire libre: el surfismo. Por su estilo de vida, los primeros surfistas podían guardar más relación con los "malvada juventud nazi" que las bandas de las que hemos hablado hasta ahora: afición por la actividad física y la naturaleza, desprecio por las normas convencionales y burguesas, amor por el riesgo, y un cierto "ideal de belleza ario". Además, eran muy territoriales y cuando el surf se puso de moda no toleraban que nadie cabalgara las olas en las playas que consideraban como su coto privado. También al ser un movimiento muy popular, la industria discográfica desarrolló un estilo musical característico, derivado del rock and roll: la música surf. Algunos surferos mostraban ciertas actitudes racistas y tatuaban esvásticas en sus tablas de surf, como el famoso Miki Dora, el Caballero Negro de Malibú, un surfero con fama de inconformista. Como curiosidad decir que la primera tabla de surf que se comercializó fue el "Modelo Swastika" del Pacific Systems Homes de California, y data de mediados de la década de los 30. Con el tiempo el estilo surf se fue degradando al hacerse más habitual entre sus practicantes el consumo de drogas (marihuana, éxtasis, cocaína) y de alcohol, un poco al mismo tiempo que California se convertía en la meca del hipismo y del LSD. En la actualidad este estado es uno de los principales reservorios de progres y de tarados woke que tiene Norteamérica.
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| Surfers de los 60's haciendo el saludo del Sieg Heil |
Como hemos visto, existía ya un caldo de cultivo entre la nuevas generaciones de angloamericanos para que algunos jóvenes se sintieran fascinados por aquellos movimientos del pasado, que percibían como totalmente opuestos a la sociedad que les había tocado vivir en el presente, y que además tenían el atractivo de lo prohibido y una estética sensacional. Por lo tanto las boutades de algunas estrellas del rock y del pop, que hasta no hace tanto tiempo exhibían simbología y parafernalia con intención de provocar o por puro esteticismo, no debería de extrañarnos demasiado. Actualmente, en estos tiempos más intolerantes y cancelatorios, estos artistas suelen entonar el mea culpa y declaran estar arrepentidos de lo que hicieron en el pasado, probablemente puestos hastas las cejas de sustancias estupefacientes.
Un reciente libro del periodista Jaime Gonzalo y titulado "Mercancía del Horror", analiza la huella del nazismo en la "cultura pop". En él se nos cuenta uno de los primeros casos, protagonizado por el difunto componente de los Rolling Stones, Brian Jones, quien en 1966 se paseó por las calles de Munich con un uniforme alquilado de las Waffen-SS, y poco después posó fotográficamente de semejante guisa para la revista danesa Bogen, acompañado por su novia, la espectacular actriz alemana Anita Pallenberg. A resultas de esta, digamos, performance se organizó un escándalo mayúsculo, lo que sin duda Jones andaba buscando, ya que hay que aclarar que aunque el uso de simbología nazi no estaba y sigue sin estar expresamente prohibido en los países anglosajones (aunque se considera inconveniente a nivel social) en Alemania y otros países es un tabú que los ciudadanos pueden llegar a pagar con la cárcel. Una de esas fotos de Brian Jones fue utilizada por el grupo español Gabinete Caligari (aquel que empezó uno de sus conciertos, allá por 1981, proclamando "somos fascistas", y por ello recibieron amenazas de los abertzales y hasta del diario Egin) como portada para su album "Obediencia". Otro miembro de los Stones, el incombustible Keith Richards también solía lucir una casaca alemana y cruces de hierro para salir en televisión o asistir a actos públicos.
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| Lemmy Kilmister (Motörhead) con gorra de las SS |
La lista de astros del rock y del pop que han coqueteado en algún momento u otro con la simbología nazi-fascista es bastante extensa: Lou Reed que se esculpía esvásticas en la cabellera, Ron Asheton (de Iggy & The Stooges) el propio Iggy Pop que dedicó una canción a una novia nazi, Ian Curtis (de Joy Division) Johnny Thunders (de los New York Dolls) el grupo de metal industrial Rammstein que homenajeaba a Leni Riefenstahl... Se dice que John Lennon quiso convencer al diseñador Peter Blake para que incluyese un retrato de Adolf Hitler en la portada de "Sgt. Peeper's Lonely Hearts Club Band". Jim Morrison, el psicótico vocalista de los Doors, le llegó a dedicar un delirante y daliniano poema al Führer germano. Lemmy Kilmister, lider y bajista de la banda de rock británica Motörhead es un gran coleccionista de condecoraciones y material bélico alemán, y ha aparecido retratado junto a un cazacarros Hetzer o con una gorra de las SS. La icónica calavera que simboliza a su grupo porta una Cruz de Hierro y originalmente también una esvástica. Otras bandas de hard rock como Kiss han llegado a lucir emblemas NS hasta en el logotipo... Y por no hablar del rock comprometido políticamente de los grupos skins, como los del Rock Against Communism (los Skrewdriver de Ian Stuart) o de Black Metal nórdico, como la banda liderada por el noruego Varg Vikernes. Por lo general esta clase de grupos resultan muy convenientes al sistema, para seguir asociando ciertas ideologías con la marginalidad, la delincuencia y con los elementos más indeseables de la sociedad.
Un capítulo aparte son los músicos que han reivindicado la bandera confederada, un símbolo también muy polémico en los Estados Unidos, como emblema de orgullo y de rebeldía. Ya un clásico como Johnny Cash la utilizó en sus conciertos, y siguiendo su estela las bandas de rock sureño como Allman Brothers, Tom Petty y Lynyrd Skynyrd. En el Reino Unido, el grupo de música rockabilly Matchbox también la exhibía habitualmente, como una seña de identidad.
Pero, paradójicamente, la gran explosión de esvásticas y demás parafernalia asociada al Tercer Reich se produjo en los años 70, con la aparición del fenómeno punk a uno y otro lado del Atlántico; un movimiento supuestamente subversivo, que iba contra el orden social establecido y que llevaba al extremo el afán de desafiar al público y a la sociedad. Los uniformes de Hugo Voss se combinaban a menudo con el fetichismo sadomaso, alimentado una vez más por las películas, en especial las de la Nazi Exploitation tan en aquella época: de nuevo la atracción por lo prohibido y lo bizarro... Esto era muy evidente entre los componentes de los Sex Pistols (Sid Vicious y Johnny Rotten) y en la boutique de ropa de la que salieron. Dee Dee de los Ramones pasó su infancia en la Alemania ocupada de posguerra (su padre era militar) y allí quedó fascinado con la simbología del Tercer Reich. El diseñador de la banda, Arturo Vega, es conocido por su serie de cuadros de esvásticas con colores fosforescentes. La cantante Siouxsie, Chris Stein de Blondie, Billy Idol o los Dead Boys también solían exhibir esta clase de simbología en sus actuaciones... Ante la nueva corriente de la cancelación, tan intolerante en la actualidad en contraste con lo que fueron los años 70 y 80, Siouxsie ha llegado a afirmar: "La corrección política se ha vuelto muy aprisionante. Es muy...¿cuál es la palabra?... ¡es muy nazi!"
En realidad, esa actitud desafiante era el principal atractivo del punk, ya que sin aquello apenas quedaba nada que rascar (y así ha sido, una vez que esos músicos se fueron domesticando). Gracias a la adopción de las esvásticas, de un símbolo mucho más estigmatizado, se pongan como se pongan, que la hoz y el martillo o la @ del anarquismo por ejemplo, el punk llegó a adquirir una cierta dimensión trágica, pues de lo contrario no estaríamos hablando más que de una colección de mamarrachos colgados y anarcoides, haciendo el idiota encima de un escenario. Y en cuanto a la calidad de la "música" que interpretaban, en la mayoría de los casos mejor ni hablar... Billy Idol dirá que aquella pose supuso una crítica sutil al tatcherismo, que no se entendió entonces ni ahora; en fin, la fina ironía británica, que a veces es tan fina que no la entienden ni ellos mismos. En España, además del ya citado Gabinete, tuvimos a los Ilegales y por supuesto a Glutamato Ye-Yé, que se dejaron influir por esas tendencias escenográficas y performanceras del punk de su tiempo, tomándoselas con más o menos sentido del humor.
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| David Bowie como Aladdin Sane y el símbolo del BUF |
Mientras la cosa consistiera en el simple exhibicionismo gamberro, la cosa no preocupó demasiado al orden vigente. Más inquietud despertaron las declaraciones de otros artistas que podían tener una connotación más intelectual o incluso ideológica. Eric Clapton sorprendió a todo al mundo con su posición antivacunas durante el COVID, y entonces algunos recordaron sus opiniones de 1976 en Birmingham contra la inmigración en el Reino Unido, que veía en proceso de convertirse en una "colonia negra", y que fueron furibundamente contestadas entre otros precisamente por los punks. No hace muchos años Brian Ferry (el elegante vocalista de Roxy Music) tuvo serios problemas para volver a actuar en público por haber dicho en unas declaraciones que se sentía atraído por la iconografía nazi, y por elogiar las obras de Leni Riefenstahl y de Albert Speer. Más recientemente, se ha puesto en la diana a Roger Waters (ex componente de Pink Floyd) al que las diversas ligas antidifamación han etiquetado de "antisemita" por salir en defensa de los palestinos y haber aparecido alguna vez a los escenarios con atuendos nazis. Concretamente sentaron muy mal unas declaraciones suyas sobre el asesinato de la periodista Shireen Abu Akleh a manos de los israelíes y la policía alemana le ha llegado a investigar por uno de sus conciertos en Berlín. Ahora se afirma que sus actuaciones más recientes están repletas de "mensajes de odio" contra los judíos, y que se exhiben cerdos, estrellas de David y esvásticas, junto con apelativos ofensivos.
Un caso muy particular lo representa el camaleónico y aristocrático David Bowie, artista controvertido y polifacético (actor y pintor, además de músico) que a lo largo de su carrera iniciada en los años 60 ha encarnado diversos personajes en los escenarios, revelando facetas de su compleja personalidad. Tras dejar atrás su etapa de extraterrestre andrógino como Ziggy Stardust, y tras un periodo de transición con Aladdin Sane (un chico insano) empezó uno de los momentos más creativos (y también más pasados de rosca) de su carrera. Ya había resultado bastante llamativa su evolución estética desde el glam hacia otra más agresiva, que sería copiada hasta la saciedad por los punks, en la que usaba el símbolo de un rayo maquillado en su rostro, y que tanto se parecía al emblema del BUF, el partido fascista británico fundado por Oswald Mosley en los años 30.
Hacia 1976 inicia, como decíamos, una etapa nueva en su trayectoria, en la que aparece como el Delgado Duque Blanco, una especie de dandy con un look rubio y gélido, "un tipo fascista y ario" para usar sus propias palabras. Aparte de experimentar con la música, se interesaba por la moda, el teatro y el arte, coleccionaba y pintaba él mismo en estilo expresionista, de una forma bastante competente. El arte alemán de entreguerras, en particular el cine y la pintura, le fascinaban especialmente. En sus letras aparecen alusiones a la filosofía de Nietzsche, a Carl Gustavo Jung o a la literatura de Yukio Mishima. Y empieza a dar declaraciones que se consideran fuera de tono: "Lo mejor que le puede pasar a Gran Bretaña es que venga un gobierno de extrema derecha." "Necesitamos un dictador. Yo habría sido un gran dictador." Parece que en aquel momento estaba interesado en el control de las masas y en la identificación de las estrellas del rock con el superhombre nietzscheano.
También llegó a declarar acerca de Hitler: "Fue una de las primeras rock stars. Mira noticiarios de la época y fíjate cómo se movía. Creo que era tan bueno como Jagger. Es asombroso. Y tío, cuando tomaba el escenario, cómo se trabajaba al público. ¡Señor! No era un político. Era un artista mediático. Empleó política y teatro para crear ese rollo que gobernó y controló el chiringuito durante doce años. El mundo no volverá a ver nada parecido nunca. Manipuló a un país entero (…) La gente no es muy brillante ¿sabes? Dice que quiere libertad, pero cuando se le ofrece la oportunidad pasa de Nietzsche y escoge a Hitler porque Hitler desfilará y hablará, y la música y las luces surgirán en los momentos estratégicos."
Tras pelearse con su mujer Angie se fue una temporada a vivir al Berlín Oeste en compañía de su amigo de correrías Iggy Pop, y aprovechó la ocasión para visitar el bunker y adquirir memorabilia nazi y libros de Joseph Goebbles y de Albert Speer, que le encontraron en su equipaje, cuando quiso cruzar hacia la Europa del Este. Por ese motivo el artista fue detenido por las autoridades comunistas en la frontera entre la URSS y Polonia.
A su regreso de una gira en 1977 en la Estación Victoria montó en un Mercedes descapotable e hizo un saludo ambiguo, que los medios interpretaron como hitleriano, ocasionando toda una campaña en su contra. Allí empezó a darse cuenta de que quizás había ido un poco lejos en su afán provocador, que podía comprometer su brillante carrera y se planteó hacer un alto e iniciar una nueva etapa algo más "tranquila". Los apologistas del cantante suelen atribuir todo aquello a la confusión mental y al abuso de sustancias como la cocaína. Todo estaba muy turbio por aquel entonces y ya no se acordaba de nada...






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